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Daniel 3:30 - Biblia Castilian 2003

30 no los guardamos ni procedimos como nos mandaste para nuestro bien.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Luego el rey ascendió a Sadrac, Mesac y Abed-nego a puestos aún más altos en la provincia de Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 No los hemos cumplido, no hemos hecho lo que tú nos mandaste para que tu bendición viniera sobre nosotros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 no los guardamos ni procedimos como nos mandaste para nuestro bien.

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Daniel 3:30
9 Referans Kwoze  

Es como árbol plantado en los arroyos, que da el fruto a su tiempo y sus hojas no se secan: en todo lo que hace tiene éxito.


Ya que en m se complace, yo le salvo, yo lo pongo en seguro, por conocer mi nombre.


El jefe de los eunucos les puso los nombres siguientes: Daniel se llamar a Baltasar; Anan as, Sidrac; Misael, Misac; y Azar as, Abdénago.


Daniel pidió al rey que pusiera al frente de la administración de la provincia de Babilonia a Sidrac, Misac y Abdénago. Daniel permaneció en la corte del rey.


El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de altura por seis codos de anchura y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.


Pues bien, hay algunos jud os, a quienes pusiste al frente de la administración de la provincia de Babilonia, concretamente Sidrac, Misac y Abdénago, que no han tenido en cuenta tu decreto, ¡oh rey!, no veneran a tu dios y no adoran la estatua de oro que has erigido'.


El que quiera servirme que me siga; y donde yo esté, all estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre'.


¿Qué más decir? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?


Por eso, éste es el oráculo de Yahveh, Dios de Israel: yo hab a dicho que tu casa y la casa de tu padre caminar an en mi presencia por siempre. Pero ahora - oráculo de Yahveh -, ¡lejos de m tal cosa! Porque yo honro a los que me honran y desprecio a los que me desprecian.


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