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1 Reyes 8:46 - Biblia Castilian 2003

46 Cuando pequen contra ti - pues no hay hombre que no peque -, y tú te irrites contra ellos y los entregues al enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a tierra enemiga, lejana o cercana,

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Biblia Reina Valera 1960

46 Si pecaren contra ti (porque no hay hombre que no peque), y estuvieres airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los cautive y lleve a tierra enemiga, sea lejos o cerca,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

46 »Si ellos pecan contra ti (¿y quién nunca ha pecado?), tal vez te enojes con ellos y permitas que sus enemigos los conquisten y los lleven cautivos a su tierra, ya sea cerca o lejos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

46 Cuando hayan pecado contra ti porque nadie está sin pecado cuando estés encolerizado con ellos, los entregues a sus enemigos y sus vencedores los lleven cautivos a su país, lejos o cerca,

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La Biblia Textual 3a Edicion

46 Cuando pequen contra ti (porque no hay hombre que no peque), y Tú, airado contra ellos, los entregues ante el enemigo, de modo que sean llevados cautivos a tierra del enemigo, sea lejos o cerca;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

46 Cuando pequen contra ti -pues no hay hombre que no peque-, y tú te irrites contra ellos y los entregues al enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a tierra enemiga, lejana o cercana,

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1 Reyes 8:46
29 Referans Kwoze  

escucha desde el cielo su oración y su súplica y hazles justicia.


Por eso Yahveh, fuertemente irritado contra Israel, los arrojó de su presencia. No quedó más que la tribu de Judá.


hasta que Yahveh apartó a Israel de su presencia, como hab a predicho por medio de todos sus siervos los profetas. Israel fue llevado a la cautividad lejos de su tierra, a Asiria, hasta el d a de hoy.


El a o noveno de Oseas, el rey de Asiria se apoderó de Samar a, deportó a los israelitas a Asiria y los asentó en Jalaj y junto al Jabor, r o de Gozán, y en las ciudades de Media.


El rey de Babilonia los hirió y les dio muerte en Riblá, en el pa s de Jamat. As fue deportado Judá lejos de su tierra.


Cuando pequen contra ti - pues no hay hombre que no peque -, y tú te irrites contra ellos y los entregues a sus enemigos, y sus vencedores los lleven cautivos a un pa s lejano o próximo,


¿Quién sacará pureza de lo impuro? ¡Nadie!


Si tú, Se or, no olvidas los pecados, ¿quién podrá subsistir?


Pero contigo está el perdón y as te haces temer.


No entres en querella con tu siervo, pues no habr a viviente que pudiera ante ti justificarse.


Iluminan a tu siervo y en su guarda hay gran provecho.


¿Quién puede decir: 'Purifiqué mi corazón, estoy limpio de mi culpa?'.


Por cierto, no existe en la tierra hombre tan justo que haga el bien y nunca peque.


Todos nosotros como ovejas errábamos, cada uno a su camino nos volv amos. Pero Yahveh hizo que le alcanzara la iniquidad de todos nosotros.


Nadie invocaba tu nombre ni se animaba para asirse a ti; escondiste tu rostro de nosotros, nos hiciste tropezar por culpa nuestra.


A vosotros os dispersaré entre las naciones y desenvainaré la espada detrás de vosotros. Vuestro pa s será arrasado y vuestras ciudades reducidas a escombros.


Caerán al filo de la espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que el plazo de los gentiles se cumpla.


Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, para aquellos que están bajo la ley lo dice, a fin de que nadie pueda rechistar y el mundo entero se sienta reo de culpa ante Dios;


ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios -.


Pero la Escritura lo encerró todo bajo el pecado, para que se les diera a los creyentes la promesa por la fe en Cristo Jesús.


Yahveh te conducirá, a ti y al rey que hayas establecido sobre ti, a una nación que ni tú ni tus padres conoc ais, y all servirás a otros dioses, de madera y de piedra,


Las cosas ocultas pertenecen a Yahveh, nuestro Dios; pero las reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos por siempre, para que practiquemos todas las disposiciones de esta ley'.


pues todos fallamos muchas veces. Si alguno no falla en el hablar, ése es varón perfecto, capaz de refrenar todo el cuerpo.


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