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2 Crónicas 30:10 - Biblia Castilian 2003

10 Los correos pasaron de ciudad en ciudad por tierras de Efra n y de Manasés hasta las de Zabulón. Pero la gente se re a y se burlaba de ellos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón; mas se reían y burlaban de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Los mensajeros corrieron de ciudad en ciudad por todo Efraín y Manasés y hasta el territorio de Zabulón; pero la mayoría de la gente simplemente se reía de los mensajeros y se burlaba de ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Los correos pasaron de ciudad en ciudad

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Así los mensajeros pasaron de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta la región de Zabulón, pero se rieron y se burlaron de ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Los correos pasaron de ciudad en ciudad por tierras de Efraín y de Manasés hasta las de Zabulón. Pero la gente se reía y se burlaba de ellos.

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2 Crónicas 30:10
18 Referans Kwoze  

Salió Lot, y habló a sus yernos, los que iban a desposarse con sus hijas, diciéndoles: 'Levantaos, salid de este lugar, porque Yahveh va a destruir la ciudad'. Pero a los yernos les pareció que bromeaba.


Los correos, con las cartas de parte del rey y de sus jefes, recorrieron todo Israel y Judá, conforme al mandato del rey, que dec a: 'Israelitas, volved a Yahveh, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, y él se volverá al resto que de vosotros ha quedado, a los que habéis escapado de las manos de los reyes de Asiria.


Se presentaron, pues, al sumo sacerdote Jilqu as y le entregaron el dinero aportado al templo de Dios, que los levitas y porteros hab an recogido de manos de Manasés, de Efra n, y de todo el resto de Israel, de todo Judá y Benjam n, y de los habitantes de Jerusalén.


Pero ellos hac an burla de los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y se mofaban de sus profetas, hasta que la cólera de Yahveh contra su pueblo creció tanto que ya no hubo remedio.


Cuando Sanbalat, el joronita, y Tob as, el siervo amonita, y Guese, el árabe, lo supieron, se rieron de nosotros y nos despreciaron diciendo: 'Qué estáis haciendo? ¿Es que os rebeláis contra el rey?'.


Se enviaron las cartas por medio de los correos a todas las provincias del rey, para destruir, matar y exterminar a todos los jud os, jóvenes y ancianos, ni os y mujeres, en un mismo d a, el trece del mes duodécimo, esto es, el mes de adar; y para entregar sus bienes al pillaje. (13a) Éste es el texto de la carta: El gran rey Artajerjes, a los jefes de las ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiop a, y a los gobernadores que le están sometidos, les escribe lo siguiente: (13b) Puesto al frente de muchas naciones, y siendo due o del mundo entero, me he propuesto no dejarme llevar por la presunción del poder, sino gobernar siempre con moderación y suavidad, mantener en paz por todos los medios las vidas de mis súbditos, procurar el sosiego del reino y la segura circulación hasta las fronteras y restaurar la paz tan apetecida por todos los hombres. (13c) Ahora bien, habiendo consultado con mis consejeros sobre cómo llevar esto a feliz término, el que se ha distinguido entre nosotros por su recto juicio y se ha se alado invariablemente por la lealtad y segura fidelidad, hasta el punto de obtener el segundo puesto en el reino, Amán, (13d) nos ha indicado que vive mezclado entre todas las tribus esparcidas por el mundo un pueblo hostil, contrario por sus leyes a toda nación, que quebranta continuamente los mandatos de los reyes, con el fin de que no se logre la acción coordinada de la autoridad que de manera irreprochable venimos ejerciendo. (13e) Habiendo, pues, reconocido que este pueblo tan singular se mantiene en abierta y absoluta oposición a todos los hombres, que se diferencia de los demás por la ndole extra a de sus leyes, que es hostil a nuestros intereses, que comete los peores cr menes, y esto con el fin de que el reino no logre estabilidad, (13f) ordenamos que todos los que han sido se alados en las cartas de Amán, que es el encargado de nuestros negocios y nuestro segundo padre, sean exterminados de ra z, con sus mujeres e hijos, por la espada de sus enemigos, sin piedad ni miramiento alguno, el d a catorce del mes duodécimo, el de adar, del presente a o, (13g) a fin de que esos perversos de antes y de ahora desciendan por muerte violenta al hades en un mismo d a, y as aseguremos totalmente para el tiempo futuro la estabilidad y tranquilidad de los negocios.


Los correos partieron apresuradamente según la orden del rey. El decreto fue promulgado en la ciudadela de Susa. Y mientras el rey y Amán se sentaban a beber, la ciudad de Susa quedó consternada. Cuando Mardoqueo supo todo lo que estaba ocurriendo, rasgó sus vestiduras, se vistió de sayal, se cubrió de ceniza y salió por toda la ciudad, clamando con grandes y amargos clamores,


Escribieron en nombre del rey Asuero, lo sellaron todo con el anillo del rey y enviaron las cartas por medio de correos montados en los rápidos caballos de las caballerizas reales.


Los correos, montados en los rápidos caballos de las caballerizas reales, salieron a toda prisa y a toda velocidad en virtud del mandato del rey. La ley fue promulgada también en la ciudadela de Susa.


¡Ser uno la irrisión de su amigo porque clama a Dios buscando respuesta! Se mofan: ¡el justo perfecto!


Mis d as pasan con la rapidez de un mensajero, escapan sin ver la felicidad.


'Estoy preocupado - dijo el rey Sedec as a Jerem as - por causa de los jud os que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en su mano y se burlen de m '.


Estaban oyendo todo esto los fariseos, que son avarientos, y se burlaban de él.


El pueblo estaba all mirando. Los jefes se mofaban de él, diciendo: 'Ha salvado a otros; pues que se salve a s mismo, si él es el Cristo de Dios, el elegido'.


Y se burlaban de él, porque sab an que estaba muerta.


Al o r 'resurrección de los muertos' unos se re an, y otros dijeron: 'Te oiremos hablar de esto en otra ocasión'.


Hubo quienes sufrieron prueba de ultrajes y de azotes, e incluso de cadenas y de cárcel.


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