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Amós 4:10 - Biblia Castilian 2003

10 Envié contra vosotros una peste como la peste de Egipto; maté con la espada a vuestros jóvenes y vuestros caballos eran capturados; hice subir a vuestras narices el hedor de vuestros campamentos. Pero no habéis vuelto a m - oráculo de Yahveh -.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 «Les mandé plagas como las que envié sobre Egipto hace tiempo. ¡Maté a sus jóvenes en la guerra y llevé lejos a todos sus caballos! ¡El hedor de la muerte llenó el aire!, pero aun así, ustedes no se volvieron a mí», dice el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Desencadené sobre ustedes una peste parecida a la de Egipto; masacré por la espada a sus jóvenes y se llevaron a todos sus caballos; hice que subiera hasta sus narices la hediondez de sus muertos en combate. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Os envié la peste que envié sobre los egipcios,° Maté a espada a vuestros jóvenes junto con lo mejor de vuestra caballería,° E hice que el hedor de vuestro campamento Subiera a vuestras propias narices,° Pero no os volvisteis a mí, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Envié contra vosotros una peste como la peste de Egipto; maté con la espada a vuestros jóvenes y vuestros caballos eran capturados; hice subir a vuestras narices el hedor de vuestros campamentos. Pero no habéis vuelto a mí -oráculo de Yahveh-.

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Amós 4:10
42 Referans Kwoze  

Por aquellos d as, Yahveh comenzó a cercenar el territorio de Israel, pues Jazael batió a Israel en todas sus fronteras:


Por eso se encendió la cólera de Yahveh contra Israel y lo entregó en manos de Jazael, rey de Aram, y de Ben Hadad, hijo de Jazael, durante todo aquel tiempo.


Por eso no le quedó a Joacaz más ejército que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Aram los hab a destruido y los hab a dejado como polvo de trilla.


Jazael le preguntó: '¿Por qué llora mi se or?'. Respondió él: 'Porque sé el mal que vas a hacer a los israelitas: entregarás al fuego sus fortalezas, matarás a filo de espada a sus jóvenes, estrellarás a sus ni os de pecho y abrirás el vientre a sus embarazadas'.


Pero Yahveh endureció el corazón del Faraón, que no quiso dejarles salir.


Moisés y Aarón fueron al Faraón y le dijeron: 'As habla Yahveh, Dios de los hebreos: '¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante m ? Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.'


Yo endureceré el corazón del Faraón, que se lanzará tras ellos, pero yo me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército. As reconocerán los egipcios que yo soy Yahveh'. As lo hicieron.


Y dijo: 'Si escuchas de veras la voz de Yahveh, tu Dios, y haces lo que es recto a sus ojos; si prestas o do a sus mandatos y si guardas todas sus leyes, no te enviaré ninguna de las enfermedades con que he afligido a Egipto, porque yo soy Yahveh, el que te sana'.


Yo estableceré una distinción entre mi pueblo y el tuyo. Ma ana se realizará esta se al''.


Endureció Yahveh el corazón del Faraón y éste no los escuchó, tal y como lo hab a predicho Yahveh a Moisés.


Tú te opones todav a a mi pueblo y no lo dejas partir.


Sus muertos yacerán tirados, de sus cadáveres subirá el hedor. Se disolverán los montes con su sangre,


Mirad: todos vosotros, que prendéis fuego, que encendéis antorchas, caminad a la luz de vuestro fuego y de las antorchas que encendéis. Por mi mano os ocurre esto: yaceréis en lugar de tormentos.


Pero el pueblo no se volvió a quien lo her a, no buscaron a Yahveh Sebaot.


Y Yahveh cortó de Israel cabeza y cola, palma y junco en un solo d a.


Pues arde como fuego la maldad, que devora zarzas y abrojos; prende en los matorrales del bosque, que crepitan en remolinos de humo.


Por eso, as dice Yahveh Sebaot: 'Aqu estoy yo para castigarlos: los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas morirán de hambre, y no quedará de ellos ni resto, pues traeré una desgracia sobre las gentes de Anatot el a o de su castigo'.


Voy a imponerles cuatro clases de males: - oráculo de Yahveh -: la espada para matar, los perros para despedazar, las aves del cielo para devorar, las fieras de la tierra para aniquilar.


morirán de enfermedades angustiosas, no serán llorados ni enterrados, sino que servirán de estiércol sobre la superficie de la tierra. Perecerán a espada y de hambre y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las fieras de la tierra'.


Por eso, entrega sus hijos al hambre, y vuélcalos en manos de la espada. ¡Sean sus mujeres privadas de hijos y viudas! ¡Sean sus maridos muertos por la peste! ¡Sean sus jóvenes heridos por la espada en la batalla!


El devastador de Moab sube contra él, la flor de sus jóvenes baja al matadero - oráculo del Rey, cuyo nombre es Yahveh Sebaot -.


En sus plazas caerán sus jóvenes, todos los guerreros perecerán aquel d a - oráculo de Yahveh Sebaot -.


Yahveh, ¿no buscan tus ojos la verdad? Los has golpeado y no se han dolido; los has consumido, y no quisieron aprender la lección. Tienen la cara más dura que una piedra, no quieren convertirse.


Por eso estoy lleno de la ira de Yahveh, estoy cansado de reprimirla. Vuélcala sobre el ni o en la calle, y sobre la tertulia de jóvenes también. Pues presos serán el hombre y la mujer, el anciano y la colmada de d as.


As dice Yahveh: 'No se ufane de su sabidur a el sabio, no se ufane de su valent a el valiente, no se ufane de su riqueza el rico,


Volverán al pa s de Egipto, Asiria será su rey, porque no quisieron convertirse.


Al que viene del norte lo alejaré de vosotros, lo arrojaré a una tierra árida y desolada: su vanguardia al mar oriental, y al mar occidental su retaguardia. Ascenderá su hedor, subirá su fetidez'. ¡Porque Yahveh hace maravillas!


entonces yo haré con vosotros lo siguiente: os enviaré el terror, la consunción y la fiebre, que os apagarán la vista y os agotarán el aliento. Sembraréis en balde vuestra semilla, pues serán vuestros enemigos quienes se la comerán.


Traeré sobre vosotros la espada, la espada que vengará mi alianza. Buscaréis refugio en vuestras ciudades, pero yo enviaré la peste en medio de vosotros y os entregaréis a vuestros enemigos.


Os he hecho estar con dientes limpios en vuestras ciudades, faltos de pan en vuestros lugares. Pero no habéis vuelto a m - oráculo de Yahveh -.


Gemirán las cantoras del palacio en aquel d a - oráculo del Se or Yahveh -. Los cadáveres serán numerosos; a cualquier lugar se les arrojará en silencio'.


Yo destru a con a ublo, tizón y granizo todo el trabajo de vuestras manos, y no estaba con vosotros - oráculo de Yahveh -.


Yahveh hará que la peste se te pegue hasta que acabe contigo sobre el suelo en cuya posesión vas a entrar.


Yahveh te herirá de consunción, de fiebre, de inflamación, de gangrena, de sequ a, de mildiu y de tizón, que te perseguirán hasta exterminarte.


Traerá sobre ti todas aquellas plagas de Egipto ante las cuales quedabas aterrorizado y se pegarán a ti.


Yahveh alejará de ti toda enfermedad; no te mandará ninguna de esas plagas malignas de Egipto que tú conoces, sino que las descargará sobre todos aquellos que te odian.


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