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1 Samuel 6:9 - Biblia Castilian 2003

9 Fijaos bien: si toma el camino de su pa s y sube hacia Bet Semes, es Yahveh quien nos ha tra do esta gran calamidad; en caso contrario, sabremos que no fue su mano la que nos hirió, sino que esto nos ha sucedido por casualidad'.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Y observaréis; si sube por el camino de su tierra a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que esto ocurrió por accidente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Si cruzan la frontera de nuestra tierra y van hacia Bet-semes, sabremos que fue el Señor quien trajo este terrible desastre sobre nosotros. Si no la cruzan, sabremos que no fue la mano de Dios que causó esta plaga; más bien sucedió por pura casualidad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Miren entonces. Si el Arca se va a su país en dirección a Bet-Semés, su Dios fue seguramente el que nos trajo estas plagas. Si no, sabremos que no fue su mano la que nos castigó, sino que todo esto nos pasó por casualidad'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y observaréis: Si sube por el camino de su territorio hacia Bet-semes, Él nos ha hecho este gran mal, pero si no, entonces sabremos que no es su mano la que nos ha herido, sino que nos ocurrió por accidente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Fijaos bien: si toma el camino de su país y sube hacia Bet Semes, es Yahveh quien nos ha traído esta gran calamidad; en caso contrario, sabremos que no fue su mano la que nos hirió, sino que esto nos ha sucedido por casualidad'.

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1 Samuel 6:9
13 Referans Kwoze  

El joven que le tra a la noticia respondió: 'Me encontraba yo casualmente en el monte Gelboé, y vi a Saúl apoyado sobre su lanza justamente cuando los carros y los jinetes estaban a punto de darle alcance.


Ben Déquer, en Mahás, Saalb n, Bet Semes y Elón Bet Janán;


Subió, pues, Joás, rey de Israel, y se enfrentaron, él y Amas as, rey de Judá, en Bet Semes de Judá.


Dijeron los magos al Faraón: 'El dedo de Dios está aqu '. Pero el corazón del Faraón se endureció y, como lo hab a predicho Yahveh, no los escuchó.


He visto además bajo el sol que no son los veloces quienes ganan la carrera, ni los héroes el combate, que también hay sabios sin pan, inteligentes sin estima, porque en todo interviene la suerte y la desgracia.


Yahveh, tu mano está alzada, pero ellos no la ven. ¡Vean, avergonzados, tu celo por el pueblo; el fuego devore a tus enemigos!


¿Suena la trompeta en la ciudad sin que la gente se alarme? ¿Hay en la ciudad una desgracia que no haya dispuesto Yahveh?


Casualmente, bajaba un sacerdote por aquel camino; y, al verlo, cruzó al otro lado y pasó de largo.


Desde Baalá, doblaba por el oeste hacia el monte Se r, pasaba por la vertiente norte del monte Year n, es decir, Quesalón, y bajando por Bet Semes, atravesaba Timná,


Ay n, Yutá y Bet Semes con sus pastizales: nueve ciudades de estas tribus.


Hiciéronlo as aquellos hombres: tomaron dos vacas que estaban criando y las uncieron a la carreta, mientras reten an a los terneros en el establo.


Las vacas se fueron derechas hacia el camino de Bet Semes y siguieron ese mismo camino; iban dando mugidos, pero sin apartarse a la derecha o a la izquierda. Los pr ncipes de los filisteos fueron detrás de ellas hasta el l mite de Bet Semes.


Respondieron ellos: 'Cuando devolváis el arca del Dios de Israel, no la devolváis de vac o, sino que debéis pagar una ofrenda de desagravio; entonces sanaréis y os daréis cuenta de por qué su mano no se ha retirado de vosotros'.


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