Ester 9:2 - Biblia Castilian 20032 Se reunieron los jud os en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para poner la mano sobre quienes buscaban su desgracia; y nadie les opuso resistencia, porque el terror hacia ellos invadió a todos los pueblos. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 19602 Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos. Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente2 Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey, para atacar a todo el que intentara hacerles daño; pero nadie pudo hacerles frente porque todos les tenían miedo. Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)2 En todas las provincias del reino de Asuero, se reunieron los judíos en sus ciudades para castigar a los que les habían deseado el mal; nadie pudo oponerles resistencia porque todos los pueblos tenían miedo de los judíos. Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion2 Y en todas las provincias del rey Asuero los judíos se congregaron en sus ciudades para echar mano a los que habían procurado su desgracia, y nadie pudo resistirlos, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 19752 Se reunieron los judíos en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para poner la mano sobre quienes buscaban su desgracia; y nadie les opuso resistencia, porque el terror hacia ellos invadió a todos los pueblos. Gade chapit la |
En cada provincia y en cada ciudad, dondequiera llegaba la orden del rey y su edicto, hab a entre los jud os regocijo y alegr a, banquete y d a de fiesta. Muchos de los habitantes del pa s se hicieron jud os, porque el temor a los jud os se hab a apoderado de ellos. En el duodécimo mes, que es el mes de Adar, el d a trece del mes, cuando deb an ser ejecutados la orden del rey y su edicto, en ese d a en que los enemigos de los jud os esperaban adue arse de ellos, la situación experimentó un vuelco radical, pues fueron los jud os quienes se adue aron de los que los odiaban.