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2 Crónicas 32:25 - Biblia Castilian 2003

25 Pero no correspondió Ezequ as al beneficio recibido, sino que le dominó la soberbia, por lo que la cólera divina se encendió contra él, as como contra Judá y Jerusalén.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

25 Mas Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 pero Ezequías no respondió de manera adecuada a la bondad que le había sido mostrada y se volvió orgulloso. Por eso el enojo del Señor vino contra él y contra Judá y Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Sin embargo, Ezequías no correspondió al bien que había recibido, pues se puso orgulloso su corazón, por lo cual la cólera vino sobre él, sobre Judá y Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Pero Ezequías no correspondió al bien que había recibido, sino que su corazón se enalteció, por lo que hubo ira sobre él y sobre Judá y Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Pero no correspondió Ezequías al beneficio recibido, sino que le dominó la soberbia, por lo que la cólera divina se encendió contra él, así como contra Judá y Jerusalén.

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2 Crónicas 32:25
31 Referans Kwoze  

Volvió a encenderse la cólera de Yahveh contra Israel y por eso instigó a David contra ellos, ordenándole: 'Disponte a hacer el censo de Israel y de Judá'.


Por haber derrotado a Edom, se ha engre do tu corazón. Disfruta de esa gloria, pero quédate en tu casa. ¿Para qué provocar una desventura, en la que vas a caer tú y Judá contigo?'.


Por aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequ as, porque se hab an enterado de que Ezequ as hab a estado enfermo.


Ezequ as se alegró de su llegada y les mostró la casa del tesoro: la plata, el oro, los perfumes, los ungüentos preciosos, la armer a y todo cuanto hab a en su tesoro. Nada quedó que Ezequ as no les mostrara, tanto en su casa como en todas sus dependencias.


Satán se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciera el censo de Israel.


Le salió al encuentro Jehú, hijo de Janan, el vidente, y dijo al rey Josafat: '¿Por qué tienes tú que prestar ayuda al imp o y amar a los que odian a Yahveh? Por eso viene sobre ti la cólera de Yahveh.


Abandonando el templo de Yahveh, Dios de sus padres, sirvieron a las aserás y a los dolos. La cólera de Dios se cernió sobre Judá y Jerusalén por culpa de ellos.


Tú te has dicho: 'He derrotado a Edom' y con esto, tu corazón se ha engre do. Disfruta de esa gloria, pero quédate en tu casa. ¿Para qué provocar una desventura, en la que vas a caer tú y Judá contigo?'.


Pero al sentirse fuerte, se ensoberbeció su corazón hasta corromperse. Prevaricó contra Yahveh, su Dios, pues entró en el templo de Yahveh para quemar incienso sobre el altar del incienso.


Sin embargo, cuando los jefes de Babilonia le enviaron embajadores para informarse del prodigio que hab a acaecido en el pa s, Dios lo abandonó para probarlo y hacer patente todo lo que hab a en su corazón.


Por aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un presente a Ezequ as, porque se hab a enterado de que Ezequ as hab a estado enfermo y se hab a restablecido.


Ezequ as se alegró de su llegada y mostró a los enviados la casa del tesoro: la plata, el oro, los perfumes, los ungüentos preciosos, la armer a y todo cuanto hab a en su tesoro. Nada quedó que Ezequ as no les mostrara, tanto en su casa como en todas sus dependencias.


Se envaneció tu corazón por tu belleza, viciaste tu sabidur a por tu esplendor; en tierra te he arrojado, delante de los reyes te he puesto para que se fijen en ti.


'Hijo de hombre, di al pr ncipe de Tiro. As dice el Se or Yahveh: Tu corazón se ha envanecido y dices: 'Soy un dios, morada de dioses ocupo en el corazón de los mares' - cuando sólo eres un hombre y no un dios, aunque al corazón de Dios equiparas tu corazón -.


por tu gran sabidur a y tu comercio has multiplicado tu fortuna, y con tu fortuna se ufanó tu corazón.


Por eso, as dice el Se or Yahveh: 'Puesto que se elevó en altura, levantó su copa hasta las nubes y se ufanó en su corazón a causa de su gran estatura,


Aniquilará al ejército y entonces la soberbia dominará su corazón y derribará a mir adas de hombres, pero no conseguirá imponerse.


Pero cuando su corazón se ensoberbeció y su esp ritu se obstinó en el orgullo, fue derribado de su trono real y despojado de su gloria.


Te has alzado contra el Se or del cielo; has hecho que te trajeran los vasos de su casa, y habéis bebido vino en ellos tú y tus magnates, tus mujeres y tus concubinas; has venerado a los dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, y no has glorificado al Dios que tiene en su mano tu hálito vital y todos tus caminos.


Vuelve, Israel, a Yahveh, tu Dios, porque has tropezado por tu culpa.


Quien no tiene el alma recta sucumbirá, pero el justo vivirá por su fe'.


o sea, a causa de tan grandes revelaciones. Por eso, para que no me arrastre la soberbia, se me clavó un aguijón en la carne: un enviado de Satanás, para que me abofetee, a fin de que no me envanezca.


¿As pagas a Yahveh, pueblo necio e insensato? ¿No es él tu padre, el que te creó, el que te hizo y te dio consistencia?


y entonces digas en tu corazón: 'Mi propia fuerza y el poder de mi mano me han proporcionado esta riqueza'.


No debe ser neófito, no sea que, infatuado, incurra en la misma condenación en que incurrió el diablo.


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