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Hebreos 1:3 - Biblia Castilian 2003

3 Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas,

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Biblia Reina Valera 1960

3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 El es el resplandor de la Gloria de Dios y en él expresó Dios lo que es en sí mismo. El, cuya palabra poderosa mantiene el universo, también es el que purificó al mundo de sus pecados, y luego se sentó en los cielos, a la derecha del Dios de majestad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 quien siendo el resplandor de su gloria y la imagen misma de su ser, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de los° pecados,° se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas,

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Hebreos 1:3
42 Referans Kwoze  

Tuya es, oh Yahveh, la grandeza, el poder o, la magnificencia, el esplendor y la majestad, pues tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuya es, oh Yahveh, la realeza, pues tú te alzas sobre todas las cosas como due o


del norte llega la claridad. Hay en torno a Dios un esplendor temible:


De David. Salmo. Palabra del Se or a mi se or: Reposa a mi derecha, mientras pongo a tus enemigos por plataforma de tus pies.


Cuando hiciere yo uso del tiempo establecido, yo juzgaré con rectitud.


Porque la palabra del rey es decisiva, y nadie le dirá: '¿Qué estás haciendo?'.


quien los sacrificará, uno en sacrificio por el pecado y otro en holocausto. El sacerdote hará expiación por él delante de Yahveh, por causa de su flujo.


Él será la paz. Asur invadirá nuestro pa s, pisará nuestro suelo; pero levantaremos contra él siete pastores y ocho pr ncipes del pueblo,


'Maestro, Moisés dijo: Si uno muere sin tener hijos, su hermano se casará con la mujer de aquél, para dar sucesión al hermano difunto.


As pues, el Se or [Jesús], después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.


Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Nosotros vimos su gloria, gloria como de Hijo único que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Al d a siguiente, Juan ve a Jesús que viene hacia él, y entonces dice: 'Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.


En ella estaba la vida, y esta vida era la luz de los hombres;


Elevado a la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Esp ritu Santo, lo ha derramado. Y eso es lo que vosotros estáis viendo y oyendo.


Y dijo: 'Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios'.


Porque no me avergüenzo del evangelio, ya que es poder de Dios para salvar a todo el que cree: tanto, y en primer lugar, al jud o, como también al griego.


¿Quién podrá condenar? Pero es que, además, Cristo [Jesús], el que murió, mejor aún, el resucitado, el que está a la diestra de Dios, aboga en favor nuestro.


en aquellos incrédulos cuya mente obcecó el dios de este mundo, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.


Si, pues, habéis sido resucitados juntamente con Cristo, buscad lo de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.


el cual se entregó por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad y para purificarnos, haciendo de nosotros un pueblo que fuera su patrimonio, dedicado a buenas obras.


¿A cuál de los ángeles ha dicho jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por plataforma de tus pies?


Él, en cambio, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios,


fija nuestra mirada en el jefe iniciador y consumador de la fe: Jesús. El cual, a la vista de la dicha que se le presentaba, soportó la cruz, sin tomar en cuenta la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.


Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengamos firme nuestra profesión de fe.


Él no necesita, como los sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios, cada d a, primero por los pecados propios y después por los del pueblo. Porque esto lo hizo de una vez para siempre ofreciéndose a s mismo.


El punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos un sumo sacerdote tal que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en los cielos.


Cuando se trata de un testamento, tiene que constar la muerte del testador;


pues, en tal caso, habr a tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. Pero, en realidad, ha sido ahora, al final de los tiempos, cuando se ha manifestado de una vez para siempre, a fin de abolir el pecado con su propio sacrificio.


los que por él creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio la gloria, de modo que vuestra fe y esperanza estén puestas en Dios.


que, después de subir al cielo, está a la diestra de Dios y le están sometidos ya ángeles, potestades y virtudes.


Pues os dimos a conocer el poder y la parus a de nuestro Se or Jesucristo, no siguiendo sutiles mitos, sino en cuanto testigos oculares de su grandeza.


Él recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió aquella voz: 'Éste es mi Hijo muy amado, en quien me he complacido'.


Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.


Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, pues en él no hay pecado.


al único Dios, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Se or, gloria, magnificencia, fuerza y poder desde antes de todos los siglos, ahora y por todos los siglos. Amén.


Al que venza, lo haré sentar conmigo en mi trono como yo también venc y me senté con mi Padre en su trono'.


'Digno eres, Se or y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque tú creaste todas las cosas, por tu voluntad existen y fueron creadas'.


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