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Amós 6:1 - Biblia Castilian 2003

1 ¡Ay de los que viven tranquilos en Sión y de los que se sienten seguros en el monte de Samar a, hombres notables de la primera de las naciones, a quienes acude la casa de Israel!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 ¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 ¡Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en Jerusalén, y a ustedes que se sienten seguros en Samaria! Son famosos y conocidos en Israel, y la gente acude a ustedes en busca de ayuda.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 ¡Ay de ustedes, los primeros de la primera de las naciones, a quienes acude todo el mundo en Israel! Ustedes descansan en su orgullo y se sienten seguros en el cerro de Samaria,

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 ¡Ay de los que viven tranquilos en Sión, Y de los que confían en el monte de Samaria, Hombres prominentes de la primera de las naciones, A quienes acude la casa de Israel!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 ¡Ay de los que viven tranquilos en Sión y de los que se sienten seguros en el monte de Samaría, hombres notables de la primera de las naciones, a quienes acude la casa de Israel!

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Amós 6:1
26 Referans Kwoze  

Compró el monte de Samar a a Sémer por dos talentos de plata y lo fortificó; y a la ciudad que hab a construido la llamó Samar a, del nombre de Sémer, propietario del monte.


Bastante se ha saciado nuestra alma de las burlas del holgado, de las afrentas del soberbio.


La rebeld a de los simples es su muerte y la indolencia de los necios su perdición.


Temieron en Sión los pecadores, temblor sobrecogió a los imp os. ¿Quién de nosotros morará en fuego devorador? ¿Quién de nosotros morará en hogueras eternas?


Santo para Yahveh era Israel, primicia de su cosecha; cuantos lo com an, pecaban, les llegaba la desgracia - oráculo de Yahveh -.


Descansaba Moab desde su juventud, reposaba como vino en su poso; no hab a sido trasegado de tinaja en tinaja, ni hab a ido al destierro; por eso reten a su sabor, no se alteraba su aroma.


Levantaos, subid contra una nación tranquila, que habita segura - oráculo de Yahveh - que no tiene ni puertas ni cerrojos, vive solitaria.


Iré, pues, a los grandes y les hablaré, porque éstos conocen el camino de Yahveh, el derecho de su Dios'. Pero son precisamente todos éstos quienes quebraron el yugo y rompieron las coyundas.


No confiéis en estas enga osas palabras: 'Templo de Yahveh, templo de Yahveh, templo de Yahveh es éste'.


¡Ay, cómo se sienta solitaria Álef la ciudad populosa! Es como una viuda la grande entre las naciones. La princesa entre las provincias está sujeta a tributo.


Sólo a vosotros conoc entre todas las familias de la tierra, por eso os castigaré por todas vuestras iniquidades.


Proclamad en los palacios de Asdod y en los palacios del pa s de Egipto y decid: 'Congregaos en el monte de Samar a y mirad sus enormes desórdenes y cuántas opresiones en su interior'.


Escuchad esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samar a, que oprim s a los indigentes, maltratáis a los pobres y dec ais a vuestros maridos: '¡Traed acá! ¡Bebamos!'.


que juran por Asemá de Samar a y dicen: '¡Viva tu dios, Dan!' y '¡Viva el culto de Berseba!'. Caerán y no se levantarán.


A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, esos que dicen: 'No se acercará ni vendrá sobre nosotros la desgracia'.


Y dije: 'Escuchad, pues, jefes de Jacob, gobernantes de la casa de Israel: ¿acaso no os toca a vosotros reconocer el derecho?'.


En aquel tiempo, registraré Jerusalén con linternas y castigaré a los hombres que se sientan sobre las heces y dicen en su corazón: 'Yahveh no hace nada, ni bueno ni malo'.


Nos engendró por propia iniciativa, con palabra de verdad, para que fuéramos como primicias de su creación.


Habéis disfrutado en la tierra, os habéis entregado al placer, habéis cebado vuestros corazones para el d a de la matanza.


Abandonad en él todas vuestras preocupaciones, porque él cuida de vosotros.


Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Vieron que aquella gente viv a confiada, a la manera de los sidonios, tranquila y segura, sin que faltara nada en el pa s, rico en recursos, alejado de los sidonios y sin relación alguna con nadie.


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