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Eclesiastés 2:18 - Biblia Castilian 2003

18 Detesto cuanto yo mismo hice bajo el sol, porque habré de dejarlo a mi sucesor.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Llegué a odiar todo el trabajo que hice en este mundo porque tengo que dejarles a otros lo que yo he ganado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Me puse a detestar todas las molestias que me había dado bajo el sol, puesto que debo dejarlo todo al que vendrá después de mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Y aborrecí todo mi trabajo en que me había afanado debajo del sol, viendo que tenía que dejarlo a alguno que vendrá después de mí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Detesto cuanto yo mismo hice bajo el sol, porque habré de dejarlo a mi sucesor.

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Eclesiastés 2:18
19 Referans Kwoze  

con tu mano, Se or, de los mortales: de los muertos del mundo, con su parte en la vida, cuyo vientre se llena en tus reservas: ah tanse los hijos, y dejan lo restante a sus peque os.


Mira: hiciste mis d as de unos palmos, mi existencia ante ti, como una nada: en total no es más que un soplo cuanto el hombre subsiste. Selah


para vivir por siempre sin ver la fosa.


me propuse inquirir y averiguar con sabidur a cuanto se hace bajo el cielo. ¡Dura tarea que Dios impuso a los hombres!


¿Qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que se toma bajo el sol?


Luego he reflexionado sobre todas las obras que hicieron mis manos y las fatigas que en ellas hab a puesto, y veo que todo es vanidad y atrapar viento: no existe provecho bajo el sol.


pues sucede que quien trabajó con sensatez, ingenio y fortuna, debe dejar su hacienda a quien nada hizo por ella. También eso es vanidad y grave miseria.


A quien es grato a sus ojos, Dios le da sabidur a, ciencia y alegr a; mas al pecador le impone la tarea de reunir y acumular, para dejarlo luego a quien Dios quiere. También eso es vanidad y esfuerzo inútil.


Y he concluido que no hay otra dicha para el hombre que disfrutar de sus obras, pues ésa es su suerte. Porque, ¿quién le permitirá contemplar lo que ha de venir tras él?


pero aún más dichoso que todos éstos al que todav a no existe, al que no vio las fechor as que se cometen bajo el sol.


Además, si Dios concede a un hombre riqueza y fortuna, y le permite utilizarla, servirse de ella y gozar del fruto de su trabajo, eso s es don de Dios.


Goza de la vida con la mujer que amas durante todos los d as de la vana existencia que Dios te concede bajo el sol, porque tal es tu suerte en la vida y en las fatigas que te tomas bajo el sol.


Entonces le dijo Dios: '¡Insensato! Esta misma noche te van a reclamar tu alma; y todo lo que has preparado, ¿para quién va a ser?'.


Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como sabio arquitecto, puse los cimientos; y otro va edificando encima. Pero mire cada cual cómo edifica.


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