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Génesis 42:24 - Biblia Castilian 2003

24 José se alejó de ellos, y lloró. Después regresó a su lado. Eligió a Simeón y ordenó encadenarle a la vista de los demás.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Entonces José se apartó de ellos y comenzó a llorar. Cuando recuperó la compostura, volvió a hablarles. Entonces escogió a Simeón e hizo que lo ataran a la vista de los demás hermanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Al oír esto, José se retiró y lloró. Después volvió, habló a sus hermanos, tomó a Simeón, lo hizo amarrar en su presencia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Entonces él se apartó, y lloró. Después volvió a ellos y les habló, y tomando de entre ellos a Simeón, lo ató ante sus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 José se alejó de ellos, y lloró. Después regresó a su lado. Eligió a Simeón y ordenó encadenarle a la vista de los demás.

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Génesis 42:24
15 Referans Kwoze  

Acaeció que, al tercer d a, cuando éstos se hallaban con los dolores de la circuncisión, dos hijos de Jacob, Simeón y Lev, hermanos de Dina, cada uno con su espada, penetraron sin riesgo en la ciudad y mataron a todos los varones.


Ellos no sab an que José los entend a; pues les hab a hablado por medio de un intérprete.


Que El Sadday os conceda la benevolencia de aquel hombre para que él os devuelva al otro hermano vuestro y a Benjam n. En cuanto a m, pues que he de quedar sin mis hijos, sin ellos quedaré'.


'Estad tranquilos - dijo aquél -; no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre es quien puso ese tesoro en vuestros sacos. Yo recib ya vuestro dinero'. Y les sacó a Simeón.


José salió a toda prisa buscando un lugar aparte donde llorar, pues se le hab an conmovido las entra as a la vista de su hermano. Entró en su aposento, y lloró all.


José no pudo contenerse más ante los que estaban con él y gritó: '¡Salid todos!'. Y no quedó nadie con él cuando se dio a conocer a sus hermanos.


Después José dio rienda suelta a su llanto, de suerte que le oyeron los egipcios, y llegó la noticia a la casa del Faraón.


en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él en persona los salvó. Por su amor y su piedad, él mismo los redimió, los levantó y los llevó todos los d as de anta o.


Cuando se acercó, al contemplar la ciudad, lloró por ella,


Alegraos con los que se alegran. Llorad con los que lloran.


Y as, si un miembro sufre, todos los demás padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los demás participan de su honor.


Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compartir el peso de nuestras debilidades, sino al contrario: tentado en todo, como semejante a nosotros, pero sin pecado.


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