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2 Tesalonicenses 3:5 - Biblia Castilian 2003

5 Que el Se or dirija vuestros corazones al amor de Dios y a la perseverante espera de Cristo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

5 Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Que el Señor les guíe el corazón a un entendimiento total y a una expresión plena del amor de Dios, y a la perseverancia con paciencia que proviene de Cristo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Que el Señor fije sus corazones en la buena dirección para que puedan amar a Dios y soportar cristianamente la adversidad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el Señor dirija vuestros corazones en el amor de Dios y en la paciencia del Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Que el Señor dirija vuestros corazones al amor de Dios y a la perseverante espera de Cristo.

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2 Tesalonicenses 3:5
33 Referans Kwoze  

sino que incline hacia él nuestros corazones, para que andemos por todos sus caminos y guardemos todos los mandatos, leyes y preceptos que él prescribió a nuestros padres.


¡Oh Yahveh, Dios de nuestros padres Abrahán, Isaac e Israel, conserva por siempre estos designios del corazón de tu pueblo, y mantén su corazón fijo en ti!


Pon en m inclinación a tus avisos y no a mi provecho.


ojalá que mis pasos sean firmes en la guarda de tus leyes.


Del director. De David. Salmo.


En todos tus caminos reconócele y él enderezará tus senderos.


Reconozco, Se or, que no es el hombre due o de su camino, ni de quien anda el dirigir sus pasos.


Ésta será la alianza que sellaré con la casa de Israel, después de aquellos d as - oráculo de Yahveh -: Pongo mi ley en su interior y la escribo en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Bueno es aguardar en silencio el auxilio de Yahveh.


y la esperanza no decepciona, porque se ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios por medio del Esp ritu Santo que nos ha sido dado.


Pero, si estamos esperando lo que no vemos, con constancia y con ansia lo aguardamos.


Sabemos, además, que en todas las cosas interviene Dios para el bien de quienes le aman, de quienes son llamados según su designio.


Cuando uno ama a Dios, este tal es conocido por Él.


Por el contrario, el fruto del Esp ritu es amor, alegr a, paz, comprensión, paciencia, bondad, fidelidad,


Yahveh, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tu descendencia, para que ames a Yahveh, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y para que as vivas.


y para esperar la vuelta del cielo de su Hijo, a quien resucitó de entre los muertos, a Jesús, que nos libra de la ira venidera.


ante Dios, nuestro Padre, recordamos la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la constancia de vuestra esperanza en nuestro Se or Jesucristo.


¡Que Dios mismo, nuestro Padre, y nuestro Se or Jesús nos pongan en buen camino hacia vosotros!


Y ahora está ya preparada para m la corona de justicia, con la que me retribuirá en aquel d a el Se or, el juez justo; y no sólo a m, sino también a todos los que hayan mirado con amor su venida.


mientras aguardamos la bienaventurada esperanza, o sea, la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús,


as también Cristo, ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos, se aparecerá, la segunda vez, sin relación ya con el pecado, a los que a él aguardan, para darles la salvación.


Escuchad, hermanos m os queridos: ¿no eligió Dios a los pobres según el mundo para ser ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman?


Si, pues, Cristo ha padecido en carne, armaos también vosotros de la misma idea, a saber, que el que ha padecido en la carne ha quedado desligado del pecado,


aguardando y apresurando la parus a del d a de Dios, en el que los cielos se disolverán incendiados y los elementos se fundirán abrasados por el fuego!


Nosotros amamos porque él nos amó primero.


Yo, Juan, vuestro hermano y compa ero en la tribulación, en el reino y en la constante espera de Jesús, estuve en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.


Quien está destinado al cautiverio, al cautiverio vaya. Quien mata a espada, a espada muera. Es la hora de la constancia y de la fe del pueblo santo.


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