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2 Reyes 10:11 - Biblia Castilian 2003

11 As que Jehú hizo matar a todos los que quedaban de la casa de Ajab en Yizreel: a todos sus magnates, a sus familiares y a sus sacerdotes, sin dejar ni un solo superviviente.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

11 Mató entonces Jehú a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus príncipes, a todos sus familiares, y a sus sacerdotes, hasta que no quedó ninguno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Después Jehú mató a los demás parientes de Acab que vivían en Jezreel, a todos sus funcionarios importantes, a sus amigos personales y a sus sacerdotes. Así que a Acab no le quedó ningún descendiente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Jehú dio muerte a todos los que aún estaban vivos de la casa de Ajab en Yizreel: a sus consejeros, sirvientes, sacerdotes; no dejó a nadie con vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y Jehú dio muerte a todos los que habían quedado de la casa de Acab en Jezreel, a todos sus grandes, a sus amigos, y a sus sacerdotes, hasta no dejarles remanente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Así que Jehú hizo matar a todos los que quedaban de la casa de Ajab en Yizreel: a todos sus magnates, a sus familiares y a sus sacerdotes, sin dejar ni un solo superviviente.

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2 Reyes 10:11
25 Referans Kwoze  

Por eso, yo voy a traer la desventura sobre la casa de Jeroboán: exterminaré de ella todo varón, esclavo o libre en Israel, y barreré la descendencia de la casa de Jeroboán como se barre el estiércol, hasta que desaparezca por completo.


Al comienzo de su reinado mató a toda la familia de Jeroboán; no dejó de Jeroboán alma viviente. Los exterminó, conforme al oráculo que Yahveh hab a predicho por medio de su siervo Aj as de Siló,


Al comienzo de su reinado, apenas se sentó en el trono, dio muerte a toda la familia de Basá, sin dejar a ningún varón, ni posibles vengadores de sangre ni amigos.


Ahora, manda reunir en torno m o a todo Israel en el monte Carmelo, as como a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen a la mesa de Jezabel'.


Ordenó entonces El as: 'Prended a los profetas de Baal, que no escape ni uno'. Los prendieron y El as los hizo bajar al torrente Quisón y all los degolló.


Haré con tu casa lo que hice con la de Jeroboán, hijo de Nebat, y con la de Basá, hijo de Aj as, por haber provocado tú mi ira y haber hecho pecar a Israel.


'¿Has visto cómo Ajab se ha humillado delante de m ? Por haberse humillado delante de m, no traeré la desgracia sobre su casa durante su vida, sino que la traeré durante la vida de su hijo'.


Reunió el rey de Israel a los profetas, unos cuatrocientos, y les preguntó: '¿Debo ir a atacar a Ramot de Galaad o debo renunciar?'. Y le respondieron: 'Sube; que el Se or la entregará en manos del rey'.


Luego Jehú se levantó y emprendió la marcha hacia Samar a. Por el camino, cuando estaba en Betequed de los Pastores,


Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que hab a all y quemó sobre estos altares huesos humanos. Luego regresó a Jerusalén.


Has de exterminar a la familia de Ajab, tu se or, pues voy a vengar en Jezabel la sangre de mis siervos los profetas y la de todos los siervos de Yahveh.


Trataré a la casa de Ajab como a la de Jeroboán, hijo de Nebat, y como a la de Basá, hijo de Aj as.


Pero estaba de Dios la ruina de Ocoz as, cuando éste fue a visitar a Jorán. Porque, as que llegó, salió con Jorán al encuentro de Jehú, hijo de Nims, a quien Yahveh hab a ungido para exterminar la casa de Ajab.


Y sucedió que, cuando Jehú estaba haciendo justicia contra la casa de Ajab, se encontró con los jefes de Judá y con los hijos de los hermanos de Ocoz as que estaban al servicio de Ocoz as, y los mató.


sin familia ni descendencia en su pueblo, sin quien le sobreviva en su patria.


perezca su estirpe en exterminio y en una generación desaparezca su nombre.


Mas al que tiende a lo torcido que el Se or lo conduzca con los art fices del mal. ¡La paz sobre Israel!


Trata con sabios y serás sabio; quien con necios anda, mal acaba.


Yahveh le dijo: 'Llámale Yizreel, porque dentro de poco castigaré a la casa de Jehú por los cr menes cometidos en Yizreel y acabaré con el reino de la casa de Israel.


Yahveh la entregó también, con su rey, en manos de Israel, que la pasó a filo de espada con todas las personas que en ella hab a, sin dejar supervivientes. Y trató a su rey como hab a tratado al de Jericó.


Yahveh los entregó en manos de Israel. Los derrotaron y persiguieron hasta Sidón la Grande, hasta Misrefot Máin y, por el oriente, hasta el valle de Mispá. Los batieron sin dejar supervivientes.


Cayó prisionera la bestia, y con ella el falso profeta, el que hac a a su servicio las se ales con las que extravió a los que recibieron la marca de la bestia y a cuantos adoraron su imagen. Ambos fueron arrojados vivos al lago de fuego que arde en azufre.


El diablo que los hab a seducido fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde están también la bestia y el falso profeta, y serán atormentados d a y noche por los siglos de los siglos.


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