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2 Reyes 23:2 - Biblia Castilian 2003

2 Subió luego el rey al templo de Yahveh, acompa ado de todos los hombres de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén: los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor; y leyó ante ellos todas las palabras del libro de la alianza encontrado en el templo de Yahveh.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y subió el rey a la casa de Jehová con todos los varones de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, oyéndolo ellos, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Luego subió al templo del Señor junto con todos los habitantes de Judá y de Jerusalén, acompañado por los sacerdotes y los profetas: toda la gente, desde el menos importante hasta el más importante. Allí el rey les leyó todo el libro del pacto, que se había encontrado en el templo del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Subió a la casa de Yavé acompañado de todos los hombres de Judá, de todos los habitantes de Jerusalén, de los sacerdotes y de los profetas, de todo el pueblo desde el más chico hasta el más grande. Delante de ellos leyó todas las palabras del Libro de la Alianza que había sido encontrado en la casa de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y el rey subió a la Casa de YHVH, y cada hombre de Judá y todos los habitantes de Jerusalem iban con él, así como los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor. Entonces él leyó a oído de ellos todas las palabras del Rollo del pacto que había sido hallado en la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Subió luego el rey al templo de Yahveh, acompañado de todos los hombres de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén: los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor; y leyó ante ellos todas las palabras del libro de la alianza encontrado en el templo de Yahveh.

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2 Reyes 23:2
18 Referans Kwoze  

Y a los que estaban a la entrada de la casa, los hirieron de ceguera, desde el menor hasta el mayor, de modo que no lograron dar con la puerta.


En el arca no hab a más que las dos tablas de piedra que en ella depositó Moisés en Horeb, después que Yahveh pactó alianza con los israelitas cuando éstos salieron de la tierra de Egipto.


El sumo sacerdote, Jilqu as, dijo a Safán, el secretario: 'He hallado el libro de la ley en el templo de Yahveh'. Jilqu as entregó el libro a Safán, y éste lo leyó.


de modo que quienquiera que no buscase a Yahveh, Dios de Israel, hab a de morir, fuese peque o o grande, hombre o mujer.


Iban ense ando por Judá, llevando consigo el libro de la ley de Yahveh. Recorrieron todas las ciudades de Judá, ense ando al pueblo.


En aquel tiempo se leyó el libro de Moisés al pueblo, y se halló escrito en él que los amonitas y los moabitas no podr an entrar jamás en la comunidad de Dios,


En pie, cada uno en su sitio, oyeron la lectura del libro de la ley de Yahveh, su Dios, durante una cuarta parte del d a. Durante otra cuarta parte confesaron sus pecados y adoraron a Yahveh, su Dios.


Transcurridos estos d as, el rey dio a todo el pueblo que habitaba en la ciudadela de Susa, desde el mayor hasta el menor, un fest n por espacio de siete d as en la explanada de los jardines del palacio real.


All se confunden peque os y grandes, y el siervo queda libre de su due o.


bendecirá a los fieles del Se or, lo mismo a los peque os que a los grandes.


Palabra que le fue dirigida a Jerem as de parte de Yahveh, después del acuerdo concluido por el rey Sedec as con todo el pueblo que hab a en Jerusalén para proclamar ante ellos una manumisión,


pero, gracias a la ayuda que recib de Dios, me he mantenido firme hasta el d a de hoy dando testimonio a peque os y grandes, sin decir otra cosa distinta de lo que predijeron los profetas y Moisés que hab a de suceder:


'Tomad este libro de la ley y ponedlo al lado del arca de la alianza de Yahveh, vuestro Dios, para que esté all como testimonio contra ti.


Vi a los muertos, grandes y peque os, de pie delante del trono, y se abrieron los libros. Se abrió otro libro, que es el de la vida. Se juzgó a los muertos de acuerdo con lo que estaba escrito en los libros, según sus obras.


Se hab an llevado llevado cautivas a las mujeres y a cuantos hab a en ella, grandes y peque os. No mataron a nadie, pero se los llevaron prisioneros y continuaron su camino.


Pero apenas trasladada, la mano de Yahveh se dejó sentir sobre la ciudad provocando una gran conmoción: los habitantes de la ciudad, peque os y grandes, fueron castigados con tumores.


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