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1 Samuel 28:23 - Biblia Castilian 2003

23 Pero él rehusó diciendo: 'No quiero comer'. Sin embargo, sus servidores, y aun la misma mujer le insistieron, de suerte que accedió a sus ruegos. Se levantó del suelo y se sentó en el diván.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

23 Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Pero Saúl se negó a comer. Entonces sus consejeros también le insistieron que comiera. Así que finalmente cedió, se levantó del suelo y tomó asiento.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Pero él se negaba y decía: 'No comeré'. Los servidores y la mujer insistieron tanto que terminó por hacerles caso: se levantó y se sentó en el diván.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Pero él rehusó, y dijo: No comeré. Entonces sus siervos y aquella mujer le insistieron, y él atendió la voz de ellos, se levantó del suelo y se sentó en la cama.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Pero él rehusó diciendo: 'No quiero comer'. Sin embargo, sus servidores, y aun la misma mujer le insistieron, de suerte que accedió a sus ruegos. Se levantó del suelo y se sentó en el diván.

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1 Samuel 28:23
11 Referans Kwoze  

Ajab entró en su casa triste e irritado por la respuesta que le hab a dado Nabot de Yizreel, al decirle: 'No te entregaré la heredad de mis padres'. Se acostó en su lecho, volvió el rostro hacia la pared y no quiso comer.


Cierto d a pasaba Eliseo por Sunén. Hab a all una mujer principal, que con insistencia lo invitó a comer. Y en adelante, siempre que pasaba, se deten a all a comer.


Acercáronse a él sus servidores y le dijeron: 'Padre m o, si el profeta te hubiera mandado algo dif cil ¿no lo habr as hecho? ¡Cuanto más si te ha dicho: lávate y quedarás limpio!'.


Lienzos blancos y morados pend an sujetos con cordones de lino y de púrpura a anillas de plata y a columnas de mármol; divanes de oro y plata se extend an sobre un pavimento de pórfido, de mármol, de alabastro y de mosaico.


Cual quitarse la ropa en d a helado, o poner vinagre en una herida, as es cantarle coplas al afligido.


te reclinaste en un suntuoso diván, aderezaste una mesa y sobre ella pusiste mi incienso y mi perfume.


Entonces el se or le dijo al criado: 'Pues sal a los caminos y cercados y obliga a la gente a entrar, hasta que mi casa se llene.


Pero insistieron en que se quedara con ellos, diciendo: 'Quédate con nosotros; que es tarde y el d a se acaba'. Entró, pues, para quedarse con ellos.


Tras haberse bautizado ella y los de su familia, nos rogó diciendo: 'Si me habéis juzgado fiel al Se or, entrad y quedaos en mi casa'. Y tanto nos insistió que no pudimos negarnos.


Pues el amor de Cristo nos apremia cuando pensamos que uno murió por todos. Por consiguiente, todos murieron.


Ahora, escucha tú también, por favor, la voz de tu sierva: perm teme que ponga delante de ti un trozo de pan, para que comas, recuperes las fuerzas y puedas proseguir tu camino'.


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