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1 Reyes 3:26 - Biblia Castilian 2003

26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, dirigiéndose al rey, porque se le hab an conmovido las entra as por su hijo, le dijo: '¡Por favor, se or m o! Entregadle a ésta el ni o vivo, pero no lo matéis'. Por el contrario, la otra dec a: 'No será para m, ni para ti; que lo partan'.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a esta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Entonces la verdadera madre del niño, la que lo amaba mucho, gritó: «¡Oh no, mi señor! ¡Denle el niño a ella, pero, por favor, no lo maten!». En cambio, la otra mujer dijo: «Me parece bien, así no será ni tuyo ni mío; ¡divídanlo entre las dos!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Entonces la mujer cuyo hijo estaba vivo dijo al rey, porque se le conmovieron sus entrañas de madre: 'No, por favor, señor, denle a ella mejor el niño que está vivo, pero que no lo maten'. Pero la otra replicaba: 'Pártanlo, así no será ni mío ni tuyo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Pero entonces, la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se conmovieron por su hijo), y exclamó: ¡Ay, señor mío! Dad a ésta el niño vivo; pero no lo hagas morir. Pero la otra dijo: No sea ni para mí ni para ti. ¡Partidlo!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, dirigiéndose al rey, porque se le habían conmovido las entrañas por su hijo, le dijo: '¡Por favor, señor mío! Entregadle a ésta el niño vivo, pero no lo matéis'. Por el contrario, la otra decía: 'No será para mí, ni para ti; que lo partan'.

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1 Reyes 3:26
12 Referans Kwoze  

José salió a toda prisa buscando un lugar aparte donde llorar, pues se le hab an conmovido las entra as a la vista de su hermano. Entró en su aposento, y lloró all.


y él ordenó: 'Partid en dos al ni o vivo y dad una mitad a una y la otra mitad a la otra'.


Entonces el rey intervino diciendo: 'Entregad a aquélla el ni o vivo y no lo matéis; ella es su madre'.


Hundido en el silencio, callado ante su dicha, mis dolores se hicieron más profundos,


¿Olvida una mujer a su ni o, una madre al hijo de sus entra as? Pues aunque ellas lo olvidaran, yo no me olvidar a de ti.


¿Es Efra n para m un hijo tan querido o un ni o de tal predilección que siempre que hablo de él' lo recuerdo más aún? Por eso se conmueven por él mis entra as y tengo que compadecerme de él' - oráculo de Yahveh -.


¿Cómo podré yo abandonarte, Efra n; cómo entregarte, Israel? ¿Cómo podré yo dejarte como a Admá, ni hacerte semejante a Sebo n? Mi corazón se remueve dentro de m, a la vez que se conmueven mis entra as.


insensatos, desleales, sin afecto, sin compasión.


Dios me es testigo de cuántos deseos tengo, en las entra as de Cristo Jesús, de estar con todos vosotros.


Si hay, pues, un est mulo en Cristo, un aliento de amor, una comunicación de Esp ritu, una entra able ternura y compasión,


sin corazón, irreconciliables, calumniadores, disolutos, crueles, enemigos de lo bueno,


Si uno tiene bienes del mundo y viendo que su hermano pasa necesidad le cierra sus entra as, ¿cómo permanece en él el amor de Dios?


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