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Filipenses 2:1 - Biblia Castilian 2003

1 Si hay, pues, un est mulo en Cristo, un aliento de amor, una comunicación de Esp ritu, una entra able ternura y compasión,

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Biblia Reina Valera 1960

1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¿Hay algún estímulo en pertenecer a Cristo? ¿Existe algún consuelo en su amor? ¿Tenemos en conjunto alguna comunión en el Espíritu? ¿Tienen ustedes un corazón tierno y compasivo?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 ¿Puedo pedirles algo en nombre de Cristo, hablarles del amor? ¿Han recibido el Espíritu y son capaces de compasión y ternura?

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Por tanto, si hay alguna consolación en el Mesías, si alguna exhortación° de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable de misericordia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Si hay, pues, un estímulo en Cristo, un aliento de amor, una comunicación de Espíritu, una entrañable ternura y compasión,

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Filipenses 2:1
42 Referans Kwoze  

Canto gradual. De David. ¡Ved cómo es bueno y delicioso estar los hermanos avenidos!


Por eso mis entra as, por Moab, resuenan como c tara, y todo mi interior por Quir Jeres.


Viv a por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era realmente recto y piadoso; esperaba el consuelo de Israel y el Esp ritu Santo resid a en él.


'No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.


'La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, la doy yo. No se turbe vuestro corazón ni sienta miedo.


Pero ahora voy a ti; y digo estas cosas estando aún en el mundo, para que ellos tengan en s mismos mi alegr a enteramente colmada.


Acud an diariamente al templo con perseverancia y animados por un mismo esp ritu, part an el pan por las casas y tomaban juntos el alimento con alegr a y sencillez de corazón;


Uno era el corazón y una el alma de la muchedumbre de los que hab an cre do, y nadie consideraba propio nada de lo que pose a, sino que todo lo ten an en común.


y la esperanza no decepciona, porque se ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios por medio del Esp ritu Santo que nos ha sido dado.


De igual manera, también el Esp ritu viene en ayuda de nuestra debilidad. Porque no sabemos qué debemos pedir cuando oramos; sin embargo, el Esp ritu mismo intercede con gemidos intraducibles en palabras.


Pues todos nosotros, jud os y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un solo Esp ritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber un solo Esp ritu.


Tan cierto como que sois mi orgullo en Cristo Jesús, nuestro Se or, os aseguro, hermanos, que cada d a me estoy muriendo.


¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Esp ritu de Dios habita en vosotros?


Pero gracias sean dadas a Dios, que, en Cristo, nos lleva siempre en su triunfo y que por medio de nosotros difunde por doquier la fragancia de su conocimiento.


Y prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Esp ritu de su Hijo, que clama: ¡ Abbá, Padre!


Por el contrario, el fruto del Esp ritu es amor, alegr a, paz, comprensión, paciencia, bondad, fidelidad,


un solo cuerpo y un solo Esp ritu, del mismo modo que fuisteis llamados a una sola esperanza de vuestra vocación.


Dios me es testigo de cuántos deseos tengo, en las entra as de Cristo Jesús, de estar con todos vosotros.


Pues la verdadera circuncisión somos nosotros, los que practicamos el culto según el Esp ritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en la carne,


para que se consuelen sus corazones, caminen unidos en amor y alcancen toda la riqueza de la plenitud de la inteligencia en el profundo conocimiento del misterio de Dios, Cristo,


Revest os, pues, como escogidos de Dios, pueblo santo y amado, de entra able misericordia, de bondad, de humildad, de comprensión, de paciencia,


para que por estas dos cosas irrevocables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos poderoso aliento los que nos acogemos a él, para asirnos a la esperanza que se nos presenta.


santificados por el Esp ritu, según el previo designio de Dios Padre, para recibir el mensaje de Jesucristo y la aspersión de su sangre: que abunden en vosotros la gracia y la paz.


El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Esp ritu que nos ha dado.


A Dios nadie lo ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.


Y nosotros hemos llegado a conocer y a creer en el amor que Dios tiene por nosotros. Dios es amor: y quien permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él.


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