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1 Timoteo 3:16 - Biblia Castilian 2003

16 Sin lugar a dudas, grande es el misterio de la religión: Él ha sido manifestado en carne, justificado en esp ritu, visto por ángeles, proclamado entre gentiles, cre do en el mundo, ascendido en gloria.

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Biblia Reina Valera 1960

16 E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Sin duda alguna, el gran misterio de nuestra fe es el siguiente: Cristo fue revelado en un cuerpo humano y vindicado por el Espíritu. Fue visto por ángeles y anunciado a las naciones. Fue creído en todo el mundo y llevado al cielo en gloria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Sin lugar a dudas, es grande el misterio de la Bondad: El se ha manifestado en la carne; rehabilitado por el Espíritu, ha sido presentado a los ángeles. Proclamado a todas las naciones y creído en el mundo, ya fue elevado y glorificado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 E indiscutiblemente,° grande es el misterio de la piedad: Él° fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu,° Visto por ángeles, Proclamado entre gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Sin lugar a dudas, grande es el misterio de la religión: Él ha sido manifestado en carne, justificado en espíritu, visto por ángeles, proclamado entre gentiles, creído en el mundo, ascendido en gloria.

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1 Timoteo 3:16
81 Referans Kwoze  

Pues bien, el Se or mismo os dará una se al: mirad: la doncella está encinta, va a dar a luz un hijo, y le pondrá el nombre de Emmanuel.


Para aumento del principado y para una paz sin fin, sobre el trono de David se sentará y sobre su reino, para consolidarlo y apoyarlo en derecho y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Yahveh Sebaot lo hará.


Yahveh los dejará abandonados hasta que la que ha de alumbrar dé a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel.


La virgen concebirá en su seno, y dará a luz un hijo y le pondrá el nombre de Emmanuel, que significa 'Dios con nosotros'.


Él les respondió: 'A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos; pero a ellos, no.


De pronto se produjo un gran terremoto; porque un ángel del Se or bajó del cielo, se acercó, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella.


Apenas bautizado Jesús, salió en seguida del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Esp ritu de Dios descender, como una paloma, y venir sobre él,


Entonces lo dejó el diablo, y unos ángeles se acercaron para servirle.


Permaneció en el desierto cuarenta d as y Satanás lo puso a prueba. Estaba entre animales salvajes, y los ángeles le serv an.


As pues, el Se or [Jesús], después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.


Cuando entraron en el sepulcro vieron a un joven, sentado a la parte derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron asustadas.


luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel'.


David, pues, lo llama 'Se or'; y entonces, ¿cómo puede ser hijo suyo?'.


Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que lo confortaba.


Mientras ellas estaban desconcertadas por esto, se les presentaron de pronto dos hombres con vestiduras deslumbrantes.


Y mientras los bendec a, se apartó de ellos [y era llevado al cielo].


Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros. Nosotros vimos su gloria, gloria como de Hijo único que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad.


sabiendo Jesús que el Padre lo hab a puesto todo en sus manos, y que de Dios hab a venido y a Dios volv a,


'Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de junto al Padre, el Esp ritu de la verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de m;


Sal del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo y me voy al Padre.'


Ahora glorif came tú, Padre, junto a ti mismo, con la gloria que yo ten a junto a ti antes que el mundo existiera'.


y ve dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde hab a estado el cuerpo de Jesús, uno en el lugar de la cabeza y otro en el de los pies.


Pues, ¿y si vierais al Hijo del hombre subiendo a donde estaba antes?


El suceso fue tan notorio para todos los habitantes de Jerusalén que a aquella finca se la llamó en su propia lengua Hacéldama, que quiere decir 'campo de sangre'.


Tomando Pedro la palabra, dijo: 'En verdad ahora comprendo que Dios no discrimina a las personas,


Llegados y congregada la iglesia, refirieron lo que Dios hab a hecho con ellos y cómo hab a abierto a los gentiles la puerta de la fe.


Tened cuidado de vosotros mismos y de toda la grey, en la cual el Esp ritu Santo os ha constituido inspectores para pastorear la Iglesia de Dios que él se adquirió con su propia sangre.


Pues no hay diferencia entre jud o y griego, ya que uno mismo es el Se or de todos, que prodiga sus riquezas para con todos los que lo invocan;


Pero pregunto: ¿es que no han o do? ¡Claro que s ! Por toda la tierra se difundió su voz, y hasta el fin del universo llegaron sus palabras.


Al que puede afianzaros en el evangelio que anuncio y en la proclamación de Jesucristo, según la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos,


pero manifestado ahora, por medio de los escritos proféticos, según disposición del eterno Dios, y dado a conocer a todos los gentiles, para que obedezcan a la fe,


¡Ni pensarlo! Aunque todos los hombres sean mentirosos, Dios quedará siempre por veraz, según está escrito: Para que seas declarado justo en tus palabras y se vea tu razón cuando te juzguen.


En efecto, lo que era imposible a la ley, por cuanto que estaba incapacitada por causa de la carne, Dios, enviando a su propio Hijo en carne semejante a la del pecado y como v ctima por el pecado, condenó al pecado en la carne,


a ellos pertenecen los patriarcas, y de ellos procede, según la carne, Cristo; el cual está por encima de todo, Dios bendito para siempre. Amén.


El primer hombre, hecho de la tierra, fue terreno; el segundo hombre procede del cielo.


sino un lenguaje de sabidur a misteriosa de Dios, la que estaba oculta y que Dios destinó desde el principio para nuestra gloria;


Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que nosotros, Silvano, Timoteo y yo, proclamamos entre vosotros, no fue s y no, sino que en él se realizó el s.


- pues el que dio eficacia a Pedro para el apostolado de los circuncisos me la dio también a m para el de los gentiles -,


Pero cuando vino la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley,


dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según el benévolo designio que se hab a formado de antemano


y también por m, para que Dios ponga su Palabra en mis labios y me conceda anunciar con valent a el misterio del Evangelio,


si es que permanecéis bien cimentados y firmes en la fe, y sin dejaros apartar de la esperanza del evangelio que habéis o do y ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo, y al cual yo, Pablo, he sido destinado como servidor.


al que Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria.


que llegó hasta vosotros y está fructificando y creciendo en todo el mundo, al igual que entre vosotros, desde el d a en que o steis y conocisteis la gracia de Dios en su genuino sentido,


para que se consuelen sus corazones, caminen unidos en amor y alcancen toda la riqueza de la plenitud de la inteligencia en el profundo conocimiento del misterio de Dios, Cristo,


cuando venga, aquel d a, a recibir la gloria en medio de su pueblo santo y a ser admirado por todos los que creyeron, pues de hecho vosotros cre steis en nuestro testimonio.


Porque el misterio de la impiedad está ya en acción. Apenas desaparezca el que hasta ahora le está reteniendo


para poder guardar con pura conciencia el misterio de la fe.


Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y después de realizar la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas,


fija nuestra mirada en el jefe iniciador y consumador de la fe: Jesús. El cual, a la vista de la dicha que se le presentaba, soportó la cruz, sin tomar en cuenta la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.


Está fuera de discusión que la bendición la da el superior al inferior.


El punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos un sumo sacerdote tal que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en los cielos.


Y les fue revelado que, no a s mismos, sino a vosotros serv an con este mensaje que ahora os anuncian los que os evangelizan por medio del Esp ritu Santo enviado del cielo, mensaje que hasta los ángeles se asoman deseosos de verlo.


reconocido desde antes de la creación del mundo y manifestado en estos últimos tiempos en atención a vosotros,


los que por él creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio la gloria, de modo que vuestra fe y esperanza estén puestas en Dios.


Porque también Cristo murió de una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevaros a Dios. Entregado a la muerte según la carne, fue vivificado según el esp ritu,


que, después de subir al cielo, está a la diestra de Dios y le están sometidos ya ángeles, potestades y virtudes.


pues la vida se ha manifestado, nosotros la hemos visto y testificamos y os anunciamos la vida eterna que estaba en el Padre y se nos manifestó -:


Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, pues en él no hay pecado.


El que comete pecado del diablo es, porque el diablo peca desde el principio. Para esto se manifestó el Hijo de Dios: para destruir las obras del diablo.


Sobre su frente hab a un nombre escrito - un misterio -: Babilonia la grande, la madre de las prostitutas y de las abominaciones de la tierra.


Me dijo el ángel: '¿Por qué te asombraste? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos.


Después miré y apareció una muchedumbre inmensa que nadie pod a contar, de toda nación, tribus, pueblos y lenguas, que estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en las manos.


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