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Cantares 8:12 - Biblia Castilian 2003

12 Mi vi a, la que es m a, la retengo. Para ti, Salomón, los mil siclos, y da doscientos a los guardas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

12 Mi viña, que es mía, está delante de mí; Las mil serán tuyas, oh Salomón, Y doscientas para los que guardan su fruto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Sin embargo, yo soy la dueña de mi viñedo y yo decido a quién dárselo, y Salomón no tiene que pagar mil monedas de plata; pero yo daré doscientas monedas a quienes cuiden de sus vides.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Mi viña es sólo para mí y yo no más la cuido. Mil siclos para ti, Salomón, doscientos para los guardianes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Él Mi viña, que es mía, está delante de mí. Tú, oh Salomón, tendrás los mil, Y los que guardan su fruto doscientos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Mi viña, la que es mía, la retengo. Para ti, Salomón, los mil siclos, y da doscientos a los guardas.

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Cantares 8:12
14 Referans Kwoze  

El que guarda la higuera come su fruto, el que atiende a su se or será estimado.


Por encima de todo, vigila tu corazón, porque de él procede la vida.


No reparéis si estoy morena, pues el sol me ha bronceado. Mis hermanos se enfadaron conmigo: me pusieron a guardar vi as, y mi vi a no he guardado.


Como manzano entre los árboles silvestres, as mi amado entre los jóvenes. A su sombra he deseado sentarme, y comer de sus sabrosos frutos.


Una vi a ten a Salomón en Baal Hamón. Puso a su vi a guardianes: cada uno, por su fruto, le tra a mil siclos de plata.


¡Oh tú, la que tienes tu morada en los jardines! Los amigos escuchan. ¡Hace sentir tu voz!


Tened cuidado de vosotros mismos y de toda la grey, en la cual el Esp ritu Santo os ha constituido inspectores para pastorear la Iglesia de Dios que él se adquirió con su propia sangre.


Se ha pagado por vosotros un buen precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo.


Y por todos murió, para que los que viven no vivan ya para s mismos, sino para aquel que por ellos murió y fue resucitado.


Porque, ¿cuál es nuestra esperanza o alegr a o corona de gloria de que sentirnos orgullosos ante nuestro Se or Jesús en su parus a, sino vosotros mismos? S, vosotros sois nuestra gloria y nuestra alegr a.


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