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2 Reyes 23:6 - Biblia Castilian 2003

6 Hizo sacar la aserá del templo de Yahveh a las afueras de Jerusalén, al torrente Cedrón y all la quemó; la redujo a cenizas y las arrojó en la fosa común de la plebe.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová, fuera de Jerusalén, al valle del Cedrón, y la quemó en el valle del Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los sepulcros de los hijos del pueblo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 El rey quitó del templo del Señor el poste dedicado a la diosa Asera y lo llevó fuera de Jerusalén, al valle de Cedrón, donde lo quemó. Luego molió las cenizas del poste hasta hacerlas polvo y tiró el polvo sobre las tumbas de la gente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Sacó de la casa de Yavé la Asera, la botó fuera de Jerusalén en el valle del Cedrón, y allí la mandó quemar y reducirla a cenizas, después tiró sus cenizas a la fosa común.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 E hizo sacar la Asera de la Casa de YHVH, la llevó fuera de Jerusalem, al torrente Cedrón, y la quemó en el torrente Cedrón hasta reducirla a ceniza, y echó su ceniza en la fosa común.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Hizo sacar la aserá del templo de Yahveh a las afueras de Jerusalén, al torrente Cedrón y allí la quemó; la redujo a cenizas y las arrojó en la fosa común de la plebe.

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2 Reyes 23:6
20 Referans Kwoze  

pues también ellos construyeron lugares altos, estelas y aserás sobre cualquier colina alta y bajo cualquier árbol frondoso.


Incluso despojó a su abuela Maacá de su dignidad de reina madre, porque hab a fabricado para aserá un dolo abominable. Cortó el dolo abominable y lo quemó en el torrente Cedrón.


Ajab hizo, además, una aserá. De este modo, Ajab siguió provocando la ira de Yahveh, Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que le hab an precedido.


Ten por seguro que el d a en que salgas y atravieses el torrente Cedrón, morirás irremisiblemente; tu sangre caerá sobre tu cabeza'.


sacaron del templo la estela y la quemaron,


demolieron el altar de Baal y destruyeron el templo de Baal, que convirtieron en letrinas hasta el d a de hoy.


Colocó el dolo de la aserá que se hab a fabricado en el templo del que Yahveh, hab a dicho a David y a Salomón, su hijo: 'En este templo, y en Jerusalén, la que yo escog de entre todas las tribus de Israel, estableceré mi nombre para siempre.


Demolió los altares que hab a en la terraza de la cámara alta de Ajaz, erigidos por los reyes de Judá, as como los altares que hab a erigido Manasés en los dos patios del templo de Yahveh; los sacó de all, los redujo a polvo y arrojó el polvo al torrente Cedrón.


Además, demolió el altar de Betel y el lugar alto que hab a hecho Jeroboán, hijo de Nebat, el que hizo pecar a Israel; destrozó, pues, a la vez el altar y el lugar alto. Quemó el lugar, lo redujo a cenizas y quemó la aserá.


Incluso a Maacá, madre de Asá, la despojó el rey de su dignidad de reina madre, porque hab a fabricado para aserá un dolo abominable. Asá derribó el dolo, lo hizo pedazos y lo quemó en el torrente Cedrón.


Restauró los lugares altos que su padre, Ezequ as, hab a demolido; erigió altares a los baales, reconstruyó aserás, se postró ante todo el ejército del cielo y le rindió culto.


Demolieron en su presencia los altares de los baales, hizo pedazos los obeliscos solares que hab a encima de ellos y las aserás; rompió las imágenes esculpidas y las fundidas, las pulverizó y las esparció sobre los sepulcros de los que les hab an ofrecido sacrificios.


Después tomó el becerro que hab an hecho, lo quemó y lo trituró hasta reducirlo a polvo, lo disolvió en agua y se lo hizo beber a los israelitas.


Como a sus hijos, as recuerdan sus altares y sus aserás, junto al árbol frondoso, sobre las altas colinas


Por eso, as dice Yahveh acerca de Joaqu n, hijo de Jos as, rey de Judá: ¡Ay de este hombre! No se lamentarán por él, diciendo: '¡Ay, hermano m o!', o: '¡Ay, hermana m a!'. No se lamentarán por él: '¡Ay, Se or!', o: '¡Ay su majestad!'.


Y todo el valle de los cadáveres y de la ceniza, y todos los campos hasta el torrente Cedrón, hasta el ángulo de la Puerta de los Caballos, al este, serán cosa santa para Yahveh. No se arrancará ni se destruirá nunca más.


Dicho esto, salió Jesús con sus disc pulos al otro lado del torrente Cedrón, donde hab a un huerto, en el cual entró él con sus disc pulos.


Quemaréis en el fuego las esculturas de sus dioses; no codiciarás la plata y el oro que las recubren, ni te lo apropiarás, no sea que por ello caigas en una trampa, pues es una abominación para Yahveh, tu Dios,


Tomé aquella obra de pecado que os hab ais fabricado, aquel becerro, lo quemé, lo hice pedazos y lo trituré hasta reducirlo a polvo, y arrojé ese polvo al torrente que baja de la monta a.


Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos de Yahveh y, olvidándose de Yahveh, su Dios, dieron culto a los baales y aserás.


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