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Éxodo 3:7 - Biblia Castilian 2003

7 Dijo Yahveh: 'He visto muy bien el sufrimiento de mi pueblo en Egipto y he o do las quejas que le arrancan los capataces de obras. Conozco bien sus angustias.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Luego el Señor le dijo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Yavé dijo: 'He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataban sus mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos,

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Luego dijo YHVH: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor por causa de sus opresores, porque conozco sus padecimientos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Dijo Yahveh: 'He visto muy bien el sufrimiento de mi pueblo en Egipto y he oído las quejas que le arrancan los capataces de obras. Conozco bien sus angustias.

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Éxodo 3:7
31 Referans Kwoze  

Y siguió diciéndole el ángel de Yahveh: 'He aqu que estás encinta y darás a luz un hijo, al que llamarás Ismael, pues ha escuchado Yahveh tu aflicción.


Voy a bajar para ver si el clamor que he o do está justificado y, si no, lo averiguaré'.


Oyó Dios la voz del ni o, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: '¿Qué te ocurre, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado la voz del ni o desde el lugar donde él está.


Concibió L a y dio a luz un hijo. Lo llamó Rubén, porque se dijo: 'Yahveh ha visto mi aflicción, pero ahora mi marido me amará'.


Y prosiguió: 'Alza tus ojos y mira: todos los machos que cubren las ovejas son listados, moteados y manchados, porque yo he visto todo lo que Labán ha hecho contigo.


Si el Dios de mi padre, el Dios de Abrahán y el Terror de Isaac no hubiera estado conmigo, seguramente que me hubieras dejado ir de vac o. Dios ha visto mi congoja y la fatiga de mis manos, y se ha pronunciado la pasada noche'.


Tú, en efecto, redimes al humilde, y humillas a los de ojos altaneros.


Pero Joacaz imploró a Yahveh, y Yahveh lo escuchó, porque hab a visto la opresión a que somet a a los israelitas el rey de Aram.


'Vuelve y di a Ezequ as, pr ncipe de mi pueblo: as habla Yahveh, Dios de David, tu antepasado: 'He o do tu oración y he visto tus lágrimas. Voy, pues, a curarte, de suerte que dentro de tres d as podrás subir al templo de Yahveh.


Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto y escuchaste su clamor junto al mar de los Juncos.


Reparó él, con todo, en su aflicción y escuchó sus lamentos.


Por la opresión del pobre, por el llanto del débil, ahora me levanto - asegura el Se or -: pondré a salvo a todo el que es burlado.


vierto mi queja en su presencia, digo mis cuitas a su vista.


Satisface el anhelo de quien le invoca, escucha su gemido y lo socorre.


Bendecid al Se or, sus servidores, rendidle vasallaje, estirpe de Jacob, temblad en su presencia, linaje de Israel.


Alabad conmigo al Se or, Gu mel ensalcemos al un sono su nombre.


Poned en él los ojos, estad radiantes He y no tengáis los rostros abatidos.


Tú, Se or, que lo ves, no estés callado, mi Se or, no te tengas a distancia.


Ten, Se or, piedad de m, Jet observa mi pesar ante los que me aborrecen, elévame de las entradas de la muerte.


Y les impusieron capataces de prestaciones personales para oprimirlos con duros trabajos. As construyeron para el Faraón las ciudades granero de Pitom y Ramsés.


Entonces se alzó en Egipto un nuevo rey que no hab a conocido a José,


se encenderá mi cólera y os destruiré por la espada, y vuestras mujeres quedarán viudas, y vuestros hijos huérfanos.


Pues, si he obtenido tu favor, ensé ame tu camino y as sabré que me he ganado tu favor; pero ten también en cuenta que esta nación es pueblo tuyo'.


Salieron los capataces y los inspectores del pueblo y dijeron a la gente: 'As ha hablado el Faraón: 'Ya no os daré más paja.


Aquel mismo d a dio el Faraón esta orden a los capataces del pueblo y a los inspectores:


en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él en persona los salvó. Por su amor y su piedad, él mismo los redimió, los levantó y los llevó todos los d as de anta o.


Clamamos entonces a Yahveh, y él oyó nuestro clamor y mandó a su ángel, que nos sacó de Egipto, y henos aqu, en Cades, ciudad situada al extremo de tu territorio.


He visto el sufrimiento de mi pueblo en Egipto, he o do sus quejas y he bajado a liberarlos. Ahora, pues, ven acá; te voy a enviar a Egipto'.


Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compartir el peso de nuestras debilidades, sino al contrario: tentado en todo, como semejante a nosotros, pero sin pecado.


'Ma ana a esta hora te enviaré un hombre de la tierra de Benjam n: tú lo ungirás por jefe de mi pueblo Israel; él será quien salve a mi pueblo de las manos de los filisteos, porque he visto la aflicción de mi pueblo, y su clamor ha llegado hasta m '.


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