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Daniel 3:28 - Biblia Castilian 2003

28 Justas han sido tus sentencias cuando actuaste contra nosotros y contra Jerusalén, la ciudad santa de nuestros padres. Según verdad y justicia actuaste a causa de nuestros pecados.

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Biblia Reina Valera 1960

28 Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Entonces Nabucodonosor dijo: «¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego! Envió a su ángel para rescatar a sus siervos que confiaron en él. Desafiaron el mandato del rey y estuvieron dispuestos a morir en lugar de servir o rendir culto a otro dios que no fuera su propio Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Has llevado a efecto una justa sentencia al permitir todo lo que nos pasó a nosotros y a Jerusalén, la ciudad santa de nuestros padres. Sí, nos trataste con lealtad y justicia cuando dejaste caer sobre nosotros todo eso por culpa de nuestros pecados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Entonces Nabucodonosor dijo: ¡Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel, y libró a sus siervos que confiaron en Él no cumpliendo el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que no fuera su Dios!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Justas han sido tus sentencias cuando actuaste contra nosotros y contra Jerusalén, la ciudad santa de nuestros padres. Según verdad y justicia actuaste a causa de nuestros pecados.

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Daniel 3:28
45 Referans Kwoze  

Y a adió: '¡Bendito sea Yahveh, el Dios de Sem, y sea Canaán su esclavo! ¡Acreciente Dios a Jafet, habite en las tiendas de Sem; y sea Canaán su esclavo!'.


Dios los ayudó contra ellos, y los agarenos y todos los que con ellos estaban cayeron en sus manos; pues clamaron a Dios durante la batalla, y él los escuchó, porque hab an confiado en él.


Al d a siguiente, muy de ma ana, salieron hacia el desierto de Técoa. Mientras iban saliendo, Josafat, puesto en pie, les dijo: '¡Escuchadme, Judá y habitantes de Jerusalén: confiad en Yahveh, vuestro Dios, y estaréis seguros; tened fe en sus profetas, y triunfaréis!'.


Y Yahveh envió un ángel que exterminó a todos los guerreros valientes, a los pr ncipes y a los jefes del campamento del rey de Asiria, que tuvo que volverse a su tierra con el rostro cubierto de vergüenza. Y all, al entrar en el templo de su dios, sus propios hijos lo mataron a filo de espada.


Quien de vosotros pertenezca a su pueblo, ¡que Dios sea con él! Suba, pues, a Jerusalén, para reedificar el templo de Yahveh, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén.


Dispongo también que, si alguno contraviene este edicto, se arranque una viga de su casa, sea suspendido en ella y quede su casa, por este delito, convertida en montón de ruinas.


Bendecid al Se or, ángeles suyos, héroes potentes que cumpl s sus ordenanzas, obedeciendo la voz de su palabra.


el Se or tiene contento en quien le teme, en los que esperan en sus gracias.


El Se or es el que vela por sus fieles, por los que esperan en sus gracias,


En él se nos alegra el corazón, y en su sagrado nombre confiamos.


El imp o perece en su maldad, Tau el que aborrece al justo es inculpado;


Mi victoria y mi honor están en Dios, y en él mi roca fuerte y mi defensa.


No te postrarás ante ellas, ni las servirás; porque yo, Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo en los hijos la falta de los padres hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian,


Mirad al Dios de mi salvación: conf o y no temo, que mi fuerza y mi canto es Yahveh y él es mi salvación'.


Salió el ángel de Yahveh y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Cuando se levantaron por la ma ana, vieron que no hab a más que cadáveres.


Quien de vosotros tema a Yahveh, escuche la voz de su Siervo. El que camine en tinieblas y no perciba ningún resplandor, conf e en el nombre de Yahveh y apóyese en su Dios.


Y tomando la palabra, le dijo a Daniel: 'Verdaderamente, vuestro Dios es el Dios de los dioses, el Se or de los reyes y el revelador de los misterios, ya que tú has sido capaz de revelar este misterio'.


Azar as, puesto de pie en medio de las llamas, abrió sus labios y oró as:


'Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al rey del cielo, cuyas obras son todas verdad, sus caminos justicia y puede humillar a los que caminan con soberbia.'


Pero aquellos hombres urgieron al rey y le dijeron: 'Recuerda, rey, que, según la ley de los medos y de los persas, toda prohibición o edicto promulgado por el rey es irrevocable'.


Después el rey Dar o escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: '¡Que vuestra paz sea grande!


Entonces le responde Jesús: 'Ret rate, Satanás, porque escrito está: Al Se or tu Dios adorarás y a él solo darás culto'.


Pedro y Juan les respondieron: 'Juzgad si ser a justo ante Dios obedeceros a vosotros más que a Dios.


Pero, durante la noche, un ángel del Se or abrió las puertas de la cárcel, los sacó y les dijo:


Por lo tanto, os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestras propias personas como v ctima viva, santa, agradable a Dios; sea éste vuestro culto espiritual.


Y si doy en limosnas todo lo que tengo, y entrego mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me sirve.


según mi ávida expectación y mi esperanza de que en nada seré defraudado, sino que, con toda valent a, ahora como siempre, Cristo será públicamente magnificado en mi cuerpo, ya sea mediante la vida, ya sea mediante la muerte.


¿Y qué son todos los ángeles, sino esp ritus al servicio de Dios, enviados para servir a los que van a heredar la salvación?


Fueron apedreados, puestos a prueba, aserrados; murieron al filo de la espada; fueron de acá para allá cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidad, sufriendo tribulación, maltratados.


los que por él creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio la gloria, de modo que vuestra fe y esperanza estén puestas en Dios.


Pero ellos lo han vencido por la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron, pues no amaron su vida tanto que rehuyeran la muerte.


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