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Ezequiel 1:4 - Biblia Castilian 2003

4 Miré: y he aqu que un viento huracanado ven a del norte, una nube grande, con fuego que relampagueaba continuamente y claridad alrededor, y dentro de él como el centelleo del bronce en medio del fuego.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Mientras miraba, vi una gran tormenta que venía del norte empujando una nube enorme que resplandecía con relámpagos y brillaba con una luz radiante. Dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Yo miré: un viento huracanado venía del norte. Vi una gran nube: En medio de ella un fuego ardiente irradiaba luz, y el centro era como de metal incandescente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 y miré, y he aquí un torbellino venía del norte: una gran nube con un fuego que se recogía dentro de sí mismo y un resplandor en torno a ella. En su centro, en medio del fuego, había una refulgencia como de metal incandescente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Miré: y he aquí que un viento huracanado venía del norte, una nube grande, con fuego que relampagueaba continuamente y claridad alrededor, y dentro de él como el centelleo del bronce en medio del fuego.

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Ezequiel 1:4
35 Referans Kwoze  

Le dijo Yahveh: 'Sal y ponte en pie en el monte ante Yahveh'. Pasó entonces Yahveh, mientras soplaba un viento huracanado que hend a los montes y quebraba las pe as ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en el huracán. Después del huracán hubo un terremoto; pero no estaba Yahveh en el terremoto.


Segu an ellos caminando y conversando, cuando apareció un carro de fuego, con caballos también de fuego, que se interpuso entre los dos. Y El as subió al cielo en un torbellino.


sucedió que trompeteros y cantores al un sono hac an o r su voz, alabando y celebrando a Yahveh, y elevaban el sonido de las trompetas, de los c mbalos y de los instrumentos músicos en alabanza de Yahveh, porque es bueno, porque su misericordia es eterna. Y en aquel momento, una nube llenó el templo de Yahveh,


Entonces Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y le dijo:


nuestro Dios viene y no calla. Le precede un fuego devorante, y en su entorno, la tempestad en furia.


Granizó y cayeron rayos en medio del granizo. Tan intensa fue la granizada que no hubo otra igual en todo el pa s de Egipto desde que se constituyó en nación.


Oráculo contra Egipto. Mirad a Yahveh que cabalga sobre una nube ligera y llega a Egipto. Tiemblan ante él los dioses de Egipto, el corazón de Egipto desmaya en su pecho.


Oráculo contra el desierto del mar. Como torbellinos que atraviesan el Négueb, vienen del desierto, de tierra horrible.


Mirad la tempestad de Yahveh: se desencadena una tormenta, se arremolina un huracán, que se lanza sobre la cabeza de los malvados.


As dice Yahveh Sebaot: 'Mirad que una catástrofe se propaga de nación en nación, y un gran huracán se levanta desde los confines de la tierra'.


mirad que yo mando a buscar a todas las tribus del norte - oráculo de Yahveh - y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y las traeré contra este pa s y sus habitantes y contra todas estas naciones de su entorno, los entregaré al exterminio y haré de ellos horror, rechifla y ruinas perpetuas.


Izad bandera hacia Sión: aprisa, no os paréis, pues traigo una desgracia desde el norte, un desastre inmenso.


Buscad un refugio, benjaminitas, fuera de Jerusalén. Tocad la trompeta en Tecoa, encended una almenara en Bet Queren, porque asoma por el norte una desgracia, un desastre inmenso.


Vi entonces como el centelleo del bronce, algo as como fuego que lo envolv a por todas partes desde lo que parec an ser de las caderas para arriba; y desde lo que parec an ser las caderas para abajo, vi como una especie de fuego que produc a resplandor alrededor.


di a esos revocadores con barro que caerá. Vendrá una lluvia torrencial, haré que caigan piedras de granizo y que se desencadene un viento tempestuoso.


'Por eso, as dice el Se or Yahveh: 'Desencadenaré en mi furor un viento tempestuoso; por causa de mi ira vendrá una lluvia torrencial, y caerán piedras de granizo por mi furia destructora.


La visión que yo vi era como la visión que yo hab a visto cuando vino a destruir la ciudad. En los detalles era como la visión que yo hab a visto junto al r o Quebar. Y ca rostro en tierra.


Miré y vi una figura de apariencia humana. Desde lo que parec an las caderas para abajo era fuego y desde las caderas para arriba era resplandeciente, como el centelleo del ámbar.


Los caballos rojos salen hacia el pa s del oriente; los negros salen hacia el pa s del norte; los blancos salen hacia el pa s de occidente y los bayos salen hacia el pa s del sur'.


pues ciertamente nuestro Dios es un fuego devorador.


sus pies semejantes a bronce brillante incandescente en el horno y su voz como estruendo de aguas caudalosas.


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