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1 Reyes 18:36 - Biblia Castilian 2003

36 Llegado el tiempo de ofrecer la oblación, se acercó el profeta El as y exclamó: '¡Yahveh, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel! Que se reconozca hoy que tú eres el Dios de Israel y yo tu siervo, y que por orden tuya he realizado todas estas cosas.

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Biblia Reina Valera 1960

36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 A la hora que solía hacerse el sacrificio vespertino, el profeta Elías caminó hacia el altar y oró: «Oh Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, demuestra hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 En la hora en que se presenta la ofrenda de la tarde, Elías el profeta se adelantó y dijo: 'Yavé, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, que sepan hoy que tú eres Dios de Israel, que yo soy tu servidor, y que en todo actúo según tu palabra.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Cuando llegó la hora de presentar la ofrenda vegetal, sucedió que el profeta Elías se acercó, y dijo: ¡Oh YHVH, Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, sea hoy manifiesto que Tú eres ’Elohim en Israel, y que yo soy tu siervo, y que he hecho todas estas cosas por tu palabra!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 Llegado el tiempo de ofrecer la oblación, se acercó el profeta Elías y exclamó: '¡Yahveh, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel! Que se reconozca hoy que tú eres el Dios de Israel y yo tu siervo, y que por orden tuya he realizado todas estas cosas.

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1 Reyes 18:36
46 Referans Kwoze  

Yahveh se le apareció aquella noche y le dijo: 'Yo soy el Dios de Abrahán, tu padre. No temas, que yo estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia por causa de Abrahán, mi siervo'.


Yahveh estaba de pie junto a él, y le dec a: 'Yo soy Yahveh, el Dios de Abrahán, tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra sobre la que estás acostado te la daré a ti y a tu posteridad.


El Dios de Abrahán y el Dios de Najor, el Dios de su padre, juzgue entre nosotros'. Juró Jacob por el Terror de Isaac, su padre.


pensando: 'Si Esaú se acerca contra uno de los campamentos y lo ataca, podrá salvarse el otro'.


Le dijo: 'Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque all haré yo de ti un gran pueblo.


Sea exaltado por siempre tu nombre, y d gase: 'Yahveh Sebaot es el Dios de Israel'. Y que la casa de tu siervo David permanezca firme en tu presencia;


Entonces El as se presentó ante todo el pueblo y les dijo: '¿Hasta cuándo vais a andar cojeando de un lado y de otro? Si Yahveh es Dios, seguidlo; si lo es Baal, id tras él'. Pero el pueblo no respondió palabra.


Pasado el mediod a, se entregaron a arrebatos proféticos, hasta la hora de ofrecer la oblación; pero no hubo voz ni escucha ni respuesta.


El agua corr a en torno al altar, e incluso la zanja se llenó de agua.


Respóndeme, Yahveh, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Yahveh, eres Dios, y que tú convertirás su corazón!'.


Pero he aqu que un profeta se acercó a Ajab, rey de Israel, y le dijo: 'As habla Yahveh: ¿ves toda esa gran muchedumbre? Pues mira: hoy te la entrego en tus manos, y as sabrás que yo soy Yahveh'.


Acercóse entonces un varón de Dios al rey de Israel y le dijo: 'As habla Yahveh: por haber afirmado los arameos: 'Yahveh es un Dios de las monta as, y no un Dios de las llanuras', voy a entregar en tus manos toda esa gran muchedumbre, para que conozcáis que yo soy Yahveh'.


Contestó Miqueas: 'Si tú vuelves en paz, es que Yahveh no ha hablado por m '.


escúchalo tú desde el cielo, lugar de tu morada, y haz todo cuanto ese extranjero te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman, lo mismo que te teme tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado en este templo que acabo de edificar.


Respondió El as al jefe de los cincuenta: 'Si soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta hombres'. Y al instante bajó fuego del cielo y los devoró a él y sus cincuenta.


Pero el ángel de Yahveh dijo a El as el tesbita: 'Ve y sube al encuentro de los mensajeros del rey de Samar a, y diles: '¿Acaso no hay Dios en Israel y por eso vais a consultar a Baal - Zebub, dios de Ecrón?'.


Ellos le respondieron: 'Ha salido a nuestro encuentro un hombre que nos dijo: 'Id y volved al rey que os envió, y decidle: as habla Yahveh: ¿acaso no hay Dios en Israel y por eso env as tú a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? Por eso mismo no bajarás del lecho al que has subido, sino que irremisiblemente morirás''.


Pero ahora, oh Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, oh Yahveh, eres Dios'.


El profeta Isa as invocó a Yahveh, quien hizo que la sombra retrocediera los diez grados que ya hab a recorrido en el cuadrante de Ajaz.


Volvióse entonces al varón de Dios con todo su séquito y, cuando llegó, se detuvo ante él y le dijo: 'Ahora reconozco que no hay más Dios en toda la tierra que el de Israel. Acepta, por favor, un regalo de tu siervo'.


Cuando Eliseo, el varón de Dios, supo que el rey de Israel hab a rasgado sus vestiduras, envió a decir al rey: '¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a visitarme y sabrá que hay profeta en Israel'.


¡Oh Yahveh, Dios de nuestros padres Abrahán, Isaac e Israel, conserva por siempre estos designios del corazón de tu pueblo, y mantén su corazón fijo en ti!


Los correos, con las cartas de parte del rey y de sus jefes, recorrieron todo Israel y Judá, conforme al mandato del rey, que dec a: 'Israelitas, volved a Yahveh, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, y él se volverá al resto que de vosotros ha quedado, a los que habéis escapado de las manos de los reyes de Asiria.


que ante ti se haga valer como el incienso mi plegaria, mi manos levantadas como la ofrenda de la tarde.


Que se azoren y aterren para siempre, que se avergüencen y perezcan.


Y a adió: 'Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob'. Entonces Moisés se cubrió el rostro, porque tem a fijar su mirada en Dios.


'Esto, para que crean que se te ha aparecido Yahveh, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob'.


Pero ahora, oh Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, oh Yahveh, eres Dios'.


Voy a mostrar la santidad de mi gran nombre, profanado en las naciones en donde vosotros lo habéis profanado; y as sabrán las naciones que yo soy Yahveh - oráculo del Se or Yahveh -, cuando muestre en vosotros mi santidad ante sus ojos.


Daré a conocer mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel y no permitiré que vuelva a ser profanado mi santo nombre; y as sabrán las naciones que yo soy Yahveh, el Santo de Israel.


A partir del momento en que sea abolido el sacrificio perpetuo e instalada la abominación de la desolación, pasarán mil doscientos noventa d as.


Luego o hablar a un santo, y otro santo dijo al que hablaba: '¿Hasta cuándo durará la visión: el sacrificio perpetuo abolido, la iniquidad desoladora, el santuario y el ejército pisoteados?'.


todav a estaba yo diciendo mi oración, cuando Gabriel, el hombre que yo hab a contemplado en visión al principio, se acercó a mi volando, a la hora de la ofrenda de la tarde.


Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Él no es Dios de muertos, sino de vivos'.


Yo bien sab a que me escuchas siempre; pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado'.


D jole Cornelio: 'Hace cuatro d as a esta misma hora me encontraba haciendo la oración de nona en mi casa, cuando un hombre, con radiantes vestidos, se puso delante de m


En cierta ocasión, Pedro y Juan sub an al templo para la oración de la hora nona


para que el Dios de nuestro Se or Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé esp ritu de sabidur a y de revelación en el pleno conocimiento de él;


Por esta razón, doblo mis rodillas ante el Padre,


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