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1 Samuel 17:36 - Biblia Castilian 2003

36 Tu siervo ha matado leones y osos. Y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a las huestes del Dios vivo'.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 ¡Así como tu servidor ha vencido al león y al oso, lo mismo hará con ese filisteo que ha insultado las tropas del Dios vivo!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Sea león o sea oso, tu siervo los ha matado, y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a los escuadrones del Dios viviente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 Tu siervo ha matado leones y osos. Y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a las huestes del Dios vivo'.

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1 Samuel 17:36
25 Referans Kwoze  

Además, Senaquerib escribió cartas para insultar a Yahveh, Dios de Israel, en las que dec a contra él: 'As como los dioses de los pueblos de otras naciones no pudieron librarlos de mis manos, as tampoco el Dios de Ezequ as podrá librar de mi mano a su pueblo'.


¿Se jacta el hacha ante quien corta con ella? ¿Se engr e la sierra ante quien tira de ella? ¡Como si la vara blandiera a quien la alza o un bastón alzara a quien no es de madera!


No os infunda Ezequ as confianza en Yahveh, diciendo: 'Con toda certeza nos librará Yahveh, y no entregará esta ciudad en manos del rey de Asiria'.


No escuchéis, pues, a Ezequ as, porque os enga a cuando dice: 'Yahveh nos librará'. ¿Acaso los dioses de las naciones han librado a su pa s respectivo de la mano del rey de Asiria?


De muerte de incircuncisos morirás en manos de tus asesinos, en manos de extranjeros. Porque yo lo he dicho - oráculo del Se or Yahveh'.


¿A quién superas en belleza? Baja, descansa con los incircuncisos'.


Te has alzado contra el Se or del cielo; has hecho que te trajeran los vasos de su casa, y habéis bebido vino en ellos tú y tus magnates, tus mujeres y tus concubinas; has venerado a los dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, y no has glorificado al Dios que tiene en su mano tu hálito vital y todos tus caminos.


Aquel d a yo haré de Jerusalén una piedra de carga para todos los pueblos. Cuantos carguen con ella, quedarán magullados. Y todas las naciones de la tierra se congregarán contra ella.'


y le dijo: 'Corre y di a ese joven: Abierta ha de quedar Jerusalén por la cantidad de hombres y animales que albergará.


Jonatán dijo a su escudero. 'Ven; vamos a pasar al puesto de esos incircuncisos. Quizá Yahveh haga algo por nosotros, porque nada le impide a Yahveh dar la victoria con muchos o con pocos'.


Y a adió el filisteo: 'Yo desaf o a las filas de Israel: dadme un hombre para batirnos en duelo'.


Preguntó David a los hombres que estaban a su lado: '¿Qué se hará con el que mate a este filisteo y haga desaparecer de Israel esta afrenta? ¿Quién es ese filisteo incircunciso, para desafiar as a las huestes del Dios vivo?'.


sal a yo tras él, lo golpeaba y rescataba la presa de sus fauces; y si se revolv a contra m, lo agarraba por las quijadas y le apaleaba hasta matarlo.


Y a adió David: 'Yahveh, que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de las manos de ese filisteo'. Dijo entonces Saúl a David: 'Vete, y que Yahveh sea contigo'.


Saúl dijo a David: 'Ah tienes a mi hija mayor, Merab; te la voy a dar por esposa, a condición de que seas guerrero valiente y combatas las guerras de Yahveh'. Pues Saúl pensaba: 'Que no sea mi mano la que caiga sobre él, sino la de los filisteos'.


Dijo entonces a su escudero: 'Desenvaina tu espada y atraviésame con ella, no sea que lleguen esos incircuncisos y me atraviesen y hagan escarnio de m '. Pero no quiso acceder su escudero, por el gran temor que sent a. Saúl tomó entonces su propia espada y se dejó caer sobre ella.


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