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2 Reyes 10:5 - Biblia Castilian 2003

5 Y el mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los preceptores enviaron a decirle: 'Somos tus siervos y haremos cuanto nos digas. No proclamaremos rey a nadie; haz tú lo que mejor te parezca'.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y el mayordomo, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los ayos enviaron a decir a Jehú: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandes; no elegiremos por rey a ninguno, haz lo que bien te parezca.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Así que los administradores del palacio y de la ciudad, junto con los ancianos y con los tutores de los hijos del rey, enviaron el siguiente mensaje a Jehú: «Somos sus sirvientes y haremos todo lo que nos diga. No proclamaremos rey a nadie; haga lo que mejor le parezca».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los que educaban a los hijos del rey dieron a Jehú esta respuesta: 'Somos tus servidores y haremos todo lo que nos pidas. No proclamaremos rey. Haz lo que mejor te parezca'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y el que estaba sobre el palacio, y el que estaba sobre la ciudad, y los ancianos, y los tutores, enviaron a decir a Jehú: ¡Somos tus siervos y haremos todo lo que nos digas! No proclamaremos rey a nadie; haz lo que te parezca bien ante tus ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y el mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los preceptores enviaron a decirle: 'Somos tus siervos y haremos cuanto nos digas. No proclamaremos rey a nadie; haz tú lo que mejor te parezca'.

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2 Reyes 10:5
11 Referans Kwoze  

Ci éronse, pues, sacos a la cintura, se pusieron sogas en la cabeza y se presentaron ante el rey de Israel, diciéndole: 'Tu siervo Ben Hadad dice: 'Perdóname la vida''. Él respondió: 'Pero ¿vive todav a? ¡Es mi hermano!'.


Respondió el rey de Israel: 'Conforme a lo que dice el rey mi se or, tuyo soy yo con todo lo que me pertenece'.


Escribióles entonces él una segunda carta en la que dec a: 'Si estáis conmigo y escucháis mi voz, tomad las cabezas de los hijos de vuestro se or y venid a m ma ana, a estas horas, a Yizreel'. Los setenta hijos del rey estaban con los magnates de la ciudad encargados de su educación.


Entonces Ezequ as, rey de Judá, envió esta embajada a Laquis para decir al rey de Asiria: 'He pecado; aléjate de m y pagaré lo que me impongas'. El rey de Asiria impuso a Ezequ as, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.


No les hagáis caso; servid al rey de Babilonia, y viviréis. ¿Por qué habrá de ser esta ciudad una ruina?


¿Acaso he sido yo quien ha concebido a todo este pueblo? ¿Soy yo quien lo ha dado a luz, para que me digas: 'Llévalo en tu regazo', como lleva la nodriza al ni o de pecho, hasta el pa s que juraste dar a sus padres?


El que quiera servirme que me siga; y donde yo esté, all estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre'.


Nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos dijeron: 'Tomad en vuestras manos provisiones para el camino, id a su encuentro y decidles: siervos vuestros somos, haced, pues, desde ahora alianza con nosotros'.


Respondieron ellos a Josué: 'Somos tus siervos'. Le dijo a Josué: '¿Quiénes sois y de dónde venis?'.


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