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Eclesiastés 8:4 - Biblia Castilian 2003

4 Porque la palabra del rey es decisiva, y nadie le dirá: '¿Qué estás haciendo?'.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: Qué haces?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Sus órdenes tienen el respaldo de su gran poder. Nadie puede oponerse ni cuestionarlas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El rey hablará, ¡y punto! Nadie le dirá: '¿Qué haces?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y la palabra del rey es soberana. ¿Quién le pedirá cuenta de lo que hace?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Porque la palabra del rey es decisiva, y nadie le dirá: '¿Qué estás haciendo?'.

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Eclesiastés 8:4
18 Referans Kwoze  

Con todo, la orden del rey prevaleció sobre Joab y sobre los jefes del ejército. Salió, pues, Joab con los jefes de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel.


que as como te juré a ti por Yahveh, Dios de Israel, diciendo: 'Tu hijo Salomón reinará después de m y se sentará sobre mi trono en mi lugar', as lo cumpliré hoy mismo!'.


Y el rey Salomón encargó de ello a Bena as, hijo de Joadá, que lo hirió y lo mató. Y as murió.


Luego el rey dio la orden a Bena as, hijo de Joadá, el cual salió y lo hirió de muerte. Y as murió. De este modo quedó el reino consolidado en manos de Salomón.


Tatenay, gobernador de la Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas cumplieron puntualmente la orden dada por el rey Dar o.


Si saquea, ¿quién se lo impedirá? ¿Quién osará decirle: 'Qué haces?'.


El rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les dijo: '¿Por qué hacéis eso de dejar con vida a los ni os?'.


Como rugido de león es la ira del rey; como roc o sobre hierba su favor.


Como rugido de león es la ira del rey: quien lo provoca arriesga su vida.


el gallo, cuando pasea entre las gallinas; el macho cabr o, cuando gu a al reba o; el rey, cuando va al frente de su pueblo.


¿Estáis ahora dispuestos, en el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, a postraros para adorar la estatua que hice? Porque, si no la adoráis, seréis arrojados al instante a un horno de fuego ardiente. ¿Y quién es el dios que podr a libraros de mis manos?'.


¡Pero, hombre! ¿Quién eres tú para replicar a Dios? ¿Acaso le dirá la vasija al alfarero: por qué me hiciste as ?,


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