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Filipenses 1:6 - Biblia Castilian 2003

6 con la firme esperanza de que el que empezó entre vosotros la obra buena, la irá llevando a su término hasta el d a de Cristo Jesús.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Y si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará hasta concluirlo el día de Cristo Jesús.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 estando plenamente convencido de esto mismo, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la seguirá perfeccionando hasta el día de Jesús el Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 con la firme esperanza de que el que empezó entre vosotros la obra buena, la irá llevando a su término hasta el día de Cristo Jesús.

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Filipenses 1:6
33 Referans Kwoze  

el Se or lleva hasta el término mi causa. Tus favores, Se or, son para siempre: no abandones las obras de tus manos.


Jesús les respondió: 'Ésta es la obra de Dios: que creáis en aquel a quien él ha enviado'.


Al o r esto, se tranquilizaron y glorificaron a Dios diciendo: 'Según esto, Dios ha dado también a los gentiles la conversión que conduce a la vida''.


Una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpuras, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos escuchaba atentamente y el Se or le abrió el corazón para aceptar lo que Pablo dec a.


quien también os mantendrá firmes hasta el final para que lleguéis sin reproche al d a de nuestro Se or Jesucristo.


Con esta confianza me hab a propuesto ir primeramente a vosotros, para que tuvierais una doble alegr a:


Y esto es precisamente lo que os dec a en mi carta: que al llegar ah no deber a yo recibir disgustos de aquellos que me deber an proporcionar alegr a; y que conf o en todos vosotros en que mi alegr a es la de todos vosotros.


Me alegro de poder contar para todo con vosotros.


No sea que los macedonios que vienen conmigo os encuentren desprevenidos, lo que nos cubrir a de vergüenza a nosotros, por no decir a vosotros, muy en contra de la seguridad que ten amos.


Yo conf o en el Se or que vosotros no cambiaréis de modo de pensar. Pero el que causa entre vosotros la confusión, quienquiera que sea, cargará con su condena.


a fin de organizar al pueblo santo para las funciones del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,


hasta que lleguéis a discernir los valores de las cosas, para que as seáis puros e irreprochables para el d a de Cristo,


Porque a vosotros os ha sido concedido, no sólo el creer en Cristo, sino el sufrir por él,


As, pues, amados m os, ya que siempre habéis sido obedientes no solo cuando estaba entre vosotros, sino mucho más ahora, que estoy ausente, trabajad con temor y temblor en vuestra propia salvación.


Pues es Dios quien, según su beneplácito, activa en vosotros tanto el querer como el obrar.


llevando levantada en alto la palabra de la vida. Esto me servirá de gloria en el d a de Cristo, ya que no habré corrido en vano, ni en vano habré trabajado.


sepultados juntamente con él en el bautismo, y por cuya acción fuisteis con él resucitados por medio de la fe en la acción de Dios que lo resucitó de entre los muertos.


ante Dios, nuestro Padre, recordamos la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la constancia de vuestra esperanza en nuestro Se or Jesucristo.


Teniendo esto en cuenta, no cesamos de orar por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de su llamada y lleve a cabo, con su poder, todo buen propósito y actividad de fe,


Con respecto a vosotros, tenemos plena confianza en el Se or de que guardáis y seguiréis guardando nuestras recomendaciones.


Confiado plenamente en tu condescendencia, te escribo, seguro de que harás más de lo que te pido.


No perdáis, pues, vuestra segura confianza, ya que ésta lleva consigo una gran recompensa.


fija nuestra mirada en el jefe iniciador y consumador de la fe: Jesús. El cual, a la vista de la dicha que se le presentaba, soportó la cruz, sin tomar en cuenta la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.


El Dios de toda gracia, el que os llamó a su eterna gloria en Cristo después que hayáis padecido un poco, os restablecerá, confirmará, robustecerá y hará inconmovibles.


Pero el d a del Se or vendrá como un ladrón. En él desaparecerán los cielos con formidable estruendo, los elementos se disolverán abrasados por el fuego y quedará al descubierto la tierra con todas las obras que hay en ella.


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