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1 Samuel 30:17 - Biblia Castilian 2003

17 David los batió desde el alba hasta el atardecer de aquel d a. Ninguno de ellos se salvó, a excepción de cuatrocientos jóvenes, que montaron en camellos y huyeron.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Entonces David y sus hombres se lanzaron contra ellos y los mataron durante toda la noche y durante todo el día siguiente hasta la tarde. Ninguno de los amalecitas escapó, excepto cuatrocientos jóvenes que huyeron en camellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 David los masacró desde el alba hasta el atardecer y acabó con ellos. No escapó ninguno, salvo cuatrocientos jóvenes que huyeron en sus camellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Y David los atacó desde el alba hasta la tarde del día siguiente, y no escapó ninguno de ellos, excepto cuatrocientos jóvenes que montaron en camellos y huyeron.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 David los batió desde el alba hasta el atardecer de aquel día. Ninguno de ellos se salvó, a excepción de cuatrocientos jóvenes, que montaron en camellos y huyeron.

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1 Samuel 30:17
11 Referans Kwoze  

Tras la muerte de Saúl, cuando David llevaba ya dos d as en Sicelag después de haber derrotado a los amalecitas,


de Edom, Moab y Amón, de los filisteos y amalecitas, y asimismo del bot n de Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá.


A eso del anochecer se dispusieron a entrar en el campamento de los arameos y cuando llegaron al extremo del campamento vieron que no hab a all nadie.


derrotaron a los restos que hab an quedado de los amalecitas y se establecieron all hasta el d a de hoy.


Piden ellos auxilio, sin nadie que socorra, al Se or, pero él no les responde.


Pero Ismael, hijo de Netan as, logró escapar de Juan con ocho hombres y se pasó a los amonitas.


Barac siguió en persecución de los carros y del ejército hasta Jaróset Hagoin y todo el ejército de S sara cayó a filo de espada: no quedó ni uno.


Los madianitas, los amalecitas y todos los hijos de oriente hab an ca do sobre el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables, como las arenas de las orillas del mar.


A la ma ana siguiente distribuyó Saúl su gente en tres cuerpos, que entraron en medio del campamento a la hora de la guardia de la madrugada y estuvieron batiendo a los amonitas hasta la hora de más calor del d a. Los supervivientes sufrieron tal dispersión que no quedaron dos juntos.


Ahora, pues, vete a derrotar a Amalec y condénalo al anatema con cuanto le pertenezca, sin sentir compasión de él. Darás muerte a todos, hombres y mujeres, adolescentes y ni os de pecho, bueyes y ovejas, camellos y asnos'.


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