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2 Crónicas 30:8 - Biblia Castilian 2003

8 Ahora, pues, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres. Tended la mano a Yahveh y venid a su santuario, que él ha santificado para siempre. Servid a Yahveh, vuestro Dios, para que él aparte de vosotros el ardor de su cólera.

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Biblia Reina Valera 1960

8 No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Jehová, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará de vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 No sean tercos como fueron ellos, sino sométanse al Señor y vengan a su templo que él mismo separó como santo para siempre. Adoren al Señor su Dios, para que su ira feroz se aleje de ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 No endurezcan sus corazones como nuestros padres, sino que den la mano a Yavé, vengan a su santuario que él ha santificado para siempre, sirvan a Yavé, nuestro Dios, y el furor de su ira se apartará de ustedes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Ahora pues, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a YHVH° y venid a su Santuario, que Él consagró para siempre. Servid a YHVH vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará de vosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Ahora, pues, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres. Tended la mano a Yahveh y venid a su santuario, que él ha santificado para siempre. Servid a Yahveh, vuestro Dios, para que él aparte de vosotros el ardor de su cólera.

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2 Crónicas 30:8
30 Referans Kwoze  

Con todo, no se apagó en Yahveh el ardor de su gran cólera, la que se hab a encendido en él contra Judá, a causa de los motivos que le hab a dado Manasés para enojarse.


Todos los jefes y todos los valientes, as como todos los hijos del rey David rindieron homenaje al rey Salomón.


Ahora, pues, o dme: devolved estos prisioneros que habéis hecho de entre vuestros hermanos, porque el ardor de la cólera de Yahveh pesa sobre vosotros'.


y les dijeron: 'No traigáis aqu a esos cautivos, porque ser amos aún más culpables ante Yahveh. Con ello intentáis aumentar nuestros pecados y nuestros delitos. Demasiado grande es ya nuestra culpa, y por eso el ardor de la cólera de Yahveh pesa sobre Israel'.


Pero ahora he decidido en mi corazón que pactemos una alianza con Yahveh, Dios de Israel, para que aparte de nosotros el furor de su ira.


Se rebeló también contra el rey Nabucodonosor, que le hab a exigido juramento de fidelidad por Dios. Endureció su cerviz y se obstinó en su corazón para no convertirse a Yahveh, Dios de Israel.


'Desde el d a en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no eleg ciudad alguna entre todas las tribus de Israel para que se me edificara un templo donde estuviera mi nombre, ni eleg a ningún hombre para que fuera pr ncipe sobre mi pueblo Israel.


Pero ahora elijo a Jerusalén, para que aqu esté mi nombre; y elijo a David para que esté al frente de mi pueblo Israel.'


pues ahora he elegido y santificado este templo para que mi nombre more en él por siempre, y mis ojos y mi corazón estarán en él todos los d as.


Que se queden aqu nuestros jefes en representación de la asamblea y todos los que en nuestras ciudades hayan tomado por esposas a mujeres extranjeras vengan en fechas determinadas, acompa ados de los ancianos de cada ciudad y de sus jueces, hasta que se aparte de nosotros el furor de la cólera de nuestro Dios por este asunto'.


Se comprometieron bajo juramento a despedir a sus mujeres y ofrecieron como expiación de su pecado un carnero.


Tú, Se or, eres mi Dios, y yo te ans o: de ti mi alma tiene sed y por ti mi cuerpo languidece, en una tierra árida, exhausto, falto de agua.


y que puedas ba ar tus pies en sangre, que la lengua de tus perros tenga en los enemigos su porción'.


Amenaza tú a la bestia de las ca as, la banda de los búfalos, los toros de los pueblos, que se sometan como vasallos tributarios; dispersa las naciones que se complacen en la guerra.


hasta que entré en los santuarios de Dios y descubr su fin.


descargó contra ellos su furor, el enfado, la ira, la opresión, mensajeros del mal en comitiva.


Y a adió Yahveh a Moisés: 'Bien veo que es un pueblo de dura cerviz.


dad alaridos frente a ella en derredor. Ella tiende su mano; sus habitantes se desploman, se derrumban sus murallas. Es la venganza de Yahveh; vengaos de ella. Como ella hizo, hacedle a ella.


Entonces le responde Jesús: 'Ret rate, Satanás, porque escrito está: Al Se or tu Dios adorarás y a él solo darás culto'.


El que quiera servirme que me siga; y donde yo esté, all estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre'.


En cambio, refiriéndose a Israel, dice: Todo el d a estuve con las manos extendidas hacia un pueblo rebelde y terco.


Mientras que ahora, emancipados del pecado y convertidos en esclavos de Dios, tenéis por fruto vuestro la justificación y, como final, vida eterna.


Circuncidad, pues, vuestros corazones y no endurezcáis más vuestra cerviz.


A Yahveh, tu Dios, temerás, a Él darás culto y en su nombre jurarás.


Guardaréis puntualmente los mandamientos de Yahveh, vuestro Dios, las instrucciones y los preceptos que él os ordenó.


Pero si os parece mal servir a Yahveh, escoged a quién habéis de servir: a los dioses a los que sirvieron vuestros antepasados al otro lado del r o, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Yo y mi casa serviremos a Yahveh'.


Por eso están ante el trono de Dios y le dan culto d a y noche en su santuario, y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos.


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