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2 Reyes 4:38 - Biblia Castilian 2003

38 Volvió Eliseo a Guilgal. Hab a entonces hambre en la región. Estando los hijos de los profetas sentados ante él, dijo a su criado: 'Pon la olla grande y cuece un potaje para los hijos de los profetas'.

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Biblia Reina Valera 1960

38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

38 Eliseo regresó a Gilgal, y había hambre en la tierra. Cierto día, mientras un grupo de profetas estaba sentado frente a él, le dijo a su sirviente: «Pon una olla grande al fuego y prepara un guisado para el resto del grupo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

38 Eliseo volvió a Guilgal; había hambruna en la región. Cuando los hermanos profetas estaban sentados a su lado, dijo a su sirviente: 'Toma la olla grande y prepara un caldo para los hermanos profetas'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

38 Y Eliseo volvió a Gilgal. Había entonces hambre en la tierra, y los hijos de los profetas se sentaron delante de él, y dijo a su siervo: Prepara la olla grande y guisa un potaje para los hijos de los profetas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

38 Volvió Eliseo a Guilgal. Había entonces hambre en la región. Estando los hijos de los profetas sentados ante él, dijo a su criado: 'Pon la olla grande y cuece un potaje para los hijos de los profetas'.

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2 Reyes 4:38
34 Referans Kwoze  

Cierta vez, mientras Jacob preparaba un guiso, llegó Esaú del campo exhausto.


Hubo en tiempos del rey David un hambre que duró tres a os consecutivos. Consultó entonces David a Yahveh y Yahveh le respondió: 'Hay sangre sobre Saúl y sobre su familia, por haber dado él muerte a los gabaonitas'.


El as, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: '¡Vive Yahveh, Dios de Israel, a quien sirvo, que en estos a os no ha de haber roc o ni lluvia, sino por orden m a'.


Determinó Yahveh arrebatar al cielo a El as en un torbellino. El as y Eliseo hab an salido de Guilgal.


Los hijos de los profetas que hab a en Betel salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron: '¿No sabes tú que Yahveh quiere arrebatar hoy a tu se or por encima de tu cabeza?'. Él respondió: 'S, también yo lo sé. Pero callad'.


Una mujer, de entre las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciéndole: 'Mi marido, tu siervo, ha muerto, y bien sabes tú que tu siervo era temeroso de Yahveh. Pero el acreedor ha venido a llevarse a mis dos hijos para esclavos suyos'.


Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas y encontró una especie de cepa silvestre; tomó unas calabazas silvestres hasta llenar su manto. Luego volvió, las cortó en trozos y las echó en la olla del potaje, sin saber lo que era.


Eliseo habló a la mujer a cuyo hijo él hab a resucitado y le dijo: 'Disponte a partir, tú con tu familia, y vete a vivir donde puedas, porque Yahveh ha llamado al hambre, que vendrá sobre este pa s por siete a os'.


Arrancaban el armuelle entre la maleza, se alimentaban de ra ces de retama.


Feliz el hombre que me escucha vigilando a mis puertas cada d a, guardando los dinteles de mi entrada; (32b) felices los que guardan mis caminos.


diciendo: 'No corre prisa construir casas; ésta es la caldera y nosotros la carne'.


Por eso, as dice el Se or Yahveh: las v ctimas que en ella habéis dejado son la carne y la ciudad es la olla; y a vosotros os sacaré de ella.


'Hijo de hombre, si un pa s peca contra m, cometiendo una infidelidad, y yo, extendiendo mi mano contra él, le rompo el bastón del pan y le env o un hambre que extermine de él a hombres y animales;


'Propondrás, pues, una parábola a la casa de Israel y les dirás: as dice el Se or Yahveh: 'Arrima la olla al fuego, arr mala y échale agua también.


Cuando yo os retire el sustento del pan, diez mujeres cocerán vuestro pan en un solo horno. Os lo darán tan tasado que lo comeréis y seguirés teniendo hambre.


Amós respondió as a Amas as: 'Yo no era profeta, ni hijo de profeta, sino ganadero y cultivador de sicómoros.


Pero él les respondió: 'Dadles vosotros de comer'. Ellos le replican: '¿Pero vamos a ir nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?'.


Ten a ella una hermana, llamada Mar a, la cual, sentada a los pies del Se or, escuchaba su palabra.


Y resultó que a los tres d as lo encontraron en el templo, sentado ante los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


Os digo de verdad: muchas viudas hab a en Israel en tiempos de El as, cuando el cielo se cerró a la lluvia durante tres a os y seis meses, de suerte que sobrevino una gran hambre por toda la región;


La gente acud a a ver lo que hab a sucedido. Llegáronse a Jesús, y encontraron al hombre del que hab an salido los demonios, sentado ya, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús. Y quedaron llenos de espanto.


El hombre de quien hab an salido los demonios le rogaba que le permitiera acompa arlo; pero él lo despidió, diciéndole:


Él les respondió: 'Dadles vosotros de comer'. Pero ellos replicaron: 'No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar alimentos para toda esta gente'.


D celes Jesús: 'Muchachos, ¿no tenéis algo que comer?'. Ellos le respondieron: 'No'.


Cuando descendieron a tierra, ven puestas unas brasas y un pescado encima, y pan.


cómo Dios ungió con Esp ritu Santo y poder a Jesús de Nazaret, que pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.


Algunos d as más tarde, dijo Pablo a Bernabé: 'Vamos a visitar de nuevo a los hermanos por todas las ciudades en las que anunciamos la palabra del Se or, para ver cómo están'.


'Yo soy jud o, nacido en Tarso de Cilicia, pero he sido educado en esta misma ciudad, a los pies de Gamaliel, he sido instruido en el exacto cumplimiento de la ley patria y he estado lleno de celo por la causa de Dios, como lo sois todos vosotros hoy.


Despachó entonces Saúl emisarios para prender a David. Al contemplar un tropel de profetas en actitud de profetizar, presididos por Samuel, también los emisarios fueron presa del esp ritu de Dios y se sintieron arrebatados de entusiasmo profético.


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