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Esdras 9:6 - Biblia Castilian 2003

6 y dije: '¡Dios m o! Me siento avergonzado y confuso al levantar, oh Dios m o, mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta por encima de nuestras cabezas, y nuestro pecado ha crecido hasta el cielo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Hice la siguiente oración: «Oh Dios mío, estoy totalmente avergonzado; me da vergüenza elevar mi rostro a ti. Pues nuestros pecados se han amontonado tanto que son más altos que nosotros, y nuestra culpa llega a los cielos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 y le dije: 'Estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi cara hacia ti, Dios mío. Nuestras faltas se han acumulado de tal forma que han sobrepasado nuestras cabezas, y nuestro pecado ha subido hasta el Cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 y le dije: ¡Oh Dios mío, estoy confuso y avergonzado para elevar mi rostro ante ti, Dios mío, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de nuestra cabeza y nuestros delitos han crecido hasta los cielos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 y dije: '¡Dios mío! Me siento avergonzado y confuso al levantar, oh Dios mío, mi rostro hacia ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta por encima de nuestras cabezas, y nuestro pecado ha crecido hasta el cielo.

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Esdras 9:6
27 Referans Kwoze  

Eran los habitantes de Sodoma en gran manera malos y pecadores ante Yahveh.


si ellos luego se arrepienten en su corazón en la tierra de su cautiverio y se convierten y te suplican en el pa s de quienes les llevaron cautivos y dicen: 'Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables',


Hab a all un profeta de Yahveh, llamado Oded, que salió al encuentro del ejército que regresaba a Samar a y les dijo: 'Llevado de su cólera contra Judá, Yahveh, el Dios de vuestros padres, os los ha entregado en vuestras manos, y vosotros los habéis asesinado con un furor que ha llegado hasta el cielo.


Y después de todo lo que nos ha sobrevenido por nuestras malas acciones y nuestras grandes culpas - y eso que tú, oh Dios nuestro, no nos has castigado según nuestra iniquidad, y aun nos has conservado un resto como éste -,


¡Oh Yahveh, Dios de nuestros padres! Tú eres bueno, pues has hecho que quedáramos un resto de rescatados como éste que está aqu. Henos aqu ante ti con nuestras culpas, aunque no podemos mantenernos as en tu presencia'.


Estén atentos tus o dos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo, la que al presente te dirijo d a y noche ante tu presencia por los israelitas, tus siervos, confesando los pecados que los israelitas hemos cometido contra ti, pues también yo y la casa de mi padre hemos pecado.


'He hablado a la ligera: ¿Qué responderé? Taparé con mi mano mi boca.


Por eso me retracto y me arrepiento, echándome polvo y ceniza'.


No hay en mi carne parte sana, a causa de tu enojo; no hay reposo en mis huesos, debido a mis pecados.


Mis delitos sobrepasan mi cabeza; como carga pesada superan mis fuerzas.


Volvió Moisés a Yahveh y le dijo: 'Ciertamente, este pueblo ha cometido un grave pecado al fabricarse un dios de oro.


Venid, pues, y discutamos, - dice Yahveh -: si son vuestros pecados como la grana, blanquearán como la nieve; si son rojos como el carm n, se volverán como la lana.


Porque son muchas nuestras rebeliones ante ti, y nuestros pecados atestiguan contra nosotros; porque nuestras rebeliones están a nuestro flanco y conocemos nuestras iniquidades:


Por eso quedaron bloqueados los chubascos y no hubo lluvia en primavera. Pero tú tienes cara de ramera, no quieres avergonzarte.


Porque después de haberme convertido, siento arrepentimiento; y después de haberme conocido, me doy golpes de pecho; estoy avergonzado y compungido, y soporto la infamia de mi juventud'.


Curamos a Babel y no sanó. Dejémosla, y vayamos cada uno a su pa s. Pues hasta los cielos llega su juicio, y se eleva hasta las nubes.


Deber an avergonzarse de sus abominaciones. Pero no sólo no se avergüenzan, sino que ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el d a en que yo los visite se desplomarán.


Deber an avergonzarse de sus abominaciones. Pero no sólo no se avergüenzan, sino que ni siquiera saben lo que es ruborizarse. Por eso caerán entre los que caigan, el d a en que yo los visite se desplomarán - dice Yahveh -.


Hemos pecado, hemos sido rebeldes; y tú no has perdonado.


para que te acuerdes y te avergüences y ni siquiera te atrevas a hablar a causa de tu confusión, cuando yo te perdone todo lo que has hecho' - oráculo del Se or Yahveh.'


Entonces confesarán su iniquidad y la iniquidad de sus padres, las prevaricaciones con que prevaricaron contra m y su obstinada oposición a m.


El hijo le dijo entonces: 'Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo'.


En cambio, el publicano se quedó a distancia y ni siquiera se atrev a a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: '¡Oh Dios! Ten misericordia de m, que soy pecador'.


¿Pero qué fruto recog ais entonces? ¡Cosas de las que ahora os avergonzáis! Pues el final de ellas es muerte.


Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus iniquidades.


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