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Hebreos 2:10 - Biblia Castilian 2003

10 Porque conven a que aquel que es origen y fin de todo, al conducir a la gloria a la multitud de los hijos, llevara al autor de esta salvación hasta la perfección por medio del sufrimiento.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Dios —para quien y por medio de quien todo fue hecho— eligió llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el sufrimiento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la salvación.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Dios, del que viene todo y que actúa en todo, quería introducir en la Gloria a un gran número de hijos, y le pareció bien hacer perfecto por medio del sufrimiento al que se hacía cargo de la salvación de todos;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Porque convenía a Aquél por cuya causa son todas las cosas, y por medio del cual todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar° a muchos hijos a la gloria, perfeccionara por medio de padecimientos al Autor de la salvación de ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Porque convenía que aquel que es origen y fin de todo, al conducir a la gloria a la multitud de los hijos, llevara al autor de esta salvación hasta la perfección por medio del sufrimiento.

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Hebreos 2:10
46 Referans Kwoze  

Lejos de ti tal cosa. Lejos de ti hacer morir al justo con el pecador, y que tenga el justo el mismo trato que el imp o. ¿No hará justicia el juez de toda la tierra?'.


Todo lo hizo Yahveh con un fin: también al malvado para el d a de la miseria.


El pueblo que formé para m contará mi alabanza.


Mira: testigo para los clanes lo hice, caudillo y soberano de los pueblos.


Aunque ofrezcan regalos de amor a los gentiles, los voy a reunir y cesarán por algún tiempo de ungir reyes y pr ncipes.


El que abre el camino subirá delante de ellos: ellos avanzan, pasan la puerta y salen por ella. Al frente de ellos marcha su rey. ¡Yahveh, a la cabeza!


un novillo, un carnero, un cordero de un a o para el holocausto;


Pero él les contestó: 'Id a decirle a ese zorro: yo expulso demonios y realizo curaciones hoy y ma ana; y al tercer d a tendré terminada mi obra.


'Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres, objeto de su amor'.


¿Acaso no era necesario que el Cristo padeciera esas cosas para entrar en su gloria?'.


y les dijo: 'As está escrito: que el Cristo ten a que padecer; que al tercer d a hab a de resucitar de entre los muertos,


y no por la nación sola, sino también para reunir juntos a los hijos de Dios que estaban dispersos.


Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: '¡Todo se ha cumplido!'. E inclinando la cabeza, entregó el esp ritu.


al paso que disteis muerte al autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.


A éste lo ha exaltado Dios a su diestra como pr ncipe y salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de los pecados.


Porque de él y por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por siempre. Amén.


y esto para dar a conocer la riqueza de su gloria hacia las vasijas objeto de su misericordia, que de antemano preparó para la gloria,


sino un lenguaje de sabidur a misteriosa de Dios, la que estaba oculta y que Dios destinó desde el principio para nuestra gloria;


para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para quien somos nosotros, y un solo Se or, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por quien somos nosotros también.


Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejando como en un espejo la gloria del Se or, su imagen misma, nos vamos transfigurando con gloria creciente como por la acción del Se or, que es Esp ritu.


Porque el momento pasajero de nuestra tribulación va produciendo en nosotros un peso eterno de gloria cada vez más inmenso.


Y todo proviene de Dios que nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos confirió el ministerio de la reconciliación,


Y seré para vosotros padre, y vosotros seréis para m hijos e hijas, dice el Se or todopoderoso.


Todos, en efecto, sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús.


para mostrar en los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús.


para que se dé ahora a conocer a los principados y potestades en el cielos, por medio de la Iglesia, la multiforme sabidur a de Dios,


Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces también vosotros seréis manifestados juntamente con él, en gloria.


Por eso, todo lo sufro por amor a los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con gloria eterna.


fija nuestra mirada en el jefe iniciador y consumador de la fe: Jesús. El cual, a la vista de la dicha que se le presentaba, soportó la cruz, sin tomar en cuenta la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.


donde, como precursor y representante nuestro, entró Jesús, constituido sumo sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec.


Tal es también el sumo sacerdote que nos era conveniente: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.


En efecto, la ley instituye sacerdotes a hombres frágiles, mientras que la palabra de aquel juramento, posterior a la ley, instituye sacerdote al Hijo para siempre perfecto.


Y les fue revelado que, no a s mismos, sino a vosotros serv an con este mensaje que ahora os anuncian los que os evangelizan por medio del Esp ritu Santo enviado del cielo, mensaje que hasta los ángeles se asoman deseosos de verlo.


As, pues, a los presb teros que están entre vosotros los exhorto yo, presb tero como ellos, con ellos testigo de los padecimientos de Cristo y con ellos participante de la gloria que se ha de revelar:


El Dios de toda gracia, el que os llamó a su eterna gloria en Cristo después que hayáis padecido un poco, os restablecerá, confirmará, robustecerá y hará inconmovibles.


'Digno eres, Se or y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque tú creaste todas las cosas, por tu voluntad existen y fueron creadas'.


Después miré y apareció una muchedumbre inmensa que nadie pod a contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en las manos.


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