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2 Crónicas 9:4 - Biblia Castilian 2003

4 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus cortesanos, el porte y las vestiduras de sus ministros, los coperos con sus trajes y la cámara alta desde la que sub a al templo de Yahveh, se quedó sin aliento

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Biblia Reina Valera 1960

4 y las viandas de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado de sus criados y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y la escalinata por donde subía a la casa de Jehová, se quedó asombrada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 quedó atónita. También estaba asombrada por la comida que se servía en las mesas del rey, por la forma en que estaban organizados sus funcionarios y la ropa espléndida que usaban, por los coperos y sus mantos, y por las ofrendas quemadas que ofrecía Salomón en el templo del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus servidores, el porte de sus ministros y sus vestidos, sus coperos, con sus trajes, y los sacrificios que ofrecía en la Casa de Yavé, se quedó sin aliento,

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 y los manjares de su mesa, y los asientos° de sus siervos, la disposición° de sus ministros y sus vestiduras, sus mayordomos y sus vestiduras, y la escalinata que subía a la Casa de YHVH, se quedó sin aliento,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus cortesanos, el porte y las vestiduras de sus ministros, los coperos con sus trajes y la cámara alta desde la que subía al templo de Yahveh, se quedó sin aliento

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2 Crónicas 9:4
22 Referans Kwoze  

los manjares de su mesa, las habitaciones de sus cortesanos, el porte y las vestiduras de la servidumbre, sus coperos y los holocaustos que ofrec a en el templo de Yahveh, se quedó sin aliento


Las provisiones de Salomón para cada d a eran: treinta koros de flor de harina y sesenta de harina corriente,


diez bueyes cebados y veinte de pasto, cien ovejas, sin contar ciervos, gacelas, gamos y aves cebadas.


Y para agradar al rey de Asiria, quitó también del templo de Yahveh el estrado del trono que se hab a construido en el templo y la entrada exterior del rey.


Están hasta el d a de hoy junto a la puerta del rey, al oriente. Ellos eran los porteros del campamento de los levitas.


Al mirar, vio al rey de pie junto a la columna, a la entrada, rodeado de los jefes y de los trompeteros, y a toda la gente del pa s alborozada, mientras sonaban las trompetas y mientras los cantores, con instrumentos músicos, dirig an las aclamaciones. Entonces Atal a se rasgó las vestiduras y gritó: '¡Traición, traición!'.


Cuando la reina de Sabá vio toda la sabidur a de Salomón y el palacio que hab a edificado,


y declaró al rey: '¡Ha resultado ser verdad cuanto hab a o do en mi pa s acerca de tus hechos y de tu sabidur a!


Ahora, oh Se or, esté atento tu o do a la oración de tu siervo, a la oración de tus siervos, que se complacen en reverenciar tu nombre. Concede a tu siervo que hoy tenga éxito y que halle clemencia ante ese hombre'. Yo era entonces copero del rey.


Mi alma desfallece por tu amparo, Kaf yo f o en tu palabra;


En seguida, respóndeme, Se or: el aliento me falta. No me ocultes tu rostro y que me iguale a los que bajan a la fosa.


'¡Venid a comer mi pan, bebed el vino que he mezclado!


Muchachas de Jerusalén, yo os conjuro: si encontráis a mi amado ¿qué le habéis de decir? Que estoy enferma de amor.


En cuanto al pr ncipe, podrá, en su condición de pr ncipe, sentarse all para comer su parte delante de Yahveh. Entrará por el vest bulo de la puerta y saldrá por ese mismo camino'.


El pr ncipe entrará desde el exterior por el vest bulo de la puerta y se detendrá junto a las jambas de la puerta. Mientras los sacerdotes ofrecen su holocausto y sus sacrificios de comunión, se postrará en el umbral de la puerta. Luego saldrá y la puerta no se cerrará hasta la tarde.


¿Cómo podr a, pues, este siervo de mi se or hablar a mi se or, si ya no tengo fuerza alguna y ni aun aliento me queda?'.


Pero yo os digo: ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos.


Dichosos aquellos criados a quienes el se or, al volver, los encuentre velando. Os lo aseguro: él también se ce irá la cintura, los hará ponerse a la mesa y se acercará a servirles.


Cuando lo vi, ca como muerto a sus pies. Él puso su diestra sobre m y me dijo: 'No temas. Yo soy el primero y el último


Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo.


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