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Daniel 5:4 - Biblia Castilian 2003

4 Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Mientras bebían en las copas, rindieron culto a sus ídolos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El rey y sus altos funcionarios, sus mujeres y sus concubinas los tomaron para beber en ellos: tomaron vino a la salud de sus dioses de oro, de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y apurando el vino, alababan a los dioses de oro y de plata, de bronce y de hierro, de piedra y madera,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.

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Daniel 5:4
21 Referans Kwoze  

Todos los convidados de Adon as quedaron consternados; se levantaron y se fueron cada uno por su lado.


Se volverán atrás, se confundirán de vergüenza los que conf an en dolos y dicen a las estatuas: '¡Sois nuestros dioses!'.


Yo, Yahveh, éste es mi nombre: mi gloria a otro no cedo, ni mi honor a los dolos.


Daniel decidió en su interior no contaminarse con los manjares del rey ni con el vino de su mesa, y por eso pidió al jefe de los eunucos que le dispensara de la contaminación.


Te has alzado contra el Se or del cielo; has hecho que te trajeran los vasos de su casa, y habéis bebido vino en ellos tú y tus magnates, tus mujeres y tus concubinas; has venerado a los dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, y no has glorificado al Dios que tiene en su mano tu hálito vital y todos tus caminos.


Le trajeron, pues, los vasos de oro y de plata que hab an sido sacados del templo de Dios de Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus magnates, sus mujeres y sus concubinas.


En aquel instante, aparecieron los dedos de una mano humana que escrib an, delante del candelabro, sobre el yeso de la pared del palacio real. El rey ve a la palma de la mano que escrib a.


Por eso ahora irán al destierro al frente de los exiliados. Se acabará la org a de los disolutos.


¡Ay de quien dice al le o: 'Despierta', a una piedra silenciosa: 'Levántate!'. ¿Responderán acaso? Mirad: está revestido de oro y plata, pero no hay en él se al de vida.


Siendo, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad pueda ser semejante al oro, a la plata o a la piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano.


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