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1 Reyes 21:19 - Biblia Castilian 2003

19 Y le has de hablar de esta manera: 'As dice Yahveh: además de haberlo matado, ¿te apropiarás lo suyo?'. Y a adirás: 'As habla Yahveh: en el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también la tuya''.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Y le hablarás diciendo: Así ha dicho Jehová: ¿No mataste, y también has despojado? Y volverás a hablarle, diciendo: Así ha dicho Jehová: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Dale el siguiente mensaje: “Esto dice el Señor: ‘¿No te bastó con matar a Nabot? ¿También tienes que robarle? Por lo que has hecho, ¡los perros lamerán tu sangre en el mismo lugar donde lamieron la sangre de Nabot!’”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Le dirás esta palabra de Yavé: '¡Así que matas y luego te apoderas de la herencia! Escucha pues esto: allí donde los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Y le hablarás diciendo: Así dice YHVH: ¿Has asesinado, y también tomas posesión? Y le hablarás diciendo: Así dice YHVH: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, los perros también lamerán tu sangre.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Y le has de hablar de esta manera: 'Así dice Yahveh: además de haberlo matado, ¿te apropiarás lo suyo?'. Y añadirás: 'Así habla Yahveh: en el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también la tuya''.

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1 Reyes 21:19
23 Referans Kwoze  

D jole: '¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol que te prohib ?'.


As habla Yahveh: he aqu que yo haré surgir el mal contra ti de tu propia casa, y tomaré tus mujeres ante tus mismos ojos para entregárselas a otro, que yacerá con ellas a la luz del sol.


¿Por qué, pues has menospreciado la palabra de Yahveh y has hecho lo que es malo ante sus ojos? Has hecho morir por la espada a Ur as, el hitita, y luego has tomado por esposa a su mujer; lo has asesinado con la espada de los amonitas.


Lavaron el carro junto al estanque de Samar a. Los perros lamieron su sangre y las meretrices se lavaron en ella, conforme al oráculo que hab a formulado Yahveh.


Sabed, pues, que no caerá en tierra ninguna de las palabras pronunciadas por Yahveh contra la casa de Ajab. Yahveh ha cumplido lo que predijo por medio de su siervo El as'.


Cuando les llegó la carta, tomaron a los hijos del rey y degollaron a los setenta, pusieron las cabezas en unas canastas y se las enviaron a Yizreel.


Estaba Eliseo sentado en su casa y con él estaban los ancianos, cuando el rey envió por delante a un hombre. Pero antes de que el mensajero llegara, dijo a los ancianos: '¿Habéis visto cómo ese hijo de asesino ha enviado a cortarme la cabeza? Mirad: cuando llegue el mensajero, cerrad la puerta y no lo dejéis pasar. ¿Acaso no se oye tras de él el ruido de los pasos de su se or?'.


Y colgaron a Amán de la horca que hab a preparado para Mardoqueo. As se apaciguó la ira del rey. Aquel mismo d a, el rey Asuero dio a la reina Ester la hacienda de Amán, el enemigo de los jud os; y Mardoqueo fue presentado al rey, porque Ester le dio a conocer quién era él para ella.


si com sus frutos sin pagarlos y oprim el ánimo de los campesinos,


El Se or ha prometido: 'De Basán hago volver, yo hago retornar de los abismos de los mares,


Él recuerda el delito y pide cuentas, y no olvida el clamor del afligido.


Los gentiles naufragan en la fosa que hicieron, Tet en la red que ocultaron se enma aran sus pies.


El profeta Jerem as dijo a Sedec as, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén,


El pr ncipe no podrá tomar nada de la propiedad hereditaria del pueblo, privándoles por la fuerza de lo que les pertenece. Sólo podrá dejar en herencia a sus hijos lo que es de su propia hacienda, para que ninguno de mi pueblo sea despose do de su propiedad.'


¡Ay de quien construye una villa con sangre, de quien fundamenta una ciudad con cr menes!


¡Ay de quien acumula para su casa ganancia de sórdidos negocios, para poner su nido en la altura y esquivar el golpe del infortunio!


porque tal como juzguéis seréis juzgados, y tal como midáis seréis medidos.


Exclamó entonces Adoni Bézec: 'Setenta reyes, a quienes se les amputaron los pulgares de manos y pies, recog an migajas bajo mi mesa. Dios me paga mi merecido'. Le llevaron a Jerusalén y all murió.


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