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2 Reyes 7:6 - Biblia Castilian 2003

6 El Se or hab a hecho que en el campamento de los arameos se oyera un gran estruendo de carros, de caballos y de poderoso ejército, y se dijeron unos a otros: 'El rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y de los egipcios y vienen a atacarnos'.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengan contra nosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Pues el Señor había hecho que el ejército arameo escuchara el traqueteo de carros de guerra a toda velocidad, el galope de caballos y los sonidos de un gran ejército que se acercaba. Por eso se gritaron unos a otros: «¡El rey de Israel ha contratado a los hititas y a los egipcios para que nos ataquen!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Es que el Señor había hecho que se oyera en el campamento de los arameos un ruido de carros y de caballos, el estruendo de un inmenso ejército, ante lo cual se dijeron unos a otros: 'Seguramente el rey de Israel les pagó a los reyes de los hititas y de los egipcios para que vinieran a combatir con nosotros'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Porque Adonay° había hecho oír en el campamento de los sirios estruendo de carros, y ruido de caballos, y estrépito de un gran ejército; y cada uno había dicho a su compañero: ¡He aquí el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y a los reyes de Egipto para que vengan contra nosotros!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 El Señor había hecho que en el campamento de los arameos se oyera un gran estruendo de carros, de caballos y de poderoso ejército, y se dijeron unos a otros: 'El rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y de los egipcios y vienen a atacarnos'.

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2 Reyes 7:6
21 Referans Kwoze  

Cuando vieron los amonitas que se hab an hecho odiosos a David, mandaron contratar a sueldo a veinte mil infantes de los arameos de Bet Rejob y de los de Sobá, a mil hombres del rey de Maacá y a doce mil hombres de Tob.


Cuando oigas ruidos de pasos entre las copas de las balsameras, desencadena el ataque, porque Yahveh irá delante de ti para derrotar al ejército de los filisteos'.


Un carro importado de Musr costaba seiscientos siclos de plata, y un caballo ciento cincuenta. Los exportadores los tra an también para todos los reyes de los hititas y para los reyes de Aram.


Cada uno mató a su contrario. Los arameos se dieron a la fuga e Israel los persiguió. Ben Hadad, rey de Aram, logró escapar a u a de caballo con algunos jinetes.


He aqu que voy a poner en él un esp ritu tal que, al o r cierta noticia, se volverá a su pa s, y all le haré caer a filo de espada'.


A eso del anochecer se dispusieron a entrar en el campamento de los arameos y cuando llegaron al extremo del campamento vieron que no hab a all nadie.


En sus o dos suenan gritos de horror, cuando más tranquilo está le asalta el bandido.


Allá se hallan temblando de terror, pues Dios está con la progenie de los justos.


¡Ay de los que bajan a Egipto por ayuda y buscan apoyo en su caballer a! Conf an en los carros, que son muchos; en los jinetes, que son muy numerosos, y no miran al Santo de Israel, a Yahveh no consultan.


¿Cómo vas a hacer retroceder a un gobernador, a cualquiera de los menores servidores de mi se or? Tú conf as en Egipto, en espera de carros y jinetes.


También sus mercenarios son como novillos cebados; pero también ellos se vuelven, huyen a una, no resisten, pues les llega el d a de su ruina, el tiempo de su castigo.


O el ruido de sus alas cuando andaban: era como el fragor de aguas abundantes, como la voz de Sadday; un estruendo de multitudes como el estruendo de una batalla. Cuando se paraban, replegaban sus alas.


El rumor de las alas de los querubines llegaba hasta el atrio exterior; era como la voz de Sadday cuando habla.


Llevaban corazas como corazas de hierro y el ruido de sus alas era como ruido de carros de muchos caballos que se lanzan al combate.


Se mantuvieron, cada uno en su puesto, alrededor del campamento. Todos los del campamento corr an, gritaban y buscaban la huida.


Cundió el pánico en el campamento, en el campo y en toda la gente de la guarnición; y hasta la tropa de la avanzadilla fue v ctima del pánico. Tembló la tierra como presa de un terror divino.


Dirigiéndose David a Ajimélec, el hitita, y a Abisay, hijo de Servia, hermano de Joab, les dijo: '¿Quién quiere bajar conmigo al campamento donde está Saúl?'. Contestó Abisay: 'Yo bajaré contigo'.


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