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2 Reyes 25:4 - Biblia Castilian 2003

4 Los de la ciudad abrieron una brecha y todos los hombres de guerra huyeron de noche por el camino de la puerta que hab a entre los dos muros del jard n real, y aunque los caldeos ten an cercada la ciudad, se fueron por el camino de la estepa.

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Biblia Reina Valera 1960

4 Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Entonces abrieron una brecha en la muralla de la ciudad. Como la ciudad estaba rodeada por los babilonios, los soldados esperaron hasta la caída del sol y escaparon por la puerta que está entre las dos murallas detrás del jardín real. Entonces se dirigieron al valle del Jordán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Abrieron entonces un boquete en el muro y, de noche, huyeron todos los soldados por la Puerta-entre-las dos-murallas que da al jardín del rey, y tomaron el camino del desierto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y abierta ya una brecha° en la ciudad, mientras los caldeos tenían la ciudad cercada en derredor, todos los hombres de guerra huyeron de noche por el camino del portón, entre los dos muros, que estaba junto al jardín del rey, y se° fue camino del Arabá.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Los de la ciudad abrieron una brecha y todos los hombres de guerra huyeron de noche por el camino de la puerta que había entre los dos muros del jardín real, y aunque los caldeos tenían cercada la ciudad, se fueron por el camino de la estepa.

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2 Reyes 25:4
26 Referans Kwoze  

Pero las tropas caldeas salieron en persecución del rey, le dieron alcance en las llanuras de Jericó y todo su ejército se dispersó lejos de él.


Con esp ritu decidido, restauró toda la muralla derruida, levantó torres, construyó por fuera otra muralla, fortificó el Miló de la Ciudad de David y fabricó una gran cantidad de armas arrojadizas y de escudos.


Salún, hijo de Coljozé, gobernador del distrito de Mispá, trabajó en la restauración de la puerta de la Fuente; la reconstruyó, la cubrió y colocó las hojas, los cerrojos y los goznes. Reconstruyó también la muralla desde la piscina de Siloé, junto al jard n del rey, hasta las gradas que bajan de la ciudad de David.


Hicisteis un estanque entre los dos muros para el agua de la piscina vieja; pero no mirasteis al que lo hizo, no visteis a quien lo dispuso desde antiguo.


Todos tus jefes a una cayeron, lejos se escaparon; todos tus bravos cayeron prisioneros a una, sin arco cayeron prisioneros.


y Sedec as, rey de Judá, no escapará de la mano de los caldeos, sino que será entregado sin duda alguna en mano del rey de Babilonia, que le hablará boca a boca y sus ojos verán sus ojos,


Y tú no te librarás de su mano, sino que ciertamente serás apresado y entregado a él: tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia; su boca hablará con tu boca, y tú irás a Babilonia''.


Pero si no te pasas a los jefes del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en mano de los caldeos, que la incendiarán, y tú no escaparás de su mano'.


Como guardas de un campo se han puesto en cerco contra ella, pues contra m se rebeló - oráculo de Yahveh -.


Al grito de ¡jinetes y arqueros!, huye toda ciudad; se van a las selvas, escalan las rocas; todas las ciudades son evacuadas, y no queda en ellas ni un solo habitante.


as dice Yahveh: 'Mirad: voy a entregar al Faraón Jofrá, rey de Egipto, en mano de sus enemigos y en mano de quienes atentan contra su vida, como entregué a Sedec as, rey de Judá, en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, enemigo suyo, que atentaba contra su vida''.


Escalad sus terrazas y destruid, dadle el golpe de gracia; arrancad sus mugrones, pues no son de Yahveh.


Desterrada está Judá, en aflicción Gu mel y dura servidumbre; dispersa entre las naciones, no encuentra reposo. Le dieron alcance sus perseguidores, la cercaron de angustias.


Desapareció de la hija de Sión Váu toda su gloria. Sus pr ncipes eran como ciervos que no encuentran pasto; caminaban sin fuerzas delante del perseguidor.


El pr ncipe que está entre ellos llevará su equipaje a la espalda en la oscuridad y saldrá por el muro en el cual habrán abierto un boquete para sacarlo por él; se cubrirá el rostro, para no ver con sus propios ojos el pa s.


Y a todos los que lo rodean, a su guardia y a todas sus tropas, los esparciré a todos los vientos y desenvainaré mi espada detrás de ellos.


Sacarás tu equipaje, como equipaje de destierro, de d a, ante sus ojos; pero tú saldrás por la tarde en presencia de ellos como los que salen para el destierro.


El a o undécimo de nuestra deportación, el d a cinco del décimo mes, un fugitivo de Jerusalén me trajo esta noticia: 'La ciudad ha sido tomada'.


Yo me volveré contra vosotros, y seréis derrotados por vuestros enemigos; os dominarán los que os odian y huiréis sin que nadie os persiga.


Y a los que sobrevivan de vosotros yo les infundiré en su corazón tal pavor en tierra de sus enemigos que el ruido de una hoja al caer los sobresaltará y les hará huir como quien huye de espada sin que nadie los persiga.


'As dice Yahveh Sebaot: el ayuno del mes cuarto y el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo serán para la casa de Judá gozo y alegr a y solemne d a festivo. Pero amad la verdad y la paz'.


Yahveh hará que seas derrotado ante tus enemigos; por un camino irás contra ellos y por siete huirás de ellos, y serás el espanto de todos los reinos de la tierra.


¿Cómo un solo hombre puede perseguir a un millar, y dos poner en fuga a diez millares, si no es porque su Roca se los ha vendido, porque Yahveh se los ha entregado?


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