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Hebreos 12:22 - Biblia Castilian 2003

22 Pero vosotros os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén de arriba, a millares de ángeles, a una reunión plena,

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Biblia Reina Valera 1960

22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 En cambio, ustedes han llegado al monte Sion, a la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, y a incontables miles de ángeles que se han reunido llenos de gozo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Ustedes, en cambio, se han acercado al cerro de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial con sus innumerables ángeles,

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Sino que os habéis acercado al monte Sión, y a la ciudad del Dios vivo: a Jerusalem la celestial, y a las miríadas de ángeles,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Pero vosotros os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén de arriba, a millares de ángeles, a una reunión plena,

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Hebreos 12:22
49 Referans Kwoze  

Quizá Yahveh, tu Dios, habrá o do todas las palabras del copero mayor, enviado por el rey de Asiria, su se or, para insultar al Dios vivo, y le castigue por las palabras que Yahveh, tu Dios, ha o do. Eleva, pues, una plegaria por el resto que aún queda'.


'Yo he establecido a este mi rey sobre Sión, mi monte santo'.


Como anhela la cierva al lado del torrente, as te anhela a ti, oh Dios, el alma m a.


Grande es el Se or y digno de alabanzas en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo.


¿por qué miráis con ojos rudos, monta as de altos picos, al monte que el Se or eligió por su morada? ¡El Se or se estará en ella eternamente!


Cuán amable es tu morada, Se or de los ejércitos.


Con honor se habla de ti, ciudad de Dios. Selah


Exulta y grita jubilosa, población de Sión; que es grande en medio de ti el Santo de Israel'.


¿Qué se responderá a los mensajeros de esta gente?: que Yahveh ha fundado Sión, y en ella conf an los pobres de su pueblo. (30a) Los indigentes pacerán en mis pastos y los necesitados se acostarán seguros.


Enrojecerá la blanquecina, palidecerá el ardoroso cuando reine Yahveh Sebaot en el monte Sión y en Jerusalén y esté ante sus ancianos la gloria.


Sucederá aquel d a: se tocará la trompeta gigante, y vendrán los perdidos en tierra de Asiria y los dispersos en tierra de Egipto, y adorarán a Yahveh en el monte santo, en Jerusalén.


Por eso, as dice el Se or Yahveh: 'Mirad que estoy cimentando en Sión una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, cimentada: quien se apoye en ella no vacilará.


Por ella volverán los salvados por Yahveh. Vendrán a Sión con júbilo, habrá eterna alegr a sobre sus cabezas. Alegr a y gozo serán su compa a, pesadumbre y gemido se alejarán.


Puse mis palabras en tu boca y a la sombra de mi mano te escond para plantar los cielos, para fundar la tierra y decir a Sión: 'Eres mi pueblo'.


Pero vendrá como redentor para Sión, para los convertidos del pecado en Jacob - oráculo de Yahveh -.


Caminarán hacia ti encorvados los hijos de tus opresores, se postrarán a las plantas de tus pies todos los que te despreciaban, y te llamarán ciudad de Yahveh, Sión del Santo de Israel.


Yahveh es el Dios verdadero, el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su ira tiembla la tierra, y las naciones no soportan su furor.


entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y pr ncipes que se sienten en el trono de David, montados en carros y caballos, ellos y sus pr ncipes, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, y esta ciudad estará siempre habitada;


Después el rey Dar o escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: '¡Que vuestra paz sea grande!


Un r o de fuego corr a, flu a delante de él. Miles de millares le serv an, mir adas de mir adas le obedec an. Se sentó el tribunal y se abrieron los libros.


Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: 'Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo'.


ni por la tierra, porque es escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey;


Y entonces todo Israel será salvo, según lo que está escrito: Vendrá de Sión el libertador, apartará de Jacob la impiedad.


Y en aquel mismo lugar donde se les dijo: 'Vosotros no sois mi pueblo', all serán llamados 'hijos del Dios vivo'.


Pero la Jerusalén de arriba es libre; y ésta es nuestra madre.


As, pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que compart s la ciudadan a del pueblo santo y sois de la familia de Dios,


Dijo as: 'Yahveh partió del Sina, desde Se r amaneció para ellos; resplandeció desde el monte Parán, llegó a Meribá en Cades con rayos de luz fulgurante en su diestra.


¿Qué mortal ha o do alguna vez, como nosotros, la voz de Dios vivo hablando de en medio del fuego, y ha quedado con vida?


Pero nuestra patria está en el cielo, de donde aguardamos que venga un Salvador, el Se or Jesucristo,


pues ellos mismos, hablando de nosotros, cuentan los detalles de la visita que os hicimos y cómo, abandonando los dolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,


El Se or me rescatará de todo mal y me salvará para su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


¡Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo!


Pues él aguardaba aquella ciudad bien asentada sobre los cimientos, de la que Dios es arquitecto y constructor.


pero, de hecho, aspiran a una patria superior, o sea, a la del cielo. Y as se explica que Dios no tenga ante ellos reparo de ser invocado como Dios suyo, porque para ellos ten a preparada una ciudad.


pues no tenemos aqu ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura.


Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros se halle un corazón malvado e incrédulo que lo aparte del Dios vivo;


¡cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del esp ritu eterno, se ofreció a Dios como sacrificio sin mancha, purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para que rindamos culto al Dios vivo!


Y a adió: 'En esto reconoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que arrojará de delante de vosotros a los cananeos, los hititas, los jiveos, los perizeos, los guirgaseos, los amorreos y los jebuseos.


También sobre ellos profetizó Henoc, el séptimo después de Adán, diciendo: 'Mirad, ha venido el Se or con sus santas mir adas


Miré y apareció el Cordero, de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que ten an su nombre y el nombre de su Padre escrito en la frente.


Me llevó en esp ritu a un monte grande y elevado y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, de parte de Dios.


Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo de parte de Dios, preparada como esposa ataviada para su esposo.


Y si alguno quita algo de las palabras del libro de esta profec a, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa descritos en este libro'.


Al que venza, lo haré columna en el santuario de mi Dios, y no saldrá ya fuera jamás; grabaré en él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén, la que baja del cielo, de junto a mi Dios, y mi nombre nuevo'.


Vi a otro ángel que sub a de la parte del oriente y ten a el sello de Dios vivo. Y gritó con gran voz a los cuatro ángeles a quienes fue dado poder para da ar a la tierra y al mar,


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