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Daniel 8:2 - Biblia Castilian 2003

2 Estaba yo mirando durante la visión, y me pareció hallarme en Susa, la fortaleza, situada en la provincia de Elam. Advert en la visión que me encontraba a orillas del Ulay.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 En esta visión me encontraba en la fortaleza de Susa, en la provincia de Elam, de pie junto al río Ulai.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Durante esa visión vi la ciudadela de Suza, en la provincia de Elam; en esa visión me encontraba a orillas del río Ulay, y miraba desde allí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Contemplaba en la visión que me encontraba en la ciudadela de Susa, en la provincia de Elam, y en la visión yo estaba junto al río Ulai.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Estaba yo mirando durante la visión, y me pareció hallarme en Susa, la fortaleza, situada en la provincia de Elam. Advertí en la visión que me encontraba a orillas del Ulay.

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Daniel 8:2
24 Referans Kwoze  

Hijos de Sem: Elam, Asur, Arpacsad, Lud y Aram.


Amrafel, rey de Senaar, Arioc, rey de Elasar, Quedorlaómer, rey de Elam, y Tidal, rey de Go,


Relato de Nehem as, hijo de Jacal as. En el mes de kislev del a o vigésimo, estando yo en la ciudadela de Susa,


que en aquellos d as, mientras el rey Asuero se sentaba en su trono real, en la ciudadela de Susa,


Sucedió que, al divulgarse el deseo del rey y su decreto, y al ser reunidas muchas jóvenes en la ciudadela de Susa bajo la vigilancia de Hegué, fue llevada también Ester a la casa del rey, al cuidado de Hegué, que era guardián de las mujeres.


Los correos partieron apresuradamente según la orden del rey. El decreto fue promulgado en la ciudadela de Susa. Y mientras el rey y Amán se sentaban a beber, la ciudad de Susa quedó consternada. Cuando Mardoqueo supo todo lo que estaba ocurriendo, rasgó sus vestiduras, se vistió de sayal, se cubrió de ceniza y salió por toda la ciudad, clamando con grandes y amargos clamores,


Ester le respondió: 'El perseguidor y enemigo es este malvado Amán'. Y Amán quedó aterrado delante del rey y de la reina.


Mardoqueo salió de la presencia del rey con vestidura real, morada y blanca, con una gran corona de oro y un manto de lino y de púrpura; y la ciudad de Susa se alegró y se regocijó.


Aquel mismo d a llegó a conocimiento del rey el número de los muertos en la ciudadela de Susa.


Se reunieron de nuevo los jud os que hab a en Susa el d a catorce del mes de Adar y dieron muerte en Susa a trescientos hombres; pero no saquearon sus bienes.


Sucederá en aquel d a: el Se or hará un segundo gesto con su mano para rescatar al resto de su pueblo: los que hayan quedado de Asiria y de Egipto, de Patrós, de Cus y de Elam, de Sinar, de Jamat y de las islas del mar.


Una dura visión se me ha revelado: el traidor traiciona, el devastador devasta. ¡Sube, Elam! ¡Asedia, Media! Pongo fin a todo gemido.


a todos los reyes de Zimr, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media;


El a o treinta, el d a cinco del cuarto mes, estando yo entre los deportados, junto al r o Quebar, se abrieron los cielos y tuve visiones divinas.


'All está Elam y toda su gente, con sus tumbas alrededor: todos ellos muertos, ca dos a espada, bajaron incircuncisos al pa s de los abismos; ellos, que hab an sembrado su terror en el pa s de los vivos, soportan su ignominia con los que bajan a la fosa.


El d a veinticuatro del primer mes, mientras yo estaba a la orilla del gran r o, es decir, del Tigris,


Yo, Daniel, quedé turbado en mi esp ritu por todas estas cosas y las visiones de mi mente me aterraron.


Estaba yo observando durante mi visión nocturna, y de pronto vi que los cuatro vientos del cielo agitaban el gran mar,


En el a o tercero del reinado de Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión, después de aquella que ya hab a tenido.


Alcé los ojos, miré, y he aqu que hab a un carnero delante del r o. Ten a dos cuernos. Los dos eran altos; pero uno más que el otro; el más alto hab a despuntado el último.


y les dijo Yahveh: 'Escuchad bien mis palabras: si hay entre vosotros un profeta, yo, Yahveh, me revelaré a él en visión, y le hablaré en sue os.


En muchas ocasiones y de múltiples maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas.


Vi en la visión a los caballos y a sus jinetes, que ten an corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de león y de sus fauces brotaba fuego, humo y azufre.


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