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1 Timoteo 6:10 - Biblia Castilian 2003

10 Porque la ra z de todos los males es la afición al dinero y, por el afán de conseguirlo, algunos se han desviado de la fe y se han visto sumergidos en muchas preocupaciones angustiosas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Debes saber que la raíz de todos los males es el amor al dinero. Algunos, arrastrados por él, se extraviaron lejos de la fe y se han torturado a sí mismos con un sinnúmero de tormentos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos se descarriaron de la fe, y se traspasaron a sí mismos con muchos dolores.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Porque la raíz de todos los males es la afición al dinero y, por el afán de conseguirlo, algunos se han desviado de la fe y se han visto sumergidos en muchas preocupaciones angustiosas.

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1 Timoteo 6:10
49 Referans Kwoze  

D jole Labán: 'Ciertamente, hueso m o y carne m a eres'. Y moró Jacob con él un mes entero.


Respondió Labán: 'No es costumbre en este lugar el dar la hija peque a antes que la mayor.


Los hijos de Jacob cayeron sobre los cadáveres y saquearon la ciudad, porque all hab a sido deshonrada su hermana.


Se dirigió a ella al lado del camino, y sin echar de ver que era su nuera, le dijo: 'Vamos, déjame estar contigo'. D jole ella: '¿Qué me vas a dar por estar conmigo?'.


Se levantó Seme, aparejó su asno y se fue a Gat, al territorio de Aqu s, en busca de sus siervos. Fue y se trajo de Gat a sus siervos.


Pero la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre'. Y salió de su presencia leproso, blanquezino como la nieve.


Muchos son los dolores del imp o, mal al que f a en el Se or la gracia le circunda.


Puro viento son los hijos de los hombres, enga o los mortales; en balanza, todos juntos, subir an como un soplo.


Tal es la suerte de quien corre tras el lucro: su avidez termina por matarle.


comerán del fruto de su conducta y se hartarán de sus propios consejos.


Quien se lucra robando destruye su casa, quien odia las dádivas vivirá.


¿Quién sabe si será sabio o necio? Lo cierto es que será due o de todo mi trabajo, al que dediqué las fatigas y los desvelos de mi vida. También eso es vanidad.


Tus pr ncipes son rebeldes, comparsas de ladrones, cada cual ama el soborno, anda a la caza de regalos. No defienden al huérfano, la causa de la viuda no llega a ellos.


Estos perros voraces, que no conocen la hartura, son los pastores que no saben atender; todos ellos van a lo suyo, cada uno a su lucro sin excepción.


Me deshonráis delante de mi pueblo por unos pu ados de cebada y por unos trozos de pan, causando la muerte de personas que no deben morir y salvando la vida de personas que no deben vivir, diciendo mentiras a mi pueblo, que escucha la mentira'.'


A la prostituta se le da un regalo; tú, en cambio, dabas tus regalos a todos tus amantes y los obsequiabas para que vinieran de todas partes y accedieran a tus prostituciones.


En ti se acepta soborno para derramar sangre; exiges interés y usura; explotas a tus prójimos con violencia, y a m me olvidas' - oráculo del Se or Yahveh.'


Sus jefes juzgan por soborno, sus sacerdotes ense an por lucro, sus profetas adivinan por dinero, y se apoyan en Yahveh, diciendo: '¿No está Yahveh entre nosotros? ¡No nos sucederá nada malo!'.


¡Ah, si hubiera alguno de vosotros que cerrara las puertas, para que no encendierais mi altar inútilmente! No tengo complacencia alguna en vosotros - dice Yahveh Sebaot -, ni me es grata la oblación de vuestras manos.


Lo sembrado entre zarzas figura al que oye la palabra; pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra y no da fruto.


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Pues ni vosotros entráis ni a los que están entrando les dejáis entrar.


No amaséis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los destruyen y donde los ladrones perforan las paredes y roban.


pero sobrevienen luego las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y toda suerte de malos deseos que ahogan la palabra y no da fruto.


No torcerás el juicio, no harás acepción de personas, ni admitirás regalos, porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y falsean las palabras de los justos.


No habrá prostituta sagrada entre las israelitas, ni prostituto sagrado entre los israelitas.


Haced morir, pues, cuanto hay de terreno en vosotros: lujuria, impureza, pasión, deseo malo, y la sed de lucro, que es una idolatr a.


no bebedor ni pendenciero, sino amable, conciliador, desinteresado;


Algunos, por adherirse a ella, se han desviado de la fe. La gracia sea con vosotros.


Pues los que intentan enriquecerse, caen por ello mismo en tentación y trampa, o sea, en múltiples afanes locos y nocivos, que hunden a los hombres en ruina y perdición.


Los hombres serán ego stas, avaros, fanfarrones, orgullosos, difamadores, rebeldes a los padres, desagradecidos, imp os,


pues Demas me abandonó por amor de este mundo y se marchó a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia.


A éstos hay que taparles la boca, ya que están echando a perder a familias enteras ense ando lo que no deben, y todo por una sórdida ganancia.


Hermanos m os, si alguno de entre vosotros se desv a de la verdad y otro lo convierte,


vi entre el bot n un hermoso manto de Senaar, doscientos siclos de plata y un lingote de oro de cincuenta siclos de peso, me dominó la codicia y los tomé. Están escondidos en la tierra, en el centro de mi tienda; la plata está debajo'.


¡Ay de ellos! Porque se fueron por el camino de Ca n, por un salario se sumergieron en el extrav o de Balaán y perecieron en la rebelión de Coré.


canela y plantas olorosas; perfumes, mirra e incienso; vino y aceite; flor de harina y trigo; ganado mayor y ovejas; caballos y carros, siervos y esclavos;


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