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Éxodo 32:34 - Biblia Castilian 2003

34 Ahora, ve y conduce al pueblo al lugar que te he indicado. Mi ángel te precederá; pero los castigaré por su pecado el d a que yo exija cuentas'.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Ahora ve y lleva al pueblo al lugar del que te hablé. Mi ángel irá delante de ti. Cuando llegue el día de pedirles cuentas a los israelitas, ciertamente los haré responsables de sus pecados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Pero tú, sigue, y conduce al pueblo al lugar que te indiqué. Mi Angel irá delante de ti, pero algún día los visitaré y les pediré cuentas de su pecado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Y ahora ve, conduce este pueblo adonde te he dicho. He aquí mi ángel irá delante de ti, y en el día de mi reprensión, castigaré sobre ellos su pecado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Ahora, ve y conduce al pueblo al lugar que te he indicado. Mi ángel te precederá; pero los castigaré por su pecado el día que yo exija cuentas'.

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Éxodo 32:34
21 Referans Kwoze  

Tú, Se or nuestro Dios, les respond as: fuiste con ellos indulgente, aunque también castigabas sus excesos.


Tú lo harás entrar y tú lo plantarás en el monte de tu herencia, lugar del que hiciste tu morada, ¡oh Yahveh!, santuario que tus manos prepararon, ¡oh Adonay!


No te postrarás ante ellas, ni las servirás; porque yo, Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo en los hijos la falta de los padres hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian,


Enviaré un ángel delante ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te he preparado.


y he dicho: yo os subiré de la humillación de Egipto a la tierra de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los perizeos, de los jiveos y de los jebuseos, a un pa s que mana leche y miel'.


Moisés dijo a Yahveh: 'Mira, tú me dices: 'Gu a a este pueblo'. Pero no me has comunicado a quién enviarás conmigo. Me has dicho: 'Yo te conozco por tu nombre', y 'has obtenido mi favor'.


Yo enviaré un ángel delante de ti, y expulsaré a los cananeos, a los amorreos, a los hititas, a los perizeos, a los jiveos y a los jebuseos,


en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él en persona los salvó. Por su amor y su piedad, él mismo los redimió, los levantó y los llevó todos los d as de anta o.


As dice Yahveh acerca de este pueblo: as es, están aficionados a andar de un lado para otro, no dan reposo a sus pies. Pero Yahveh no se complace en ellos; ahora va a recordar su culpa y a castigar sus pecados.


Por eso, as dice Yahveh, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: 'Vosotros habéis dispersado mis ovejas, las habéis descarriado y no habéis cuidado de ellas. Mirad: voy a castigar en vosotros la maldad de vuestras obras - oráculo de Yahveh -.


¿No voy a castigar estas cosas? - oráculo de Yahveh -. Y de una nación como ésta, ¿no he de vengarme?


¿No voy a castigar estas cosas? - oráculo de Yahveh -. Y de una nación como ésta, ¿no he de vengarme?


Aunque inmolen sacrificios sangrientos, sacrifican carne y se la coman, Yahveh no se complace en ellos. Recordará su iniquidad y castigará sus pecados. Tendrán que volver a Egipto.


el d a en que yo castigue a Israel por los cr menes que pesan sobre él, me vengaré de los altares de Betel: serán cortados los cuernos del altar y caerán por tierra.


Sólo a vosotros conoc entre todas las familias de la tierra, por eso os castigaré por todas vuestras iniquidades.


Clamamos entonces a Yahveh, y él oyó nuestro clamor y mandó a su ángel, que nos sacó de Egipto, y henos aqu, en Cades, ciudad situada al extremo de tu territorio.


para que as caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacar as, hijo de Baraqu as, a quien matasteis entre el santuario y el altar.


Para m la venganza y el dar lo merecido al tiempo en que vacile su pie; porque cerca está el d a de su ruina, y ya se avecina lo que les espera.


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