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Habacuc 1:9 - Biblia Castilian 2003

9 Vienen todos para hacer violencia, con rostros ardientes como viento solano, amontonan cautivos como arena.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Toda ella vendrá a la presa; el terror va delante de ella, y recogerá cautivos como arena.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 »Vienen sin tregua, decididos a la violencia. Sus multitudes avanzan como el viento del desierto, barriendo cautivos a su paso como si fueran arena.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 sus jinetes galopan y vienen desde lejos, vuelan como el águila que se precipita sobre su presa. Se lanzan juntos al asalto, sin mirar más que a su presa, y amontonan los cautivos como arena.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Todos ellos vienen en son de violencia. Sus rostros están fijos hacia el viento del oriente, y recogen cautivos como arena.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Vienen todos para hacer violencia, con rostros ardientes como viento solano, amontonan cautivos como arena.

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Habacuc 1:9
22 Referans Kwoze  

Acopió José trigo como las arenas del mar, en cantidad tan grande que hubo que dejar de medir, porque era incalculable.


El dinero del sacrificio por el delito y el del sacrificio por el pecado no ingresaba en el templo de Yahveh, pues era para los sacerdotes.


Yo me dec a: Moriré en mi nido, multiplicaré mis d as como el ave fénix.


Si quisiera contarlos, son más que las arenas; si pudiera terminar, estar a aún contigo.


Dispersándolo, expulsándolo, lo has castigado. Lo arrojó con su potente soplo en un d a de solano.


Sus viudas, por causa m a, son más numerosas que la arena del mar. He tra do contra esta madre de jóvenes guerreros un devastador al mediod a; eché sobre ella de repente terror y espanto.


mirad que yo mando a buscar a todas las tribus del norte - oráculo de Yahveh - y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y las traeré contra este pa s y sus habitantes y contra todas estas naciones de su entorno, los entregaré al exterminio y haré de ellos horror, rechifla y ruinas perpetuas.


Estoy dando ya la orden - oráculo de Yahveh - para hacerlos volver a esta ciudad, a fin de que luchen contra ella, la tomen y la entreguen al fuego; pues de las ciudades de Judá voy a hacer un desierto, sin habitantes'.


En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento ardiente de las dunas del desierto avanza hacia la hija de mi pueblo, no para aventar ni para limpiar:


Sube un león desde la selva, se ha puesto en camino un devastador de naciones, ha salido de su residencia para hacer de tu pa s un desierto: arruinadas serán tus ciudades sin quedar un habitante.


Mirad: está plantada; ¿prosperará? Cuando el viento solano la toque, ¿no se secará del todo? En los arriates donde brotó se secará'.


Pero fue arrancada con furor, quedó en tierra derribada; la secó el viento solano, sus frutos se desgajaron, se agostaron los sarmientos, el fuego los devoró.


Pondrá sus miras en apoderarse de todo su reino y hará un pacto con él. Le dará una hija por mujer para llevarlo a la ruina, pero el plan no le saldrá bien ni redundará en su favor.


Él prospera entre sus hermanos, pero vendrá el solano, el viento de Yahveh que se levanta del desierto, y secará su hontanar, agotará su manantial, saqueará sus tesoros, todos sus objetos preciosos.


¿Vaciará, pues, su red sin tregua? ¿Seguirá matando gente sin compasión?


Mirad: yo suscito a los caldeos, pueblo violento e impetuoso, que recorre la anchura de la tierra para conquistar moradas ajenas.


Isa as, por su parte, clama en favor de Israel: Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, sólo un resto será salvo;


Los madianitas, los amalecitas y todos los hijos de oriente hab an ca do sobre el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables, como las arenas de las orillas del mar.


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