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Ester 7:10 - Biblia Castilian 2003

10 Y colgaron a Amán de la horca que hab a preparado para Mardoqueo. As se apaciguó la ira del rey. Aquel mismo d a, el rey Asuero dio a la reina Ester la hacienda de Amán, el enemigo de los jud os; y Mardoqueo fue presentado al rey, porque Ester le dio a conocer quién era él para ella.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo; y se apaciguó la ira del rey.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Entonces atravesaron a Amán con el poste que había levantado para Mardoqueo, y la furia del rey se calmó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Colgaron a Amán en la horca que había preparado para Mardoqueo, y así se apaciguó la cólera del rey.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y colgaron a Amán en el madero que él había preparado para Mardoqueo, y se aplacó la ira del rey.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Y colgaron a Amán de la horca que había preparado para Mardoqueo. Así se apaciguó la ira del rey.

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Ester 7:10
22 Referans Kwoze  

e hizo colgar al jefe de los panaderos, como les hab a interpretado José.


Su mujer Zéres y todos sus amigos le respondieron: 'Que preparen una horca de cincuenta codos de alta; y ma ana por la ma ana di al rey que cuelguen de ella a Mardoqueo. Luego irás contento al banquete con el rey'. Le pareció bien a Amán la propuesta y mandó preparar la horca. Aquella noche, no pudiendo el rey conciliar el sue o, mandó que le trajeran el libro de las memorias, o crónicas y que las leyeran en su presencia.


Entonces el rey, lleno de ira se levantó del banquete y se fue al jard n del palacio, mientras Amán se quedó all, para implorar por su vida ante la reina Ester, porque vio que, por parte del rey, estaba ya decidida su ruina.


Cuando el rey volvió del jard n del palacio a la sala del banquete vio que Amán se hab a dejado caer sobre el diván en que se hallaba Ester. Y el rey exclamó: '¿Acaso será también capaz de hacer violencia a la reina en mi casa, en mi propio palacio?'. A una orden del rey, cubrieron el rostro de Amán.


El rey Asuero dijo a la reina Ester y al jud o Mardoqueo: 'Ved que he dado a Ester la hacienda de Amán, al que ya han colgado de la horca, por haber extendido su mano contra los jud os.


Mandó el rey que se hiciera as; se promulgó el edicto en Susa; y los diez hijos de Amán fueron colgados de la horca.


Pero, cuando Ester se presentó ante el rey, éste mandó por medio de un escrito: 'Que ese malvado plan que aquél proyectaba contra los jud os se vuelva contra su cabeza'. Y le colgaron de la horca a él y a sus hijos.


Sus pies le conducen a una trampa, camina sobre una red tendida.


Pasa como sue o inalcanzable, desaparece como visión nocturna.


Su espada se hundirá en su propio pecho, con sus arcos en trizas.


Abre fosa y la ahonda, para caer él mismo en la trampa que hizo.


Él volverá contra ellos sus pecados y en sus maldades los habrá de destruir, el Se or, nuestro Dios, los habrá de aniquilar.


Quien busca el bien, halla complacencia; quien persigue el mal, al mal sucumbe.


El justo es liberado de la angustia, y en su lugar sucumbe el malvado.


Quien cava una fosa, en ella caerá; quien rueda una piedra, bajo ella termina.


Por eso, as dice Yahveh: 'Vosotros no me habéis escuchado, al proclamar cada uno la manumisión de su hermano y de su prójimo. Pues mirad: yo voy a proclamar contra vosotros la manumisión - oráculo de Yahveh - para la espada, la peste y el hambre, convirtiéndoos en el terror de todos los reinos de la tierra.


As se desahogará del todo mi ira, saciaré mi furor contra ellos y me vengaré; y entonces sabrán que yo, Yahveh, he hablado en mi celo, cuando desahogue del todo mi furor contra ellos.


El rey se sintió invadido de una gran alegr a por lo sucedido y mandó que sacaran a Daniel del foso. Cuando lo sacaron, no se le encontró lesión alguna, porque hab a confiado en su Dios.


El rey mandó que trajeran a aquellos hombres que hab an denunciado a Daniel y que los arrojaran al foso de los leones, a ellos, a sus hijos y a sus mujeres. Aún no hab an llegado al fondo del foso, cuando ya se hab an lanzado sobre ellos los leones y los hab an despedazado.


Después me llamó y me dijo: 'Mira a los que salen hacia el pa s del norte: éstos aplacan mi ira contra el pa s del norte'.


D joles entonces Sansón: 'Por eso que habéis hecho, no he de parar hasta haberme vengado de vosotros'.


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