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2 Tesalonicenses 3:2 - Biblia Castilian 2003

2 y para que podamos as vernos libres de los hombres malvados y perversos; pues no todos tienen la fe.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Oren, también, para que seamos rescatados de gente perversa y mala, porque no todos son creyentes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Que Dios nos libre también de los individuos indeseables y malos, ya que no todos creen.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 y para que seamos librados de hombres pervertidores y perversos, porque la fe no es de todos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 y para que podamos así vernos libres de los hombres malvados y perversos; pues no todos tienen la fe.

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2 Tesalonicenses 3:2
18 Referans Kwoze  

Jesús respondió: '¡Oh generación incrédula y pervertida! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo acá'.


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os preocupáis por el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, mientras habéis descuidado lo de más peso en la ley: la justicia, la misericordia y la lealtad! Esto es lo que hab a que practicar, sin dejar aquello.


Yo os digo: les hará justicia sin tardanza. Con todo, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará acaso la fe sobre la tierra?'.


Pero al ver los jud os la muchedumbre, se llenaron de envidia y contradec an con injurias las afirmaciones de Pablo.


Pero los jud os instigaron a las mujeres devotas y distinguidas y a los principales de la ciudad, y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, expulsándolos de sus confines.


Pero los jud os recalcitrantes excitaron y enconaron los ánimos de los gentiles contra los hermanos.


Entonces los jud os, llenos de envidia, reunieron a unos cuantos vagabundos, maleantes y revoltosos y amotinaron la ciudad. Se presentaron ante la casa de Jasón con la intención de entregarlos al populacho.


Porque me parece absurdo enviar un preso, sin indicar al mismo tiempo los cargos que se le imputan'.


Unos asent an a lo que dec a y otros rehusaban creer.


Pero no todos aceptaron el evangelio. Ya lo dice Isa as: Se or, ¿quién ha cre do nuestra predicación?


para que me vea libre de los incrédulos que hay en Judea, y para que este servicio m o en beneficio de Jerusalén sea bien recibido por los hermanos


Si sólo por motivos humanos luché en Éfeso con fieras, ¿de qué me servir a? Si los muertos no son resucitados, ¡A comer y beber, que ma ana moriremos!


Y ha dicho: les ocultaré mi rostro, veré cuál es su fin. Porque raza pervertida son ellos, hijos que no tienen lealtad.


Por eso quisimos ir a veros - al menos yo, Pablo, lo intenté una y otra vez -, pero Satanás nos lo impidió.


Pero el Se or me asistió y me dio fuerzas, de tal manera que, por mi medio, hubo una plena proclamación de la palabra y llegó a o dos de todos los gentiles; y yo mismo fui librado de las fauces del león.


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