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Ezequiel 1:3 - Biblia Castilian 2003

3 la palabra de Yahveh le fue dirigida a Ezequiel, hijo de Buz, sacerdote, en el pa s de los caldeos, a orillas del r o Quebar, y all se dejó sentir sobre él la mano de Yahveh.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 (El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios; y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 el sacerdote Ezequiel ben Buzi tuvo revelación expresa de YHVH en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar. Allí estuvo sobre mí la mano de YHVH,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 la palabra de Yahveh le fue dirigida a Ezequiel, hijo de Buzí, sacerdote, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar, y allí se dejó sentir sobre él la mano de Yahveh.

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Ezequiel 1:3
23 Referans Kwoze  

La mano de Yahveh se posó sobre El as, quien se ci ó la cintura y fue corriendo delante de Ajab hasta la entrada de Yizreel.


Ahora traedme un ta edor de arpa'. Y sucedió que, mientras el ta edor ta a el arpa, la mano de Yahveh se apoderó de Eliseo


A la orilla de los r os de Babel estábamos sentados y llorábamos, recordando a Sión.


al que le fue dirigida la palabra de Yahveh en tiempo de Jos as, hijo de Amón, rey de Judá, el a o trece de su reinado,


La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:


Vosotros dec s: 'Yahveh nos ha suscitado profetas en Babilonia'.


El a o treinta, el d a cinco del cuarto mes, estando yo entre los deportados, junto al r o Quebar, se abrieron los cielos y tuve visiones divinas.


Los querubines se elevaron: era el ser viviente que yo hab a visto junto al r o Quebar.


Tenderé mi red sobre él y quedará preso en mi lazo, lo llevaré a Babilonia, al pa s de los caldeos; pero no lo verá y all morirá.


El esp ritu me elevó y me arrebató, y yo iba amargado por la excitación de mi esp ritu, pues la mano de Yahveh pesaba sobre m.


Llegué as a los deportados en Tel Abib, que habitaban a orillas del r o Quebar, donde ellos habitaban, y all permanec, abatido entre ellos, siete d as.


La mano de Yahveh se posó all sobre m y me dijo: 'Levántate, sal a la llanura y all te hablaré'.


Me levanté, sal a la llanura y vi que estaba all parada la gloria de Yahveh como la gloria que yo hab a visto a la orilla del r o Quebar. Y ca rostro en tierra.


Ahora bien, la mano de Yahveh hab a venido sobre m por la tarde, antes de que llegara el fugitivo, y abrió mi boca por la ma ana, antes de que se presentara el fugitivo. Se me abrió la boca y ya no volv a estar mudo.


La mano de Yahveh se posó sobre m. Yahveh me sacó fuera en esp ritu y me dejó en medio de una llanura que estaba llena de huesos.


El a o veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del a o, el d a diez del mes, catorce a os después de haber sido tomada la ciudad, en aquel mismo d a, la mano de Yahveh se posó sobre m y me llevó allá.


La visión que yo vi era como la visión que yo hab a visto cuando vino a destruir la ciudad. En los detalles era como la visión que yo hab a visto junto al r o Quebar. Y ca rostro en tierra.


El a o sexto, el d a cinco del sexto mes, estando yo sentado en mi casa y los ancianos de Judá sentados en mi presencia, se posó sobre m la mano del Se or Yahveh.


El d a veinticuatro del primer mes, mientras yo estaba a la orilla del gran r o, es decir, del Tigris,


Palabra de Yahveh, dirigida a Oseas, hijo de Beer, en tiempo de Oz as, Jotán, Ajaz y Ezequ as, reyes de Judá, y en tiempo de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel.


Palabra de Yahveh dirigida a Joel, hijo de Petuel.


El Esp ritu dice expresamente que, en los últimos tiempos, algunos desertarán de la fe y se entregarán a esp ritus enga osos y ense anzas demon acas,


pues nunca fue proferida profec a alguna por voluntad humana, sino que los hombres hablaron de parte de Dios movidos por el Esp ritu.


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