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Apocalipsis 14:7 - Biblia Castilian 2003

7 y dec a con gran voz: 'Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad al que hizo el cielo y la tierra y el mar y los manantiales de aguas'.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 «Teman a Dios —gritaba—. Denle gloria a él, porque ha llegado el tiempo en que ocupe su lugar como juez. Adoren al que hizo los cielos, la tierra, el mar y todos los manantiales de agua».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Gritaba con fuerza: 'Rindan a Dios gloria y honor, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales de agua.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 que decía a gran voz: ¡Temed a Dios y dadle gloria, pues la hora de su juicio ha llegado! ¡Adorad al que hizo el cielo y la tierra y el mar, y las fuentes de las aguas!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 y decía con gran voz: 'Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad al que hizo el cielo y la tierra y el mar y los manantiales de aguas'.

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Apocalipsis 14:7
44 Referans Kwoze  

Él le dijo: 'No extiendas tu brazo sobre el ni o, ni le hagas nada, porque ahora sé que eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único hijo'.


Y Esdras dijo: '¡Tú eres Yahveh! ¡Tú el único! Tú has hecho los cielos, los cielos de los cielos y todo su ejército, la tierra y cuanto hay en ella, los mares y cuanto en ellos hay. Tú das vida a todo ello, y el ejército de los cielos se postra ante ti.


sed benditos del Se or, creador de los cielos y la tierra.


Nuestro socorro está en el nombre del Se or, hacedor de los cielos y la tierra.


Por la palabra del Se or los cielos fueron hechos, por el soplo de su boca, sus ejércitos.


Del director. Del siervo de Yahveh. De David.


¿Quién podr a en los cielos compararse al Se or? ¿Quién podr a igualársele entre los hijos de los dioses?


Suyo es el mar, es él quien lo ha formado, hechura de sus manos es la tierra firme.


Porque en seis d as hizo Yahveh el cielo, la tierra y el mar, y todo cuanto contienen; pero el d a séptimo descansó. Por eso bendijo Yahveh el d a del sábado y lo declaró santo.


Una voz proclama: preparad en el desierto el camino de Yahveh, trazad en la estepa la calzada para nuestro Dios.


Una voz dice: '¡Proclama!'. Y yo dije: '¿Qué proclamo?'. Todo mortal es hierba y toda su gracia como flor del campo.


Sube a un monte elevado, mensajera de Sión. Alza con fuerza tu voz, mensajera de Jerusalén. Álzala sin miedo, di a las ciudades de Judá: mirad a vuestro Dios.


Rindan gloria a Yahveh y su alabanza en las islas anuncien.


¡Exaltad, cielos, porque Yahveh lo ha hecho! ¡Aclamad, profundidades de la tierra! ¡Prorrumpid, monta as, en júbilo, el bosque con todos sus árboles, porque Yahveh redimió a Jacob y en Israel manifiesta su gloria!


Clama a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como trompeta y anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob sus pecados.


Yahveh es el Dios verdadero, el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su ira tiembla la tierra, y las naciones no soportan su furor.


'Hijo de hombre, di: as dice el Se or Yahveh al pa s de Israel: 'El fin ha llegado, ha llegado el fin a los cuatro confines de la tierra.


¡El fin llega, llega el fin, ya te acecha, he aqu que ya llega!


Después dijo: 'Mira, voy a darte a conocer lo que sucederá al final de la cólera, porque el fin está prefijado.


¡Emboca la trompeta! ¡Que el águila se cierna sobre la casa de Yahveh! Violaron mi alianza y contra mi ley se rebelaron.


Si no escucháis y no hacéis la intención firme de dar gloria a mi nombre - dice Yahveh Sebaot -, lanzaré contra vosotros la maldición y maldeciré vuestras bendiciones. Las maldeciré porque ninguno de vosotros lo hacéis de corazón.


Velad, pues; porque no sabéis el d a ni la hora.


¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino sólo este extranjero?'.


diciendo a gritos: '¿Qué hacéis, hombres? También nosotros somos hombres, sujetos a las mismas miserias que vosotros, y os traemos la buena noticia de que debéis convertiros de estas vanidades al Dios vivo que hizo el cielo y la tierra y el mar y todo cuanto hay en ellos.


Dijo entonces Josué a Acán: 'Hijo m o, da gloria a Yahveh, Dios de Israel, y tribútale alabanza. Declárame lo que has hecho y no me ocultes nada'.


El final de todo está cerca. Sed, pues, sensatos y velad en la oración.


En aquel momento se produjo un gran terremoto; se derrumbó la décima parte de la ciudad y murieron por el terremoto siete mil personas. Los demás quedaron quedaron sobrecogidos de espanto y dieron gloria al Dios del cielo.


Las naciones se hab an airado, mas llegó tu ira y el tiempo de juzgar a los muertos, de dar la recompensa a tus siervos, los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los peque os y a los grandes, y de destruir a los que destru an la tierra'.


¿Quién no temerá, Se or, y no glorificará tu nombre? Porque sólo tú eres santo, porque todos los pueblos vendrán y se postrarán ante ti, porque tus justos designios han quedado manifiestos'.


Y quedaron abrasados los hombres con fuego intenso. Blasfemaron entonces del nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, pero no se convirtieron para darle gloria.


de pie, a lo lejos, por el temor de su tormento, diciendo: '¡Ay, ay de la gran ciudad, de Babilonia, de la ciudad poderosa! Porque en una hora ha venido tu castigo'.


Porque en una hora quedó devastada tanta riqueza'. Todos los pilotos, todos los que se dedican al cabotaje y las tripulaciones de cuantos bregan en el mar se detuvieron a lo lejos


Echaron polvo sobre sus cabezas y gritaban llorando y lamentándose, diciendo: '¡Ay, ay de la gran ciudad, de cuya opulencia se enriquecieron cuantos ten an las naves en el mar! Porque en una hora quedó desierta.


Y salió del trono una voz que dec a: 'Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, los que le teméis, peque os y grandes'.


'Digno eres, Se or y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder. Porque tú creaste todas las cosas, por tu voluntad existen y fueron creadas'.


Y cada vez que los seres vivientes den gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,


Tocó el tercer ángel. Se desplomó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los r os y sobre las fuentes de las aguas.


Haced, pues, figuras de vuestros tumores y figuras de las ratas que arruinan el pa s, as daréis gloria al Dios de Israel. Quizá entonces el peso de su mano sobre vosotros, vuestros dioses y vuestro pa s, sea más ligero.


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