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Habacuc 3:2 - Biblia Castilian 2003

2 ¡Yahveh, he o do tu renombre, reverencio tu obra, Yahveh! En el curso de los a os renuévala, en el curso de los a os dala a conocer. Aun en la ira, recuerda la compasión.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «He oído todo acerca de ti, Señor. Estoy maravillado por tus hechos asombrosos. En este momento de profunda necesidad, ayúdanos otra vez como lo hiciste en el pasado. Y en tu enojo, recuerda tu misericordia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Después de lo que acabo de oír, me llena de terror lo que vas a hacer, oh Yavé, y que realizarás a los muchos años, que darás a conocer en aquellos días. ¡No olvides tu misericordia en el tiempo de tu enojo!

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Oh YHVH, he oído tu palabra, y estoy atemorizado! En medio de los tiempos, oh, YHVH, Revive tu obra, En medio de los tiempos hazla conocer, Y en medio de la ira, ¡Acuérdate de tener misericordia!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 ¡Yahveh, he oído tu renombre, reverencio tu obra, Yahveh! En el curso de los años renuévala, en el curso de los años dala a conocer. Aun en la ira, recuerda la compasión.

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Habacuc 3:2
45 Referans Kwoze  

Mas ahora, en un instante, Yahveh, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un resto de rescatados y de darnos un apoyo en su lugar santo. Nuestro Dios ha iluminado as nuestros ojos y ha otorgado un peque o respiro a nuestra vida en medio de nuestra servidumbre.


Tan sólo de o das te conoc a yo pero ahora mis ojos te ven.


Ante ti de pavor mi carne se estremece y temo tus juicios.


Haz memoria, Se or, de tus misericordias y tus gracias, pues ellas son de siempre.


Salmo. De David; para recordar.


Del director. De los hijos de Coré. Maskil.


Tú, que has hecho que pasara grandes pesares y aflicciones, me darás vida de nuevo; de los abismos de la tierra me alzarás otra vez,


Mas él, enternecido, cubr a su pecado y no los destru a, reteniendo su ira muchas veces, no dejando avivar todo su enojo,


¿Vas a estarnos por siempre resentido, o prolongar por los siglos tu furor?


¿Quién creyó nuestras noticias? El brazo de Yahveh, ¿a quién se reveló?


En un acceso de cólera escond mi rostro de ti un instante; pero de ti me apiado con amor eterno dice tu redentor, Yahveh.


Mira desde el cielo y observa desde tu santa y gloriosa morada: ¿dónde está tu celo y tu fuerza? ¿La ternura de tus entra as y tu compasión por m se han detenido?


Pues todas estas cosas las hizo mi mano, todas ellas son m as - dice Yahveh -. Pero en éste me fijo: en el humilde y contrito, el que tiembla a mi palabra.


Cast game, Se or, pero con medida, no según tu ira, pues ser a aniquilado.


¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? S, esto se te debe; porque entre todos los sabios de las gentes y en todos sus reinos nadie hay como tú.


Porque as dice Yahveh: 'Cuando se hayan cumplido para Babilonia setenta a os, os visitaré y haré realidad en vosotros mi buena promesa de volveros a este lugar.


No temas, siervo m o Jacob - oráculo de Yahveh -, pues contigo estoy yo, porque haré exterminio de todas las naciones adonde te dispersé. Sólo a ti no exterminaré, aunque te castigaré según tu merecido, pues impune del todo no te dejaré.


Si aflige, también se apiada, por su inmensa bondad.


Vino hacia m y, cuando se acercó, me sent atemorizado y ca rostro en tierra. Él me dijo: 'Debes entender, hijo de hombre; que la visión se refiere al tiempo del fin'.


en el primer a o de su reinado, yo, Daniel, me puse a investigar en las Escrituras el número de los a os que, según la palabra de Yahveh al profeta Jerem as, deber an pasar sobre la ruina de Jerusalén: eran setenta a os.


Oración del profeta Habacuc. En el tono de las lamentaciones. Súplica:


Lo he o do y se estremecen mis entra as, ante esa noticia tiemblan mis labios, la caries penetra en mis huesos, vacilan mis pasos al andar. Esperaré tranquilo el d a de angustia que ha de venir sobre el pueblo invasor.


El ángel de Yahveh tomó la palabra y dijo: 'Yahveh Sebaot, ¿hasta cuándo seguirás sin apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá? Son ya setenta los a os que estás airados contra ellas'.


El ladrón no viene sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida, una vida plena.


Pero no todos aceptaron el evangelio. Ya lo dice Isa as: Se or, ¿quién ha cre do nuestra predicación?


con la firme esperanza de que el que empezó entre vosotros la obra buena, la irá llevando a su término hasta el d a de Cristo Jesús.


Por la fe Noé, advertido por Dios sobre cosas que aún no se ve an, con religioso sentido empezó a construir un arca para salvar a su familia, y por medio de esa fe condenó al mundo y vino a ser heredero de la justicia según fe.


Y era tan terrible aquel espectáculo que el mismo Moisés llegó a exclamar: Estoy aterrorizado y temblando de miedo.


¿Quién no temerá, Se or, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, porque todos los pueblos vendrán y se postrarán ante ti, porque tus justos designios han quedado manifiestos'.


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