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Hebreos 6:18 - Biblia Castilian 2003

18 para que por estas dos cosas irrevocables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos poderoso aliento los que nos acogemos a él, para asirnos a la esperanza que se nos presenta.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Tenemos, pues, promesa y juramento, dos cosas irrevocables en las que Dios no puede mentir y que nos dan plena seguridad cuando dejamos todo para aferrarnos a nuestra esperanza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un poderoso estímulo los que hemos huido en busca de seguridad, para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 para que por estas dos cosas irrevocables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos poderoso aliento los que nos acogemos a él, para asirnos a la esperanza que se nos presenta.

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Hebreos 6:18
46 Referans Kwoze  

Pero date prisa, huye allá; pues nada puedo hacer mientras tú no llegues all '. Por eso aquella ciudad se llama Sóar.


Cuando esta noticia llegó a Joab, que hab a sido partidario de Adon as, aunque no de Absalón, Joab se refugió en la tienda de Yahveh y se asió a los cuernos del altar.


Lo ha jurado el Se or y no se torna: Tú eres sacerdote para siempre, según el rito de Melquisedec.


Del director. De los hijos de Coré. Al alamot. Canto.


Mi victoria y mi honor están en Dios, y en él mi roca fuerte y mi defensa.


Es árbol de vida para quien la alcanza: dichoso será quien la consiga.


Guarda la instrucción, no la abandones; consérvala, porque es tu vida.


a no ser que busquen refugio en m, que hagan las paces conmigo, que las paces se hagan conmigo.


Yo, yo soy quien os consuela. ¿Quién eres tú para que temas al hombre que muere, al hijo de hombre que como hierba es tratado?


Pues as dice Yahveh: a los eunucos que guardan mis sábados, eligen lo que yo quiero y se atienen a mi pacto,


Pero ahora, Yahveh, tú eres nuestro padre. Nosotros somos la arcilla y tú el alfarero, obra de tus manos todos nosotros.


Volved a la fortaleza, vosotros, los cautivos que tenéis esperanza. Hoy mismo te lo anuncio: te devolveré el doble.


No es Dios un hombre que pueda mentir, ni hijo de hombre que deba retractarse. ¿Es que él dice y no hace? ¿Es que él promete y no cumple?


El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.


Pero al ver que ven an a bautizarse muchos fariseos y saduceos, les dijo: 'Raza de v boras, ¿quién os ha ense ado a huir del inminente castigo?


Viv a por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era realmente recto y piadoso; esperaba el consuelo de Israel y el Esp ritu Santo resid a en él.


Y que Dios, fuente de constancia y de consuelo, os conceda tener entre vosotros un mismo sentir, de acuerdo con Cristo Jesús,


al que Dios públicamente presentó como medio de expiación por su propia sangre, mediante la fe, a fin de mostrar su justicia al pasar por alto los pecados cometidos anteriormente,


¡Ni pensarlo! Aunque todos los hombres sean mentirosos, Dios quedará siempre por veraz, según está escrito: Para que seas declarado justo en tus palabras y se vea tu razón cuando te juzguen.


y la esperanza no decepciona, porque se ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios por medio del Esp ritu Santo que nos ha sido dado.


Si hay, pues, un est mulo en Cristo, un aliento de amor, una comunicación de Esp ritu, una entra able ternura y compasión,


si es que permanecéis bien cimentados y firmes en la fe, y sin dejaros apartar de la esperanza del evangelio que habéis o do y ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo, y al cual yo, Pablo, he sido destinado como servidor.


al que Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria.


movidos por la esperanza de lo que os está reservado en el cielo y acerca de lo cual habéis sido informados en el mensaje de la verdad, del Evangelio,


y para esperar la vuelta del cielo de su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, que nos libra de la ira venidera.


Pablo, apóstol de Cristo Jesús por encargo de Dios nuestro Salvador, y de Cristo Jesús, nuestra esperanza,


Combate el buen combate de la fe; conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que has hecho tan bella confesión en presencia de muchos testigos.


si le somos infieles, él sigue siendo fiel, pues no puede negarse a s mismo.


con la esperanza de una vida eterna, prometida desde antes de los siglos por el Dios que nunca miente


Por la fe Noé, advertido por Dios sobre cosas que aún no se ve an, con religioso sentido empezó a construir un arca para salvar a su familia, y por medio de esa fe condenó al mundo y vino a ser heredero de la justicia según fe.


As que juré en mi ira: 'Jamás entrarán en mi descanso'.


Cristo, por el contrario, en su calidad de Hijo, está al frente de su propia casa: casa que somos nosotros, con tal de que mantengamos [firme hasta el final] la confianza y la gozosa satisfacción de la esperanza.


En este sentido, queriendo Dios demostrar hasta la saciedad a los herederos de la promesa que su decisión es irrevocable, interpuso como garant a un juramento,


pues realmente la ley no ha llevado nada a la perfección; y por otra parte, la introducción de una esperanza mejor, por la que nos vamos acercando a Dios.


mientras que éste lo ha sido con juramento, pronunciado por aquel que le dijo: Lo ha jurado el Se or y no se torna: tú eres sacerdote para siempre.


para que pueda refugiarse en ellas el homicida que haya matado a alguno inadvertidamente y sin querer. Os servirán de asilo contra el vengador de sangre.


Si decimos que no hemos pecado, tachamos a Dios de mentiroso y su palabra no está en nosotros.


El que cree en el Hijo de Dios, en s mismo tiene el testimonio. El que no cree a Dios, le tacha de mentiroso, por no haber cre do en el testimonio que Dios dio acerca de su Hijo.


Y el que es el esplendor de Israel no miente ni se arrepiente, porque él no es un hombre para arrepentirse'.


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