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2 Reyes 2:24 - Biblia Castilian 2003

24 Se volvió para atrás, los miró y los maldijo en nombre de Yahveh. Y al momento salieron del bosque dos osos y despedazaron a cuarenta y dos de los muchachos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

24 Y mirando él atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Eliseo se dio la vuelta, los miró y los maldijo en el nombre del Señor. Entonces dos osos salieron del bosque y atacaron a cuarenta y dos de ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Se volvió y mirándolos los maldijo en nombre de Yavé; salieron del bosque dos osas y desgarraron a cuarenta y dos de esos muchachos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Y él se volvió para verlos, y los vio y los maldijo en el nombre de YHVH. Y salieron del bosque dos osas que despedazaron a cuarenta y dos de aquellos muchachos.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Se volvió para atrás, los miró y los maldijo en nombre de Yahveh. Y al momento salieron del bosque dos osos y despedazaron a cuarenta y dos de los muchachos.

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2 Reyes 2:24
28 Referans Kwoze  

dijo: '¡Maldito sea Canaán! Sea el esclavo de esclavos de sus hermanos'.


Y a adió Jusay: 'Tú sabes que tu padre y sus hombres son valientes y que ahora están exasperados como una osa en el campo a la que han quitado sus cachorros. Por otra parte, tu padre es hombre de guerra, y no pasará la noche con la tropa.


Partió, y un león lo sorprendió en el camino y lo mató. Su cadáver quedó tendido en el camino. El asno permaneció junto a él, y también el león se quedó junto al cadáver.


Al que escape de la espada de Jazael lo matará Jehú; y al que escape de la espada de Jehú, lo matará Eliseo.


Entonces, el primero le dijo: 'Porque no has obedecido la voz de Yahveh, apenas te separes de m te matará un león'. Y en cuanto se separó de su lado, lo sorprendió un león y lo mató.


De aqu se fue al monte Carmelo, de donde se volvió a Samar a.


No te postrarás ante ellas, ni las servirás; porque yo, Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo en los hijos la falta de los padres hasta la tercera y cuarta generación de aquellos que me odian,


Mejor es topar con una osa privada de sus cr as que con un necio en su necedad.


Los azotes son para los insolentes; los golpes, para la espalda de los necios.


León rugiente y oso hambriento: tal es el jefe perverso en un pueblo pobre.


Por eso, as dice Yahveh: 'Mirad: voy a enviarte fuera de la superficie de la tierra: morirás en este a o, porque has predicado rebelión contra Yahveh''.


Dales la ceguera de corazón. ¡Caiga tu maldición sobre ellos!


Los atacaré como osa privada de sus cr as, les rasgaré el corazón dentro del pecho, los devoraré all mismo como un león, las fieras del campo los despedazarán.


Soltaré contra vosotros bestias salvajes, que os arrebatarán vuestros hijos, despedazarán vuestro ganado y os diezmarán, de modo que vuestros caminos quedarán desiertos.


Pues bien as dice Yahveh: 'Tu mujer se prostituirá en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán a espada, tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en tierra impura. Israel será deportado lejos de su tierra''.


Y dirigiéndose a ella, le dijo: 'Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti'. Sus disc pulos lo estaban oyendo.


Entonces Pedro, cayendo en la cuenta, le dice: '¡Rabb ! Mira, la higuera que tú maldijiste se ha quedado seca'.


Al o r Anan as estas palabras cayó al suelo y expiró. Y un gran temor se apoderó de todos los oyentes.


Y Pedro a ella: '¿Conque os pusisteis de acuerdo entre vosotros para tentar al Esp ritu del Se or? Pues mira, están llegando a la puerta los que acaban de enterrar a tu marido, y te llevarán a ti'.


Pero Pedro le dijo: 'Tu plata y tú, a la perdición, por haber pensado que el don de Dios se compra con dinero.


y estamos dispuestos a castigar cualquier rebeld a, cuando se haya logrado vuestra sumisión.


Pero, si no es as, que salga fuego de Abimélec y devore a los principales de Siquén y de Bet Miló, y que salga fuego de los principales de Siquén y de Bet Miló y devore a Abimélec.'


Y asimismo hizo Dios que todo el mal de los hombres de Siquén recayera sobre sus cabezas y que se cumpliera as sobre ellos la maldición de Jotán, hijo de Yerubaal.


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